En la Ducha

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Estoy caminando sobre la Avenida Reforma de la Ciudad de México. Siento como el aire y las pequeñísimas gotas restantes de la lluvia me dan en la cara y eso me encanta. El cielo está hermoso, el sol se está metiendo y le da un tono naranjosomoradezco al cielo. Todo huele delicioso. Escucho un poco de Deep House que va perfectamente con el ambiente de fiesta que se ve por estas calles con los grupos de gente que se disponen a tomar y divertirse en algún pub o bar del centro, perfecto como para este viernes en la tarde noche. Yo no soy mucho de fiestas, alcohol ni esas cosas. Me gusta más la soledad, leer y estar jugando en mi casa con mi computadora. Últimamente he sido un zorro medio solitario.

Me puedo regresar a casa tomando un taxi o el metrobús, el transporte público aéreo es muy caro, ni siquiera debería llamarse "público", pero tan pronto vi como estaba el clima y el aire fresco me dispuse a caminar. Vivo en un pequeño departamento en la colonia Condesa, cerca del parque México. Me gusta mucho porque aunque la renta es de 3,500 unidades al mes la localización y las personas de al rededor lo compensan. Tengo muchas cafeterías y servicios alrededor de mi departamento y aunque casi no he visitado la mayoría, le dan un hermoso toque a mi departamento. Me encanta la terraza que tengo porque deja ver los enormes edificios que se asoman en el horizonte. Me encanta ver todo el conjunto de luces en la noche. Los espectaculares holográficos, las luces que marcan el camino en las avenidas aéreas para los carros voladores de empresarios ricos y para el transporte "público" aéreo, los edificios en el fondo que brillan. La Ciudad de México ya es más bien una metrópoli llena de luces y vida a todas horas.

Sigo caminando escuchando mi Deep House, finalmente ya al anochecer estoy a punto de llegar a mi departamento. Comienzo a sacar mi celular para poder entrar, me saluda el portero, un amigable venado de muchísimos años que lleva en ese trabajo no sé cuánto tiempo pero ya estaba ahí cuando yo llegué aquí hace 5 años, me cae muy bien. Finalmente subo las escaleras hasta el 203, pego mi celular a la pantalla de seguridad y se quita el seguro.

—Bienvenido, Hush. Tienes 7 mensajes sin leer y hueles mal. ¿Preparo el baño para una ducha relajante?

—Sí, por favor. Estoy agotado y la verdad no quiero saber nada de nadie. Oye, Siri, ¿sabes dónde está Valentina? Pensé que estaría aquí ya.

—Su señal compartida indica que está en la casa de Kender sin embargo tiene bloqueada la hora de salida. ¿Le mando un mensaje, Hush?

—No, no, no. Así está bien, sólo quería saber... Pon algo de música relajante, por favor. —Dejo mi morral en el sillón de la sala y cuelgo mi chamarra negra en el perchero. Dejo el paraguas mojado en el bote de la entrada y me dirijo a mi cuarto, agarro mi pijama para entonces meterme en el baño. Comienzo mi ritual de relajación, me despojo de todas mis prendas y me sumerjo en la tina con agua caliente. La música de mi playlist "Relajación Nocturna" me sumerge en un mundo surrealista. Pierdo por completo la noción del tiempo y lo único de lo que soy conciente es de mi pelo moviéndose al ritmo del agua y la música que sale de las bocinas el departamento.

No sé cuánto tiempo llevo ahí acostado, ¿habré muerto?.

Suena un portazo en la entrada —Hush, ¿estás aquí?

—Bienvenida, Valentina. Tienes 2 mensajes sin leer. Hush está en el baño tomando una ducha, no sería bueno molestarlo ahora.

—¡¡Huuuuuuuussh!! ESTOY EN CAAASAAA. Sal de ahí. ¿Siri, cuánto tiempo lleva ahí dentro?

—Dos horas y cuarenta minutos. Pero no es bueno interrumpirlo, es su momento de relajaci...

—Sal de ahí ahora, me estoy orinando como no tienes idea. —Valentina toca la puerta del baño y yo nada más me sumerjo en el agua con ojos de zombie, dejando mis orejas asomarse por encima del agua. —Me estoy haciendo pipí, corre. Ay ya no aguanto. Siri, abre la puerta del baño, es una emergencia. *click* gracias, te amo.

