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Nadia y Pablo se muestran preocupados por lo que les cuento sobre Victoria. Dicen que, si voy a actuar como un amigo, debo apoyarla en todo y estar a su lado, descubrir qué necesita y proporcionarselo en la medida de mis capacidades para ello. Puedo hacerlo.

-¿Qué hago con él? - pregunto distraído

-Si eso le hubiese pasado a tu hermana y de mi dependiese- aclara Pablo- le daría una paliza

- No puedo hacer eso, si me denuncia se acabó mi trabajo pues no puedo alegar defensa propia, solo venganza - informo con la duda de que él le diese una paliza a nadie

-¿Qué sabes de él? - Nadia tiene el semblante serio, como yo

-Poca cosa, no es que ella le conociese mucho tampoco... Es boxeador

-¿Es bueno? Quizas yo no podria darle una paliza pero tu... No veo por qué no, estuviste bastante tiempo boxeando ¿no? - creo que Pablo ya tiene una idea

-Solo entrenaba como pasatiempo, él es profesional o algo así

Nadia cree que yo soy mejor que él y que podria vencerlo en una pelea si quisiese, yo no lo veo tan claro. Tenemos dos semanas con plenitud de tiempo para pensar en algo. Les doy las gracias y los dejo pensando sobre ello mientras me encierro en mi cuarto a pensar.

A pesar de no tener que trabajar, me presento al dia siguiente en la comisaría. Busco a mi superior y espero a ser recibido.

-Jared, qué sorpresa. ¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

-No, señor - me siento frente a él, debe resultarle raro a todo el mundo verme en el trabajo y hablando voluntariamente - ¿Todavía podemos proponer eventos para la semana solidaria?

-Mañana es el último dia, ¿tienes algo? - lo encuentro bastante curioso e interesado

-Un combate de boxeo amateur entre policias y miembros del cuerpo y civiles. ¿Quién no quiere tener la oportunidad de partirle la cara a un madero?

Su risa estalla por su despacho y no puedo evitar sonreír también. La idea le parece un poco descabellada pero no la rechaza completamente. Me da de plazo hasta esa misma noche para reclutar quince compañeroa que quieran participar, si los encuentro, lo organizamos.

Libreta en mano y con una lista encabezada por mi nombre recorro la comisaría buscando aliados. Tardo poco en hacer una lista de veinticuatro personas antes de la hora de comer.

La voz se corre como la pólvora y para la hora de la cena hay un total de sesenta y dos personas en la lista. Cierro el plazo y me dirijo de nuevo hasta el despacho de mi superior.

No me deja cerrar la lista sin apuntar su nombre, se encuentra bastante excitado ante la noticia y feliz. Me encarga los preparativos y, por fin, mi plan está en marcha.

Preparo los carteles esa misma noche, solo treinta de nosotros pelearán contra los civiles por lo que organizo una eliminatoria abierta al público en dos semanas. También habrá una eliminatoria de civiles pues debemos estar en igualdad de condiciones.

Me sumerjo en los detalles y, sin pedírselo, Nadia y Pablo me ayudan al dia siguiente a recorrer los distintos gimnasios de la zona pegando carteles. Me ocupo personalmente de pegar carteles en la universidad y los pubs a los que suelen ir los estudiantes sin olvidar en el que encontré a Victoria con el imbecil que la agredió.

En tres días la lista está llena y tengo que cerrarla. Me agrada ver su nombre en uno de los primeros puestos de la lista. Álvaro Santillana, ojalá y tengas que pelear conmigo.

Cinco gimnasios se han unido a la causa y nos han prestado sus instalaciones para las eliminatorias gratis. Tengo una semana para preparame para la pelea.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora