Como estaba previsto, Namie Yagiri llegó al departamento una hora después de que su jefe diera con un nuevo e inesperado hobby. Era un hobby tal que Izaya se mostró un poco recio a seguirlo precipitadamente, pues dar comienzo a la «caza del monstruo» no era algo que uno pudiera tomarse con falta de seriedad.
Con sorna se dijo que «además de todo, soy un indeciso.»
Por su actitud culpó al orgullo, pero sabía que podría superarlo.
Sin mediar palabras, los jóvenes empezaron a realizar sus respectivas tareas; ella empezó a organizar los archivos del informante, y éste hizo lo propio en su ordenador.
Al ser una persona metódica, Izaya se decidió por planear su itinerario.
«¿Dónde podría estar?»
«Si no se encuentra en las oficinas, dar con él podría tomar cierto tiempo.»
«Sé que Shizu-chan no es un tío que pueda llevarse con la tecnología.»
«Mmm. Seguramente la causa es que el imbécil puede romper todo lo que toca, lo quiera él o no.»
Izaya sonrió con amargura ante la posibilidad de que pudiera lograr que Shizuo participara en la sala de chat.
Al considerar que lograrlo era un buen reto, colocó aquel objetivo en su antes vacía lista de pendientes (literalmente, puesto que escribió dicho reto en la parte trasera de la carta número cincuenta y cuatro). Si el monstruoso guardaespaldas no estaba dispuesto a tener una conversación «normal» con su enemigo, la alternativa era que el segundo tratara de sonsacarle información usando algún alias en la red.
Ya se decidiría el enemigo del monstruo por un nombre diferente a Kanra y Nakura.
Namie miró de reojo a Izaya y no hizo ningún comentario, aun cuando encontró sospechosa aquella mueca que lucía. Sin dejar de trabajar, Namie atribuyó que el silencio se debía a que su jefe tenía otros asuntos en mente, los cuales no incluían para variar el sacarla de sus casillas con mordaces comentarios sobre Seiji.
El informante puso mejor cara cuando se dio cuenta de que lo observaban.
«Namie-san, ríndete. No puedes darte una idea de lo que pienso.»
«Sólo conozco a una persona que ha sido capaz de hacerlo y, además, afinó su técnica con los años.»
«Doce años para ser exactos.»
Izaya había reparado en la carta representante de Shinra Kishitani cuando la soltó en la azotea, aunque ese detalle nunca lo admitiría ante nadie. Reconocerlo a sí mismo eran palabras mayores, pero lo hizo. Al fin y al cabo, Izaya era lo suficientemente listo como para saber que tarde o temprano visitaría a su amigo.
El informante se colocó el abrigo sobre los hombros y se calzó los zapatos. Y cuando hubo terminado de alistarse se preguntó si resultaría conveniente conseguirse una muda de ropa, al menos para cuando saliera en busca de Shizuo. En sus adentros, se daba cuenta de que le impresionaba el que, tan pronto como captaba su aroma, ya fuera el corporal o el de sus ropas, el monstruo apareciera de la nada. La indumentaria negra de Izaya podía serle útil para fundirse con las sombras, pero nunca para lograr escapar de Shizuo. Ante él, ni los colores oscuros ni sus navajas servían de algo.
«Ese sujeto no es algo que debería verse en este mundo.»
«A su lado, Celty es una persona común...»
«... y yo no estoy loco.»
Namie se acomodó en su asiento.
«Vaya, Namie-san, ¿qué puedes encontrar tan curioso?»
Tras unos minutos, Izaya se precipitó al exterior y no malgastó tiempo alguno en decirle a su espectadora la razón por la cual se marchaba. Aunque era una cuestión simple y él un total desvergonzado, no se vio capaz de soltarle algo como «Oye, Namie-san, estoy a punto de conocer el porqué no amo a Shizu-chan. ¿El motivo? El motivo es porque pienso que estoy perdiendo la cabeza y necesito no tener horas muertas.»
No pudo decirlo. No pudo porque no debía permitir la actuación de terceros.
«Y porque puedo ser un loco, un indeciso, pero nunca un suicida.»
...
Al ir caminando por los callejones hasta llegar al restaurante de Simon, el informante recordó que no había desayunado como Dios manda (lo creyó así aun cuando había tomado dos y no una taza de té). Por esa simple razón, esperó que Shizuo no fuera tras de él y que en su lugar se mostrara tal y cómo era. Esperó que se mostrara como un ser amable dado que, por lo que Izaya sabía por pláticas en la sala de chat, conversaciones con extraños y con quienes conocía personalmente, Shizuo parecía ser una «buena persona» si no era provocado.
En vista de que Izaya era la principal causa de sus rabietas, se explicaba perfectamente su desconocimiento sobre ese lado del guardaespaldas.
«Si Shizu-chan hace lo que hace y es considerado un buen hombre por quienes dicen conocerlo, ¿qué podría pensarse de mí? "Izaya Orihara no es un mal sujeto, salvo cuando tiene la certeza de que podrá divertirse mucho a costa tuya." El problema con este razonamiento sería ¿cuál? ¿Qué no me conocen? ¿O resulta que destrozar a Ikebukuro es menos inmoral que destruir a su gente?»
—Bola de hipócritas —soltó el joven entre dientes y no haciendo caso de una punzada de dolor—; en este mundo no deben considerarse las excepciones sino las generalidades para dar cualquier afirmación. No tiene sentido hacerlo de otro modo. Si alguien es un monstruo, es llanamente un monstruo y nada más. No podemos perdonarlo a cierta hora del día —Izaya calló repentinamente.
Al igual que Shizuo se apoyaba en su nariz para encontrarlo, Izaya se forzó a reconocer el olor del tabaco. Ahora percibía el aroma a la vuelta de la esquina.
El informante no perdió tiempo en encaramarse a la primera escalera de incendio que vio. Se rasgó el pantalón a la altura de la rodilla, pero fue capaz de sentarse en una saliente, justo a tiempo. El viento que soplaba lograría disipar el olor de Izaya y cuando éste se dio cuenta, desde su sitio en el que se pensó a salvo, observó a Shizuo y a su compañero peinado con rastas.
«Qué empiece la función, Shizu-chan.»
«Prueba que estuve equivocado.»
«Pruébalo y no me vuelvas un loco.»
—Tal vez podamos firmar un contrato.
Izaya se limpió la sangre con el puño del abrigo y añadió a su lista conseguirse un cambio de ropa.
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El día a día de Izaya Orihara
FanfictionEl informante finalmente tomó una decisión: "Durante los siguientes tres meses observaré a Shizu-chan de la misma manera en que suelo hacer con el resto de los humanos; lo observaré y también lo seguiré a dónde quiera que vaya con la misma dedicació...