—Que todo salga bien, Valentina. —Dice Siri.

—Te juro que no veo nada y tú no voltees, Hush.

—No es justo que por tener permisos de Administradora entres y abuses de los servicios de emergencia del departamento. Pero bueno, realmente no tengo problema, nada te importa nunca. Cierra los ojos, voy a salir. —Valentina se voltea y yo salgo de la tina, agarro la toalla que está en la mesita de a lado. Me la pongo como falda, agarro mi pijama y me voy a mi cuarto a vestirme.

Ya son las 11:34 pm y no tengo nada de sueño. Mi mente no está pensando en nada sin embargo estoy triste. De hecho desde que me salí de casa de mis padres hace 5 años me la he pasado la mayoría de los días triste. O sea sí tengo momentos de felicidad cuando salgo con mis compañeros del trabajo, al cine o cuando estoy en alguna reunión familiar pero mi emoción dominante es una tristeza cálida, no es profunda ni es depresión pero sé que no es nada positivo realmente.

Me la paso acostado checando en mi celular Facebook, YouTube y cosas así hasta que Valentina entra a mi cuarto. Valentina es mi mejor amiga, una gata gris con ojos azules claro, tiene muy muy bonito cuerpo, es simpática y medio "hombre" a veces. He estado con ella desde que nos conocimos en nuestro primer trabajo. Tiene 24 años igual que yo y desde el momento que supimos que nos caíamos tan bien, decidimos intentar salir como pareja pero jamás resultó y decidimos quedarnos como amigos. Nos queremos mucho, nos sabemos casi todo uno del otro. Ella tiene un mejor trabajo que yo y no le molesta pagar ligeramente más de la mitad de nuestra renta. Vivimos ella y yo solos.

—Toc toc, hola, Hush. Perdón por entrar tan loca al baño, no quería interrumpir tu momento de relajación pero de verdad me estaba haciendo pipí muy intenso.

—No te preocupes, pero la próxima vez... no sé... haz en la cocina, jaja, no sé. Bueno ¿cómo te fue con Kender, qué hacías con él? —Dejo mi celular a un lado de mi cama, me pongo de lado acostado con mi brazo sosteniendo mi cabeza.

—Pues bien, es que fíjate, estaba aquí viendo El Señor de los Anillos y comiendo palomitas como gorda, tranquilamente ¿no? Pues me llama a la casa y aparece su cara en la pantalla. La rechacé y seguí con mi película, pero a los dos minutos me vuelve a llamar y...

Valentina y yo nos la pasamos hablando acerca de su salida con Kender, qué problemas tenía y parece que tendrá que quedarse con nosotros en lo que resuelve sus problemas. La verdad no entendí bien pero mientas no me moleste, todo bien.

—... y pues así es como terminé en el baño mientras tú estabas en la tina relajándote.

—Mmm, ya veo. Pues bueno, hay que ver qué pasará con él, no me cae nada mal pero no lo conozco bien bien, habrá que ver dónde duerme y así, si es que sí se viene. —digo mientras juego con mis pelos de mi pecho.

—Sí, y aparte es guapísimo... —dijo Valentina con tono de estar babeando.

—Jajaja ¡pues vas! oye, hay que terminar de ver El Señor de los Cielos juntos, ¿no? Quiero verla también, nunca la he visto. Pon más palomitas para preparar.

—Es de los  A N I L L O S , no de los Cielos. Baboso. Es un clásico de los 2000'es, los efectos se ven chafitas pero me encanta la historia.

—Bueno, vamos.

El resto de la noche nos la pasamos acostados en los sillones de la sala viendo en la pantalla esa película que sinceramente me aburrió un poco. Terminamos más o menos a las 3 de la mañana y nos fuimos a dormir cada quien a su cuarto. Yo seguía sin sueño pero esta vez no sentía esa tristeza, sino una sensación de extrañar a alguien. Tuve una novia con la que duré casi 3 años pero no la extrañaba. Únicamente sentía una leve necesidad de tener a alguien con quien salir y abrazar. Ya acostado me quedé dormido pensando en lo mucho que me divertí con ella en sus momentos. Pero no volverán esos días.

Hay que seguir adelante.

HushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora