No me gustas

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-No te preocupes, Karol. Candelaria no le va a decir nada a tu mamá que le mentí a las dos para que te quedaras conmigo.

Dijo Ruggero en el transcurso del camino con destino a mi casa.

-¿Y qué tal si le da un arranque y lo hace? Le cuenta todo...

-Hablé con ella y creeme que no se atreverá.

Me mordí el labio inferior. Seguía desconociendo lo que sucedió entre Ruggero y Candelaria en el departamento que ambos compartían, me estaba alterando el hecho de que Ruggero llegó como si nada con su maleta, el oso degollado y Karol, creí que Candelaria no lo dejaría regresar. Que todo haya resultado muy pacifico y sin más broncas me ponía de nervios... Era como en esas películas donde todo marcha bien pero sientes que en algún momento saldrá el enemigo a atacar. Tenía miedo de que Cande desatara su furia en los días siguientes.

Ruggero no tenía planes de contarme el motivo por el que estaba muy tranquilo y seguro de que todo iba estar bien. Tal vez había amenazado a Cande o ella de plano era muy comprensiva... Pfff, ajá, sí.

-Tenía que decirle parte de la verdad a tu mamá, que discutí con Candelaria. Tú no quieres quedarte en mi departamento y a tu mamá no le gusta nada la idea, entonces, te estoy llevando a casa.

Cosa que agradecí mucho. Ahora más que nunca me apetecía estar sola, lejos de Ruggero. No saben todo el embrollo que cargaba en mi interior... Estaba conmocionada por su declaración, me sentía culpable por su ruptura con la novia, tenía ganas de llorar todo el día porque aún no podía borrarme de la cabeza que Ruggero quería aprovecharse de mi, ebrio... Me inquietaba que Cande le fuera a decir todo a mamá... Maldita sea, el problema con esa marca estafadora también me estaba preocupando. Quería estar sola para ordenar mis pensamientos, estar un segundo más con Ruggero en su departamento lo iba a complicar bastante... Era mejor estar sola en mi casa.

Ruggero sólo hizo una parada, en el centro de adopción de mascotas para dejar a karol.

-Lo bueno que Cande se supo controlar y no le arrancó la cabeza a la gata también... El oso Arturo sí que no se salvó -comentó él cuando encendió el motor para continuar.

Por fin llegamos a casa y me ayudó con la maleta.

-Listo... -y salió. Sé fue y cerré la puerta.

Me sentí aliviada que se haya ido así sin más... O eso creí cuando alguien tocó la puerta, resultó ser él con otra maleta.

-¿Qué...?

-No me enorgullece decir que tengo más ropa que Candelaria y necesité tres maletas para empacar la mayoría. En el auto hay otra maleta pero con esta sobrevivo dos semanas -se adentró a mi casa y se puso cómodo en el sillón.

Hice mis cálculos mentales... Así que la primera maleta la dejó en su departamento, la segunda en el portaequipajes y la tercera era aquella ¿Eh?

-¿Qué significa todo esto? -le reclamé- ¿No tienes que irte? Dijiste que me traerías a casa.

-Exacto, dije que te traería pero no que te dejaré sola.

Ese rollo ya comenzaba a fastidiarme.

-No piensas quedarte aquí ¿Verdad?

-Si regreso a mi departamento, Cande irá y no me dejará en paz y no pienso volver a verla. No tengo a dónde ir, además aún estás a mi cargo. Tengo que darte de comer, supervisar que hagas tus deberes...

-No... Vete. Vete, Ruggero, no me siento nada bien.

Al instante se levanto y caminó hacia mi. Puso la palma de su mano en mi frente.

La pequeña KarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora