Capítulo 11

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Tam estaba en su cama, ya había vuelto de comprar el regalo de Nico con Mía, estaba dando volteretas de un lado hacia otro, de repente su movil sonó, era un mensaje, miro a ver quien se lo había mandado, y en su pantalla ponía Hector; 'Te voy a recoger en veinte minutos, ponte guapa, y no se te ocurra rechazar mi cita. Hector.' Cuando terminó de leerlo una sonrisa se instalo en sus labios, Tam se quedó un rato inmovilizada mirando como una tonta la pantalla de su movil y releyendo el mensaje una y otra vez. Pero una pregunta asaltó su mente; 'Yo no he guardado en ningún momento elmóvil de Hector, ni si quiera hemos hablado del tema, ¿cómo lo tengo guardado en mi movil?. Entonces se levantó de un salto y miró su reloj, tenía exactamente veinte minutos para prepararse, bueno, diecisiete, se quedó parada pensando y empezó a correr como una loca. Llegó a su armario y comenzo a sacar toda su ropa para encontrar el conjunto adecuado, y, lo encontró, rápidamente se lo puso y miró el relos, le quedaban 5 minutos, y empezó a correr como una loca de su habitación al baño y del baño a su habitación. Se echo rímel y se pintó la raya que hacia que resaltara más su color de ojos, y volvió a mirar el reloj; 2 minutos, entonces Tam se acordó que todavía no estaba lista. 'Mierda, el pelo' pensó para ella. Rápidamente volvió a correr hastael baño quedandose parada enfrente del espejo e intentando hacerse 5 moños de diferentes maneras, pero ahí quedo, en el intentó, asi que decidió dejarselo suelto y un poco despeinado, se miró por ultima vez en el espejo y sonó el timbre. Tam miró el reloj, justamente acababan de pasar los veinte minutos, bajó las escaleras corriendo y se detuvo al estar frente a la puerta, para que pensara que no estaba esperandole como una boba, cuando vió que Hector se predisponía a volver a tocar abrió la puerta.

-Sabes que no me gusta esperar- respondió con un tono de voz seco y distante apoyandose en el marco de la puerta.

A Tam se le erizó todo el pelo de su cuerpo.

-Lo sé, pero no me has dado mucho tiempo que se diga- le respondió Tam mirandole seriamente. -Por cierto, ¿quién te dió mi número de teléfono y como grabaste el tuyo en el mio?-

-Nadie, yo solito cogí tu móvil, grabe el mío y me guarde el tuyo, asi de simple- le dijo mientras se curvaban las comisuras de sus labios y aparecian sus hoyuelos.

Tam solo le dirigió una sonrisa mientras se giraba para cerrar la puerta de su casa y después dirigir la mirada a Hector de nuevo, no se había fijado en el hasta ese mismo momento, y su mirada lo examinó de arriba a abajo, llevaba unos vaqueros negros pitillos, con una camiseta azul oscura de manga corta y una americana negra también, entonces se fijó en la mirada de Hector, la cual estaba haciendo lo mismo que la de ella segundos a atrás; Tam llevaba unos pantalones negros de tiro alto con unos botones dorados y una camisa blanca por dentro del pantalón.

Hector despues de revisar una y otra vez a Tam de arriba a abajo dirigió sus pasos hacia el coche, y se puso en el lado del conductor abriendole la puerta para que entrara, y segundos después rodeo el coche para sentarse en el asiento del piloto.

Tam, como de costumbre estaba mirando por la ventanilla, pero sentía que el coche no arrancaba y se giro para ver que pasaba, encontrandose con esa mirada tan intensa verde y una gran sonrisa mostrando sus hoyuelos que la miraban fijamente.

-¿Por qué no paras de mirarme?- dijó Tam poniendose las manos en la cara para que no le viera más.

-No te miraba a ti, no eres el centro del mundo- le contesto Hector mientras empezaba a arrancar el coche.

