- Oye, oye, te tranquilizas. ¿Desde cuando conoces a esta pivon? – Miró hacia mi chaqueta. - ¿Y qué tienes ahí, que te escondes todo el rato?
- Nada… - él tiró de mi chaqueta. Aun que intenté oponerme, Chris tenía más fuerza que yo. - ¡Quieres dejarme ya en paz!
- Pues tenías razón… - miró a Jeydon. – No tiene nada. Que tonto. – y rió para si solo.
- Si, tonto rematado. – Dijo Jeydon. – fíjate en su pantalón, anda…
Ahora Chris rió más. Y Jeydon negó con la cabeza. Yo les quité la chaqueta y me volví a tapar. Me senté en una de las sillas que tenían libres. Chris tomó un sorbo de su café. Jeydon se dedicó a su granizado.
- Ella… es mi doctora. – Chris casi se atraganta.
- No lo dices en serio… - dijo Jeydon. – ¡eres un ca*brón!
- ¿Por qué?
- Porque, más me gustaría tener a mi una doctora así. Madre mía.
- Iros los dos a tomar por el culo. – Apoyé mi espalda en la silla. – Tu, Jeydon, estás con Demi. Y tu Chris, estás casado. Par de imbéciles, el único que tiene oportunidades con ella, soy yo, pues estoy soltero y feliz. – Jeydon me miró mal.
- A saber, que te hizo ella ahí dentro, para que te pusieras así de cachondo…
- Pues, nada. – mentí, aun que no hicimos nada fuera de lo normal.
- Mientes.
- No.
- Por algo te pusiste así.
- Bueno…. Me masajeó… - antes de que pudiera terminar la frase, él hizo el típico comentario que me esperaba.
- ¡¿El qué?! – que va a ser, tonto…
- La espalda, Jeydon, la espalda.
- Ah cierto. – suspiró, riendo. – que tonto, como podría haber pensado mal de ti, santito, si eres el más tímido de los tres, con las chicas.
- Oye…
- Es la verdad, Justin. – dijo Chris.
- Aun que, yo estaría igual, si una doctora así me hubiera masajeado la espalda… - suspiró. – y yo, quizás, hubiera conseguido que me masajeara otra cosa…
- ¡JEYDON! – le reñí, y alguna gente de alrededor, incluida ella, que se había sentado en una mesa a beber su café, junto con una compañera, se giraron. Yo bajé el tono - ¿Y Demi?
- Tienes razón. Mi prometida está más buena. – se rió. – pero ¿Qué pasa? Solo comento con mis hermanos. – entonces, yo y Chris, también reímos. Mi café llegó. Me apoyé sobre la mano mientras daba un sorbo. Mi espalda quedaba curvada.
- ¿Ey, Jeydon? – quedó como fantasma, igual que Chris. De repente, sentí unas manos en mi espalda, y rezaba para que no fuera aquella persona. Me giré lentamente.
- ¿Sabes? Esta postura no es nada buena para tu espalda. – me la acarició por dentro del jersey. Mi erección volvió, ahora, mucho más endurecida. La sentía pulsar contra el pantalón. – debes apoyarte… Justin. – apretó las manos sobre mi zona lumbar y fue subiendo lentamente. Iba a estallar, con esa simple acción que ella hizo. Sentía su respiración en el cuello. – Así, así. – fui tirando la espalda hacia atrás hasta apoyarla en el respaldo, de nuevo. – así mejor. – sonrió y sacó las manos de allí.
- Oye… - No, Jeydon… por favor, no digas nada…
- _______.
- Oye, _______.
- Dime. – sonrió.
- Creo… creo que me duele a mi también la espalda. ¿Lo podrías mirar?
- Lo siento, para revisiones tienes que acercarte al hospital. Este es mi turno libre, ahora hay mi compañero Tom. Te aseguro que tiene buenas manos, muy gruesas y fuertes, te la pondrá bien enseguida. – Sonrió de nuevo y fue hacia la mesa, otra vez, a seguir charlando con su compañera y tomarse el café.