Mía empezó a abrir los ojos poco a poco, de repente, la cabeza le comenzó a dar vueltas, y no dejaba se sentir pequeños pellizcos en todos y cada uno de sus músculos.
Comenzó a mirar a su alrededor, estaba en un banco de un parque que no conocía; a pocos metros estaba un chico que le resultaba un tanto conocido en el columpio, balanceandose, el viento moviía su pelo rubio, ese pelo rubio inconfundible; Nico.
Mía inspiró una gran cantidad de aire, expulsandolo segundos despues intentando calmar el dolor de cabeza, o por lo menos, dejar de sentir todos esos pinchazos en cada parte de su cuerpo, Nico, al escucharlo giro su cabeza mientras su mirada se cruzaba con la de Mía, y segundos despues volvió a mirar al frente, dando pequeñas palmadas en el columpio de al lado para que Mía se sentara con él.
-No puedo moverme- dijo Mía en apenas un susurro, apenas inentendible, pero lo suficientemente alto para que Nico lo escuchara; y en ese momento, se levanto del columpio y se dirigió al banco en el que estaba Mía, cogiendola en brazos y haciendo que se sentara encima de él a horcajadas.
Ninguno de los dos decía nada, el silencio iba apoderandose de ese pequeño parque, pero no era un silencio incomodo, asi que decidieron disfrutarlo.
Nico no paraba de jugar con el pelo de Mía y de acariciarle la mejilla y la cabeza, y Mía, estaba abrazada a Nico, acariciandole en la nuca.
-Podrias haberte matado intentando salvarme- le susurró Mía en el oído sin dejar de acariciar su nuca.
-Hubiera muerto contigo si no lo hubiera hecho- le contesto separandose un segundo de Mía para poder mirarle a los ojos mientras le retiraba un mechon de pelo que se había colocado en su cara y se lo ponía detrás de la oreja.
-Si te hubiera pasado algo a ti y a mi no... yo...- dijo Mía bajando la cabeza
-Mírame- le exigió Nico mientras cogía su barbilla con el dedo pulgar e índice para que levantara la cabeza- Te vi caminando por la calle, con lágrimas sin dejar de resbalar por tus mejillas, te estuve llamando, pero no me escuchaste, parecía que estuvieras en otro lado, que no fueras consciente de tus actos, entonces te empece a seguir, temí que hicieras algo malo, temí perderte, de repente empezaste a correr, y cuando estabas cruzando una carretera caíste como un peso muerto en la mitad de ella, pense que te habias tropezado y te ibas a levantar, pero no lo hacias, entonces vi un coche a pocos metros de ti, quería echar a correr, cogerte en brazos y largarnos de ahí, per al principio mis piernas no respondieron, y hasta que el coche no estaba a apenas a unos pasos de ti, no pude moverme, pero no me lo pense dos veces, eche a correr hacia ti, si te mataba, yo moriria contigo, aun estando vivo.
Las lagrimas comenzaban a acumularse en los ojos de Mía, y se tiró a los brazos de Nico, abrazandolo, apretandolo tanto como sus musculos se lo permitian, y al fin, coloco su barbilla en el hombro de Nico, sin dejar de rodearle con los brazos.
Tam acababa de cerrar la puerta de su casa después de haber entrado; Hector la acababa de llevar en su coche.
Justo cuando Tam se sentó en el sofa su movil comenzó a sonar, viendo el nombre de la persona que le estaba llamando y una sonrisa se instaló en su boca.
-Sera tonto- dijo Tam en voz alta para si misma mientras descolgaba la llamada.
*INICIO CONVERSACIÓN TELEFONICA*
-A media noche, en la puerta de la discoteca que hay unas calles más abajo de tu casa.- dijó Hector con su ronca voz que dejó más tonta a Tam de lo usual.
-Como me pillen se me va a caer el pelo, son muchos días que llevo saliendo y sin dormir en casa- le contestó Tam.
-Ese no es mi problema, apañatelas- le contestó Hector, y dicho eso colgo
*FIN CONVERSACION TELEFÓNICA*
'Chico listo' pensó Tam. 'Ha colgado antes de que pudiera decir que no.'
Eran los once y media de la noche, Tam estaba tirada en la cama, sin taparse y ya cambiada, esperando a que el silencio inundara la casa, señal de que sus padres se habían dormido y... bingo a las doce menos cuarto las casa estaba totalmente en silencio.
Tam cogió las zapatillas en la mano para hacer el menor ruído posible y asi no despertar a sus padres, cogió sus llaves, el movil y el bolso y abrió la puerta de la habitación mirando a ambos lados del pasillo por si se daba la casualidad de que sus padres se hubieran despertado para ir al baño.
-Perfecto- dijó para ella misma saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de sí.
Iba avanzando por el pasillo, apenas hacía ruído, y consiguió llegar a las escaleras, bajandolas sin ningun problema, pero en el último escalón, al apoyar el pie en la madera, un enorme crujido salió de ella, haciendo a Tam maldecirse mentalmente, se quedó unos segundos parada, en silencio para ver si sus padres se habían despertado, pero nada, ningun ruido provenía de la parte de arriba asi que llegó su recorrido hasta la puerta, y justo cuando la estaba abriendo, se escuchó una puerta abrirse en la parte de arriba y unos pasos dirigirse a la parte superior de la escalera y una luz.
Tam rápidamente abrió la puerta de la calle haciendo el menor ruído posible y salió cerrando la puerta tras de sí, no produciendo ningun ruído audible, por suerte, y se apoyo en la puerta dejando caer su peso sobre ella y liberando todo el aire que había acumulado en un largo suspiro, y después miró su reloj, las doce menos diez, se sentó en el escalón que habia hasta bajar a la calle y se pusó las zapatillas encaminandose hacia la calle en la que había quedado con Hector.
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-Lo inesperado-
Teen FictionElla; Tam, una chica buena, que nunca haria nada peligroso o imprudente, hasta que lo conoció. Él; Hector, un tipo peligroso, de los que todos recomiendan mantenerse alejado, hasta que la conoció. El complementaba la actitud de chica buena de ella...