-¿Ah no? ¿Y se pude saber entonces a quién miraba el señorito?- le dijó Tam mientras dirijía la mirada por la ventanilla.

-Piensa lo que quieras, siempre te tienes que llevar la razón- dijó hector dando por finalizada la conversación.

Después de 15 minutos en coche llegaron a un restaurante situado en la ladera de una montaña, al lado de la carretera, Hector detuvo el coche, se bajó, lo rodeo y le abrió la puerta a Tam para que saliera.

Cuando los dos estuvieron fuera del coche Hector entrelazo sus dedos con los de Tam, la cual esta al contacto con los de Hector se le aceleró el pulso, sus respiraciones se volvieron más agitadas, los pelos se le pusieron de punta con tan mala suerte de que Hector se dió cuenta.

-¿Te pongo nervioso Tam?- le dijó Hector susurrandole en el cuello con la voz más ronca de lo habitual mientras su respiración chocaba con el cuello de Tam, esta no podía articular palabra, estaba más que claro.

-¿No me vas a responder peuqeña?- le dijo esta vez susurrando en la oreja, y por fin Tam pudo articular su primera palabra.

-Me estoy muriendo de frío, ¿podemos entrar ya?- le dijo tratando de sonar lo más calmada posible, aunque estaba más que claro que no lo estaba.

Una risa salió de la boca de Hector, y segundos después una sonrisa con hoyuelos se instaló en su cara.

-Si anda, vamos dentro antes de que te me desmayes- le dijó Hector acomodandose los rizos que caían en su frente y guiñandole un ojo.

La cena pasó sin ningún contratiempo, y después Hector le ofreció a Tam ir a una discoteca, a lo que esta aceptó; cuando ya estaban dentro se dirigieron a la barra.

-Dos vodkas, por favor- le gritó Hector casi al oído del camarero debido al estruendoso volumen de la música.

-Aquí teneis- les dijo el camarero a Hector y a Tam, mirandola de arriba a abajo.

Hector frunció el ceño, apretó los puños y se acerco de nuevo al oído del camarero.

-Ella es mía, ni se te ocurra volver a mirarla de esa manera- le dijó Hector marcando su profunda voz ronca y diciendo cada palabra lentamente.

Tam se giró al ver el comportamiento de Hector, se acercó a él y le dijó al oído para que le escuchara;

-Yo ni soy tuya ni de nadie, pero me da que menos tuya, por que entre nosotros nunca va a pasar nada ¿no? Asi que no me trates como un puto objeto- le dijo Tam mientras remarcaba cada palabra con furia y le pedia al camarero otro vodka bebiendose de un trago mientras Hector le enviaba una mirada de decepción.

Ya iban 7 vodkas, Hector no había vuelto a abrir la boca, solamente miraba como Tam bebía y bebía, pero cuando pidio el octavo vaso y ya estaba que no se tenía en pie Hector la cogio en hombros haciendo que su cabeza colgara por su espalda y la agarrara por las piernas y la saco de la discoteca mientras Tam le gritaba y le pegaba en la espalda como podía y Hector la montó en su coche.

Hector sabía que debía de ser el quien tenía que controlar ahora la situación, y le daba que Tam no se lo iba a poner fácil, aunque igual tampoco difícil.

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A ver, esperó que este capítulo os guste, yo creo que esta mejor que el anterior, aunque el siguiente estará mucho mejor, por lo menos en la idea que tengo en mi cabeza a mi me lo parece, por que estos últimos han sido demasiado tranquilitos y en el siguiente ya entrara como más ¿"acción"? Bueno, pues lo dicho, que espero que os guste, y bueno, este capítulo se lo quería dedicar a dos personas muy importante tambien para mí, con una llevo toda la vida, que es una de las primeras que lee mis capítulos y me dice lo que le parecen, y bueno, con la otra un año, pero es la mejor, la más guay, María, Irene, que es para vosotras.

-Lo inesperado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora