Hector dejó a Tam e la cama con cuídado, y después de que este le quitara el pantalón y la camiseta y le pusiera una camiseta suya larga y ancha, y de algunas palabras inentendibles en susurros de parte de ella, se quedó dormida mientras Hector la miraba sentado desde el otro lado de la cama. Después de un rato Hector metió a Tam en la cama y la tapó con las sábanas para que no cogiera frío, y se quedó ahí, viendola dormir, observando como su pecho subía y bajaba cada vez que respiraba, como se veía tan pequeña, tan inofensiva, pero tan fuerte, observando cada movimiento que hacía por pequeño que fuera, y se quedó mirandola por horas, hasta que se quedó dormido.
Tam se despertó, y pestañeo varias veces para acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana, y se estiró en la cama.'Está no es mi cama' pensó Tam mientra abría los ojos rápidamente; la habitación no le sonaba de nada, nunca había estado allí, su mirada recorría cada rincón de la habitación, una gran ventana, algunas estanterías con libros, un armario, nada fuera de lo normal, entonces vió la puerta abierta y escuchó ruídos que provenían de abajo, después de pensarselo un par de veces decidió levantarse y averiuar dónde estaba.
Cada pasó que daba era un nuevo recuerdo de la noche anterior, pidiendo al camarero, Hector sacandola del bar en el hombro, los puñetazos en el pecho de Hector, una lágrima resbalando por la mejilla de Hect, la cual fue secada rápidamente por su manga; justo en ese momento le comenzó a dar vueltas la cabeza, le dolían las manos, sus piernas empezarón a temblar, y se apoyó en el marco de la puerta; sus fosas nasales fueron inundadas de un buen olor, estaban haciendo el desayuno.
Tam se echo el pelo hacia atrás y comenzó a acercarse al lugar del que provenían los ruídos y un suspiro de alivio se escapó de su boca cuando identificó su espalda, entonces, Hector se giró haciendo que todo sus rizos se movieran en el aire.
La expresión en el rostro de Hector era indescifrable, no parecía que estuviera aliviado, ni enfadado, ni mucho menos triste, parecía que no sentía nada, la mirada verde que derretía a Tam era intermedia, sin expresion, y se volvió a girar centrandose en lo que estaba haciendo, mientras dedicaba a Tam unas simples palabras.
-Ah, eras tú-
-Sí, soy yo, ¿o es qué esperabas a alguien más?- dijo Tam intentando provocar enfado en Hector, le daba igual que sentimiento, solo que su expresión no fuera indescifrable.
- Al fin y al cabo tú debes saber mejor que yo donde estoy- volvió a decirle Tam logrando captar por un momento la atención de Hector el cual se volvió a girar mirandole a los ojos.
-Tienes razón, porque ayer fui el único que tuve dos dedos de frente, ya que a la señorita le dió por emborracharse, y no le pude llevar a casa en ese estado, asi que le tuve que traer a la mía- dijó Hector mirandola furioso- y ahora si no te importa puedes esperarme en el salón mientras termino de hacer el desayuno.
En el mismo momento en el que Tam escuchó esas palabras provenites de la boca de Hector se giró y se fue al salón, que estaba nada más salir de la cocina, ahora que se fijaba atentamente, Hector tenía un salón precioso, la pared, si se puede llamar así, estaba llena de ventanas, de arriba abajo, se puede decir que eran ventanas en vez de pared, y por lo menos era un décimo, con unas impresionantes vistas de la ciudad; se acercó a las ventanas y se quedó allí, de pie, observando todos edificios, y se metió en sus pensamientos, hasta que una mano le rodeo la cintura y la devolvió al mundo.
-¿Ya no estas enfadado?- le preguntoó sin apartar la vista de las ventanas.
-No he estado enfadado- responde Hector mientras suelta un suspiro y le dirige la mirada.
Un silenció incómodo se apoderó del salón.
-¿Te acuerdas de algo que me dijiste o te dije ayer?- le preguntó Hector mientras dirijia la mirada a la ventana.
-Algunas cosas- le respondió Tam despues de unos largos segundos- aunque apenas recuerdo nada desde que me sacaste del bar- le contestó dirigiendole la mirada por primera vez
Tam no apartaba la mirada de Hector, el cual estaba todavía mirando por la ventana, por lo que decidió seguir hablando.
-Te debo una, supongo que podrías haberme dejado allí tirada, y no lo hiceste, al fin y al cabo no eres tan malo como quieres aparentar.- le dijó Tam sin apartarle la mirada.
-Supongo que no soy ni bueno ni malo, cada persona escoge lo que quiere ser en cada momento, y yo he escogido ser en casi todos malo, pero siempre hay excepciones. Tú eres mi excepción, Tam- le contestó Hector, que al terminar de hablar, estaba mirando a Tam.
Justo en ese momento Hector se empezó a acercar a Tam, y Tam a Hector, sus pulsaciones aumentaron, las respiraciones entrecortadas, uno respirando el mismo aire que el otro, pero esta vez, todo era diferente.
Mía se despertó, bueno, si puede decir despertarse porque no se durmió en toda la noche, con los ojos rojos, inflamados de tanto llorar, con unas ojeras de no dormir, y con todo el maquillaje esparcido por toda su cara, y entonces se acordó de las palabras de Tam; 'Cuando lo hago, el dolor de dentro, es cambiado por el de fuera, y asi el de dentro desaparece por un tiempo.'
Justo cuando terminó de recordar las palabras de su mejor amigas cojió una cuchilla y fue al baño encerrandose con pestillo; estaba balanceandose sobre su cuarpo, de alante a atrás, con la cuchilla presionada sobre su piel, las lágrimas carren cada vez más deprisa por sus mejillas, y de repente, la cuchilla se resbala de su mano, rebotando en el suelo, se levanta y se lava la cara, vuelve a la habitación, y se viste para salir a la calle.
Mía no sabe a donde ir, solo ve manchas borrosas debido a las lágrimas que sus ojos no dejan de acumular, no escucha nada de fuera, sólo el latido de su corazón y su respiración, por su mente no recorre ningún pensamiento, no está, de repente, su respiración y el sonido de su corazón dejan de escucharse, y en ese momento, abre los ojos.
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-Lo inesperado-
Teen FictionElla; Tam, una chica buena, que nunca haria nada peligroso o imprudente, hasta que lo conoció. Él; Hector, un tipo peligroso, de los que todos recomiendan mantenerse alejado, hasta que la conoció. El complementaba la actitud de chica buena de ella...