Capítulo 10

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Desperté antes que todos en la casa. Con cautela me di un baño, me vestí y me encaminé hasta la puerta trasera.

Llegué a los establos y amarré la silla de montar en la espalda de la yegua blanco con manchas cafés a la cual el abuelo le había nombrado Helena.

El terreno de los abuelos Buckland no sólo era la vieja casa, sino que se expandía por varias hectáreas que servían para plantación... pero yo tenía mi lugar favorito.

Sin apresurar el paso de Helena, nos dirigimos hacia una pequeña cueva en lugar que era algo así como un bosque.

La cueva era lo bastante grande para que cupiera Helena, pero no lo suficiente para que entrara conmigo encima de ella, por lo que tuve que desmontar. El olor a humedad se filtraba en mi nariz y una pequeña brisa de agua rociaba mi rostro con cada corriente de aire. Era bueno volver después de tanto.

Frente a mi estaba aquel paisaje que había añorado volver a ver. Los árboles inmensos dejaban que unos cuantos rayos de sol comenzara a filtrarse entre sus hojas conforme amanecía, dando la suficiente  iluminación para que sereflejara en aquella pequeña laguna en medio de aquel lugar que sólo unos cuantos sabían de su existencia.

Sin dudar, me deshice de mis prendas y quedé en el traje de baño que llevaba por debajo. Dejé mi ropa y mochila en un árbol y me deshice de todo lo que Helena llevaba encima para que pastara a gusto.

De un salto me metí en la laguna. Era lo sufientemente profunda para que mis dedos de los pies a penas y rozaran la arena y las rocas que se encontraban en la profundidad. Y a pesar del frío de invierno el agua se conservaba tibia por ser de un llasimiento de aguas termales.

Escuché el crujir de una rama cuando estaba perdida en mis pensamientos. Instantáneamente volteé hacia el punto de donde provenía n espera de ver a Helena... pero mis ojos se encontraron con un rubio alto y de ojos azules.

- ¡¿Qué haces aquí?!- exclamé sorprendida, y tal vez algo furiosa.

Intenté tapar mi desnudez con las manos para después recordar que estaba en traje de baño.

- Yo... sólo... yo

Me reí ante su torpeza. Vaya que Chris era lindo aunque no se lo propusiera.

- Ven a darte un chapusón- propuse para acabar con la tensión.

- ¿No hace frío allá adentro?- dijo con una sonrisa.

- De ser así estaría hecha un cubo de hielo ¿no crees?- volvió a sonreir, esta vez con una risa entre dientes.

- No vengo preparado.

-¡Vamos! Prometo que no veré

Miré hacia el lado contrario de donde se encontraba. Podía escuchar su risa, a pesar de que ésta hubiera sido imperceptible para cualquiera, y también cómo se deshacía de su ropa.

Tal vez ya lo haya visto sin playera una vez, pero como cualquier universitaria de mi edad me preguntaba que había más abajo. Me sonrojé ante el pensamiento, menos mal que no podía ver mi cara.

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