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Victoria se asusta cuando le cuento sobre el combate. Cree que su "amigo" puede partirle la cara tranquilamente a un policía. Quizás gane, pero se llevará a casa los morros bien calientes.

Hablo más con ella, intentando descubrir qué necesita pero acabo rindiendome y prenguntando.

-Solo necesito un amigo, estar entretenida

-Tienea bastantes amigos. - replico colocandome el casco

-La mayoria son solo conocidos- se coloca el suyo y monta en la parte trasera de mi moto- Y, a la mayoría de ellos, no les he contado nada. No quiero dar lástima.

Me acompaña al gimnasio de la comisaría, dice que quiere comprar si soy bueno peleando. Me pone nervioso que venga a juzgarme pero intento omitirlo, necesita distracción y se la daré.

Se sienta al lado del ring y saca papel y lápiz. El sparring la mira curioso pero, en seguida me pongo entre medio para que deje de intimidarla. Con una sonrisa y un guiño para ella le da la espalda y empezamos el entrenamiento.

En un descanso para respirar y coger fuerzas veo que ella se acerca a mi haciéndole una peineta bastante elegante al sparring quien finge dolor de corazón por au rechazo. Sonrío y la ayudo a subir.

-Quiero hacerlo.-sonríe de oreja a oreja

-¿Qué quieres hacer? - no, me niego a verla boxear

-Quiero aprender, ¿me enseñarias?

Es su cara, tan sonriente, tan radiante de alegría y emoción, la que me impide decirle que no. Me quito los guantes y la ayudo a colocarselos. Parecen demasiado grandes y pesados en sus brazos pero consigue moverse agilmente con ellos.

Me preparo para ser su sparring y la enseño como golpear y defenderse, como cubrirse y moverse. Parece que lo haya estado haciendo toda la vida.

-¿De verdad que es la primera vez? - dudo por octava vez

-Ya te lo he dicho, esto es como bailar y sé bailar siete estilos diferentes. En ballet tienea que ser plenamente consciente de tu cuerpo y eso, ahora mismo, me está ayudando a esquivar tus golpes de mariposita

La empujo un poco más fuerte y cae de culo la suelo. Nuestras carcajadas se sincronizan y acabamos los dos rodando de risa por el ring, literalmente.

Mis tres horas de gimnasio han acabado y no he entrenado apenas nada pero juro que valió la pena todo el tiempo que estuvimos allí. Al salir varios de mis compañeros nos despiden, a ella más efusivamente que a mi, cosa que intento ignorar.

-Estoy sudada- se queja con cara de asco al subirse de nuevo a la moto

-¿bailando no sudas?- enarco una ceja burlón

-Si, pero no tengo después que abrazarme a ti para que me lleves a casa

-No seas tiquismiquis y sube, yo también he sudado

-tengo una idea.- su cara se ilumina y ya sé que le diré que si a lo que sea- ¿estás muy cansado?

-¿de qué? No he hecho nada...

Me da una dirección que no es de su casa y nos encaminamos allí. La puerta de un estudio de baile está ante nosotros. Tan ágil como siempre se baja de la moto y saca unas llaves de su mochila.

-No te preocupes, no hay nadie- sonríe y abre la puerta- es de mi madre y puedo venir cuando quiera

-¿Qué vamos a hacer?

-Te voy a enseñar a mover las caderas- me informa moviendo las suyas en un contoneo bastante sensual

- Sé mover las caderas, pero no sé bailar si es a lo que te refieres

Se ruboriza y agacha la cabeza. No deberia haber dicho eso. Ella se recompone antes que yo y cierra la puerta con llave. Me dirige hacia una sala con espejos y enciende las luces.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora