Aqueños años locos. Parte 6: Sam desencadenada

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Me siento incluso emocionada de publicar esto después de tantos años. Supongo que aquellos que fueron una vez mis lectores ya se habrán dispersado jaja. Pero quiero darle un final a esta historia, la he vuelto a coger con ganas y cariño. Aunque sea por mí, quiero verla acabada. Haré pequeñas reformas en algunos capítulos, especialmente en el primero, aunque no afectan demasiado a la trama actual. Por fin he pensado un final y quiero llevarlo a cabo. Espero no haber perdido la esencia de los personajes, porque bueno, la estoy escribiendo en distintas etapas de mi vida, jaja. Espero que si aún queda alguien que se acuerde de Levi, Sam y Rex, disfrute de este tardío pero nuevo capítulo :)

Sam

Veréis, cuando Levi me puso los cuernos con aquella especie de pavo real emperifollado me cabreé un montón. Mis demonios salieron a la luz y mi cabeza no paraba de gritarme que acabase con él. Fantaseaba con la idea de estrangularle y sentir su vida deslizándose entre mis manos. Quería estamparlo contra el suelo y partirle la cara a puñetazos. Quería zarandearlo como un muñeco y maniatarlo para que nunca más pudiese alejarse de mí. ¿Acaso no comprendía que me pertenecía? Estábamos hechos el uno para el otro. ¿Cómo podría vivir la oveja sin el lobo? Su vida no tendría emoción. Levi me necesitaba, aunque estuviese lejos, aunque hubiese desaparecido, aunque él aún no lo supiese siquiera.

Estaba desquiciada de rabia, sudaba odio por cada poro de mi piel. Los días sin Levi se me hacían eternos ya que además tenía que pasar ese tiempo en la compañía de mi padre. Mickey no pasaba mucho tiempo en casa, pero el tiempo de obligada convivencia me desgastaba bastante. Tanto, que al final terminé cediendo y le volví a dirigir la palabra en una de las veces que volvió a preguntarme por mi vida.

—¿Qué ha sido de ese noviete tuyo? Llevo bastante tiempo sin verle por aquí.

—Se ha ido.

El día de la gran pregunta, Mickey había hecho macarrones. Recuerdo que estaban fríos pues llevaba un buen rato revolviéndolos con el tenedor mientras que él intentaba comer a un ritmo bastante pausado para pasar más tiempo conmigo. Su mirada tierna enmascaraba un alma fría e implacable que no paraba de posarse en mí. Odiaba devolverle la mirada ya que era como verme reflejada en un espejo de los horrores. Ahora, observándolo desde una perspectiva más madura, me doy cuenta de que el gran motivo que me hacía odiar a mi padre era sentir que cada vez que lo miraba en realidad me estaba mirando a mí misma, a una parte muy oscura de mí. Era aquello en lo que me estaba convirtiendo y no quería convertirme en mi padre. Me preguntaba por qué tendría que parecerme tanto a él. Ojalá hubiese podido arrancarme la sangre.

—¿Y dónde se ha ido? —Como si le importase aquella pregunta.

—No lo sé —respondí cortante, mareando la pasta de una forma más energética.

—¿Acaso se ha metido en algún lío?

Aquella pregunta me sorprendió. ¿Qué sabía mi padre de nuestros "líos"? Lo normal cuando dejas a alguien no es precisamente que te pregunten si tu ex se ha metido en algún problema. Sé que es un pequeño detalle que para otra persona hubiese pasado desapercibido, pero yo no creo en las casualidades.

—¿Qué sabes tú de los líos de Levi?

Mickey esbozó una gran sonrisa ante aquella pregunta, inocente y siniestra.

—Lo normal que sabe cualquier lobo viejo. ¿O a caso te piensas que tu padre es tonto?

Aquella respuesta me paralizó. Mi padre sabía dar miedo de verdad si se lo proponía. Precisamente los lobos con piel de cordero como él, son los más peligrosos. Y por eso precisamente yo no podía quedarme atrás.

—¿Y tú qué? ¿Qué piensas de tu hija?

Mickey soltó una risotada que se extendió por toda la casa, antes vacía de cualquier tipo de ruido, y la llenó por completo. Posteriormente se encendió un cigarrillo delante de mí.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2023 ⏰

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