El gigantesco Bolvar y yo nos miramos detenidamente, sólo cuatro metros nos separaban de aquel círculo de soldados donde me hallaba. Seguía en el suelo, manchado y mojado por la lluvia.
Tras varios segundos, Bolvar desenfundó lentamente su enorme mandoble de acero de su larga funda de cuero oscuro. De repente, con un fuerte movimiento lanzó su espadón, que finalmente, tras varios giros en el aire aterrizó entre mis piernas y en punta clavada. Mientras el arma tambaleaba del vuelo justo en frente mía, vi en el tímido reflejo de la espada una luz en el cielo. Se trataba de un arco iris.
Los soldados y el Señor creían que estaba aterrorizado con su magnífico lanzamiento (y lo estaba), pues Bolvar empezó a carcajear y el ejército consecutivamente reía y reía, pero en realidad yo miraba la luz.
Qué curioso... tenía la muerte delante y me dedicaba a usar los últimos latidos de mi corazón en mirar un simple destello del Sol en el reflejo de una espada que casi me mata...
Es precioso, pensaba. El arco multicolor incrementaba su intensidad, y la lluvia iba cesando a medida que el cielo se aclaraba. "Qué raro...", dije inconscientemente.
Las risas desvanecieron y se oía el roce de las armaduras de placas y acero del ejército oscuro girándose para ver el extraño acontecimiento que sucedía en el arco iris. No sabría haceros una descripción precisa de lo que contemplaban mis ojos, pues había un hombre cabalgando en el cielo a lo lejos. A su paso se creaba un camino de color arco iris en nuestra dirección.
El ejército se difamaba de aquel hombre de la luz, no les importaba, confiaban en el gran número que son.
A medida que se acercaba el individuo, Bolvar se arrimaba lentamente hacia mi crujiéndose los dedos y el cuello. Se ve que me quería brindar una buena paliza antes de que fallezca para demostrar el poder y la tiranía ante sus fieles guerreros. Me esperaba el final.
- "Einherjer lys!" - Gritó una potente voz.
De aquel hombre misterioso, un rayo de luz se desprendió. Fue cegador, no podía ver nada más que luz color de estrella. ¡Me carcomía la visión!
El numeroso ejército gritaba sobre su nulo sentido, se tocaban y se empujaban entre ellos como si intentaran orientarse. Yo seguía en el lugar, pero me levanté del suelo para intentar abrirme paso de entre los hombres acorazados. Me lograba mover, y me orientaba con la potencia luminosa, sólo tenía que abrir un poco los ojos para saber que los soldados brillaban más por el reflejo de sus armaduras que por el propio suelo, así que lentamente podía alejarme.
Cuando la luz de cada vez se volvía más y más tenue, se podía apreciar el sonido de los espadazos y tajos entre los gritos.
Tenía que moverme más rápido o volverían a atraparme, quién sabe qué me harán si me vuelven a capturar.
(Se oyen coces de caballo y más tajos con salpicaduras)
De guiarme por la luz de las armaduras, ya empezaba a apreciar el color rojizo del suelo, aquello parecía un baño de sangre. No sabía absolutamente nada de lo que estaba pasando. Temiendo por mi vida seguí avanzando, de vez en cuando me tropezaba con algún que otro cadáver de soldado.
Hasta que un ente me agarró de la espalda, tenía las manoplas puntiagudas y parecía llevar puestos unos guanteletes de cuero duro. Me levantó del suelo como una pluma, sentía que levitaba. Al momento, noté un ligero impacto en una coraza plana. Tenía el trasero en pompa en la base, como si estuviera tumbado en una silla bocabajo. Supuse que iba tumbado en el lomo de un caballo.
Notaba el viento a mayor intensidad en mi cara desprotegida, tenía dificultad para respirar y el aire era gélido. La luz en tan sólo un segundo llegó a desaparecer por completo.
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Sergio, y la Agonía
Viễn tưởngUna dimensión, un mundo. Un mundo, infinitas dimensiones. Si el número de dimensiones son indeterminadas, ¿quién podría decir que no existen otros mundos totalmente opuestos a los nuestros?; Como de un cocodrilo, a la existencia de los terroríficos...