Capítulo 10: ¿A correr con bici?

985 106 9
                                    

Para cuando dieron las diez y media ya estábamos estacionados frente a mi casa. La tarde había pasado volando y nos habíamos divertido tanto en el festival que tenía las mejillas acalambradas por tanto reír. El concierto fue increíble y lo pasamos muy bien, comimos un montón y no nos queríamos ir; sin embargo, mis padres eran claros con sus normas y el cumplirlas significaba beneficios para mí, como materiales de pintura o más permisos.

Dan tomó mi mano y me miró con una sonrisa antes de dejar el carro.

- Lo pasé increíble hoy, Audrey. Gracias por todo – dijo con voz nerviosa. Yo le devolví la sonrisa.

- Lo mismo digo – mascullé. – Espero que podamos repetirlo.

- ¿La cita?

- El beso – solté sin querer. – Es decir, el beso estuvo bien.

- ¿Solo bien?

- Excelente – mi corazón comenzó a latir con fuerza.

- Me alegro de que te haya gustado, a mí me dejó encantado.

Nos miramos mutuamente por lo que pareció una eternidad, y sin darle demasiadas vueltas me incliné y deposité un suave y corto beso en sus labios antes de abrir la puerta del coche.

- Nos vemos el lunes – dije.

- Nos vemos el lunes – repitió con una sonrisa boba pegada en el rostro.

Solté una risita antes de que encendiera el motor del carro y desapareciera al final de la calle, siendo tragado por la oscuridad de la noche. Caminé hasta la puerta y la abrí. La casa se encontraba tranquila, de seguro mis padres ya estaban en la cama durmiendo y mis hermanas debían haber salido también.

Caminé hasta mi cuarto y lo primero que vi al entrar fue la pared donde tenía colgadas todas mis fotos. Cerré la puerta y me acerqué al collage que había creado unos años atrás y que seguía llenando de momentos inmortalizados en fotografías. Sonreí al ver todos esos rostros tan felices, tan despreocupados. Los chicos abrazados, unidos siendo los mejores amigos del mundo. Todo era perfecto ahí, y deseaba volver tan desesperadamente.

Suspiré y comencé a desvestirme, porque a pesar de sentirme linda así vestida, no era tan cómodo como se veía. Iba a por la pijama, pero una sensación extraña se apoderó de mí mientras veía las fotografías, y terminé por agarrar unos vaqueros y una sudadera y salí por la ventana de mi cuarto.

No podía seguir con esto, estaba tan cansada de esta estúpida pelea entre nosotros, tan harta de estar separados. ¿Qué había sucedido con todo lo que hablábamos unos años atrás? ¿Dónde había quedado la promesa de ser amigos para siempre, en las buenas y en las malas?

Anthony se estaba comportando como alguien a quien no conocía y no iba a permitir que nos culpara a Daniel y a mí por separar el grupo, puesto que era él quien lo estaba haciendo. Él estaba creando discordia.

Y rogando al Cielo que mis padres no me escucharan tomar la bici, salí disparada camino a la casa de Anthony. Teníamos que hablar lo antes posible, solucionar esto de una buena vez.

No me tomó demasiado tiempo y llegué toda sudada, pero poco me importaba puesto que me había visto mucho peor en ocasiones anteriores. No sabía bien si mi corazón estaba agitado por los nervios, por el paseo en bici o por ambos, pero me sentía un poco mareada.

Rodeé la casa de Anthony y miré su ventana. La luz estaba encendida y las cortinas entreabiertas. Hice una mueca antes de treparme al techo del patio, cosa que no estaba haciendo por primera vez. Me paré tambaleante frente a su ventana y lo vi, sentado en la cama tocando su guitarra. Parecía frustrado, muy molesto. Lanzó su uñeta al otro lado de la habitación antes de gruñir y soltar la guitarra, y entonces me vio con la cara pegada al vidrió y rodó los ojos. Se acercó sin ánimos y abrió.

Rosas Para AudreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora