Capítulo 7

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- Entonces esta es de Buenos Aires. Ésta de México. Ésta de Madrid. Y ésta de Jonny en la bañera- rió ante la foto del bebé Jonny.

Chris acercó la mano a la pared y luego volteó a verme con una pizca de pánico en los ojos. Sonreí y asentí para que él de inmediato despegara con sumo cuidado la fotografía de la pared. La miró durante un momento y se echó a reír nuevamente antes de ponerla en su lugar.

- Desde pequeño tenía bonitos ojos.

De seguro hubo algo en mi cara que rebeló mi duda interna para que Chris dijera "No soy gay" y después agregara "Bueno, no que yo sepa". Eso me hizo cuestionarme un poco más.

- ¿No estás seguro?- intenté lo más posible el no sonar grosera.

- No, en realidad no. Es decir, ya sabes, no he tenido oportunidad de... probar.

Sentí mis mejillas arder. Maldita la hora en la que nací con tez blanca casi pálida.

- ¿Y tu...?

- Tuve mis dudas- dije algo apenada- Una vez quise besar a mi mejor amiga pero después recordé a mi verdadero amor.

La manzana del ojiazul se movió de arriba a bajo tras un trago de saliba. Sus ojos se dilataron como si estuviera en peligro y los músculos de la cara se le tensaron.

- ¿Quién?

Celos. ¿Había causado celos en Chris? Lo más seguro era que sí. ¿O a caso sólo era mi imaginación? También era una gran pregunta. "No te diré" respondí. Algo me decía que en cuanto se fuera de mi habitación iría corriendo hasta con Jonny para cuestionarlo sobre todo.

- ¿Te puedo decir un secreto?- dije con algo de emoción y susto. Por alguna razón quería que él lo supiera.

- Deberías, yo acabo de confesarte que no estoy seguro si prefiero los penes o las tetas.

Lo golpeé en el hombro de manera juguetona.

- No he dado mi primer beso

- ¡Wow! Eso es más grave que lo mío.

Apreté los labios tratando de no reír. Tomé la almohada y comencé a golpearlo con ella. Al instante me detuve al recordar que lo habían golpeado y por desgracia recibí otro almohadaso como respuesta. Miré a Chris con cara de pocos amigos y pude ver un hilillo de sangre que le escurría con lentitud desde la nariz hasta el labio. Lo peor de todo es que había sido mi culpa.

- Un día de estos me las pagarás Martin.

Me levanté de la cama tras la amenaza y corrí por un pañuelo de papel. De nueva cuenta hice de enfermera y le limpié la sangre con cuidado.

- ¿Por qué eres tan atenta conmigo?- preguntó en un bostezo

- Te la debo. Me rescataste de ese gorila hace tiempo ¿lo olvidas?

- Eso fue en el inicio del semestre- sonrió- Pensé que no era gran cosa.

- Para mí lo es.

Una estúpida sonrisa apareció en su rostro. Una estúpida sonrisa que se coló hasta el mío. Ahí estábamos los dos, sonriendo como idiotas.

Volver a la realidad fue duro. Más tras verlo a los ojos tanto tiempo. Amaba sus ojos. Eran tan fríos y cálidos al mismo tiempo. Ya no era secreto que me gustaba Chris. Desde hace unos meses que mis amigas se habían enterado de ello pero intenté mantenerlo oculto a toda costa de Jonny y los demás chicos. Si alguno de ellos se enteraba era obvio que Jonny lo haría igualmente.

Me di la vuelta e hice mi camino hacia el bote de basura. Miré las botellas vacías por un momento y comencé a hacer cálculos de cuántas habíamos tomado cada uno, preguntándome si esto sólo era una plática de borrachos.

- Tres- escuché casi en mi oído, lo cual me hizo dar un respingo- Sólo fueron tres por cada quien.

Fue entonces cuando lo sentí. Era frío y me gustaba. Sus labios habían chocado contra la piel de mi cuello. Y lo disfrutaba. No sentía las piernas. Sentía que en cualquier momento iba a caer pero contaba con la fuerza para evitarlo. Cerré los ojos al dejarme llevar por la sensación, no sin antes darle otro vistazo a las botellas, los números no mentían, ni tampoco el pinta labios en la boquilla de exactamente tres envases. La sensación se trasladó a donde menos la esperaba. Nuestros labios se habían juntado pero ninguno era capaz de abrirle paso al otro.

Tras unos momentos se separó de mi. Bajó la mirada y no se atrevió a verme a la cara.

- ¿No fue lo que esperabas?- me atreví a preguntar con un nudo en la garganta y con algo de rabia tras su atrevimiento.

- Sólo diré que llegué al paraíso

Hace mucho que no me sucedía que mis orejas ardieran. La última vez fue cuando tenía siete años y una ola me revolcó hasta estar bien adentrada en la arena.

Us Against The WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora