Nota raspadas sus rodillas, un liquido recorre estas, sangre, sin duda, en ese instante mira hacia adelante, una silusa borrosa por la presencia de lagrimas se aproxima hacia ella a gran velocidad, no lo entiende, no sabe dónde esta, o como a ido a parar ahí, justo en ese momento se acciona, mira a su alrededor, y ve circulando coches al lado suyo pitandole, no puede ser, no había pitidos segundos antes, esta en medio de la carretera, y la silueta borrosa no para de acercarse, cada vez es más indefinida por las lágrimas que no paran de acumularse en sus ojos, y apenas esta a unos 15 metros de ella.
Las manos y los brazos de Mía estan temblando, pero ella apreta fuerte las manos para disimularlo, y con la manga de la sudadera se seca las lágrimas de los ojos, para ver con más precisión el coche, viendolo a apenas unos 10 metros de ella. Mía intenta reaccionar, levantarse y correr, gritar, levantar las manos indicando que ella está ahí, que frene el coche, pero sus musculos no estan por la labor, esta paralizada, no puede moverse, y justo cuando el coche esta a apenas unos pasos de ella, cuando Mía ha agachado la cabeza y ha cerrado los ojos permitiendo a alguna lágrima salir de sus ojos, cuando un largo suspiro ha salido de su boca dandose por vencida, unos brazos la agarran por la cintura y la arrastran fuera de la carretera.
Mía era consciente de que estaba en brazos de alguien, e intenta ver su cara, pero los parpados le pesan demasiado, y lo poco que apenas puede ver, lo sigue viendo borroso, por las lágrimas, que aunque resbalan por sus mejillas no se dejan de acumular en sus ojos.
La mano de la persona borroso se coloca en su mejilla, mientras la acaricia, entonces, acerca su boca a el oído de la chica y le susurra.
-Tranquila, todo estará bien.- que hace erizar todo el pelo de Mía, y asi, con esas caricias y esos susurros, sus parpados se cierran, su respiracion se tranquiliza, su pecho sube y baja a un ritmo constante de nuevo, y se duerme.
Hector le mordió el labio inferior a Tam y se separaron por falta de aire, juntando sus frentes y respirando uno el aire del otro, entonces Hector presionó fuerte sus labios con los de Tam, y sonrio en su boca.
-Venga vamos a desayunar o no respondo de mis actos- dijo Hector con una voz más ronca de lo habitual levantando una ceja y con la sonrisa torcida dejando ver uno de sus hoyuelos.
Tam pusó los ojos en blanco y siguió a Hector a la cocina, fijandose en el contenido de unos platos encima de la mesa, crepes.
Los dos estaban desayunando, y el silencio se apoderaba poco a poco de la cocina; Tam estaba mirando a Hector, pero este no era consciente, estaba metido en us pensamientos, con la mirada perdida.
-¿En qué piensas?- le preguntó Tam pegandole un mordisco a su segunda crepe.
-En que cada vez te conviertes mas en el aire que necesito para respirar, para vivir.- le dijo Hector mirandole a los ojos.
Tam explotó en carcajadas.
-Vale, ¿qué es lo siguiente? ¿princesa de mis sueños?- dijo sin poder evitar reirse.
Hector le fulmino con la mirada.
-Es la última vez que te intentó decir algo bonito- dijo frunciendo el ceño y cruzando los brazos.
Tam se acercó a Hector y se puso a su lado.
-Oh, vamos rulitos, no te enfades, aunque me gustas más enfadado que cursi- le dijo Tam aguantando la risa.
Hector rodó los ojos y Tam le intento abrazar de la cintura, pero Hector no le dejo.
-Niña repelente- le dijó Hector mientras ponía los ojos en blanco y se levantaba a poner los platos en el lavavajillas, en lo que Tam aprovecho a ponerse detras de él.
-Venga rulitos, besame y calla- cuando Hector se giro para mirar a Tam no le dió tiempo apenas a pestañear, había apenas unos 5 centimetros entre los dos, distancia de la cual Tam se encargo de eliminar.
Las manos de Hector en la cadera de Tam, y las manos de Tam enredadas en los rizos de Hector, haciendo la distancia más pequeña entre ellos, por muy imperceptible que fuera ya, entonces un escalofrío recorrio el cuerpo de Tam; encajaban a la perfección.
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-Lo inesperado-
Teen FictionElla; Tam, una chica buena, que nunca haria nada peligroso o imprudente, hasta que lo conoció. Él; Hector, un tipo peligroso, de los que todos recomiendan mantenerse alejado, hasta que la conoció. El complementaba la actitud de chica buena de ella...