Se cierra el telón

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-¿Karol se portó mal? ¿No quiso comer todos los vegetales? -el sentido del humor de mi madre no me hizo bien en ese momento.

-La pequeña Karol es un poco berrinchuda, pero... -Ruggero agachó la cabeza- no sé por dónde empezar.

-Lo sé, te entiendo. A mí me saca canas verdes. ¿Ya sabes qué receta me darás? De preferencia que sea algo que le guste a Karol, sé que a estas alturas está odiando su menú.

El italiano sonrió con nerviosismo y se revolvió en su asiento.

-Antes de que le de los ingredientes, por favor permítame hablar con usted. Es urgente -declaró Ruggerito.

-Me asustas -confesó mamá sentándose en la otra pieza.

-Señora, yo le pido perdón -él miró a mi madre, pero apenas por un segundo- yo... Le mentí.

Di media vuelta con intención de huir de ahí.

-No, Karol... Ven aquí -me llamó Ruggero- por favor.

-¿Me mentiste? -mamá arrugó la frente. Con pesar me senté a su lado- a ver, mentir en qué.

-Cande nunca cedió para que Karol se quedara con nosotros... Al menos esta Karol no -Ruggero tomó aire y siguió hablando- una gatita llamada Karol, sí.

La expresión de mamá fue cambiando durante la explicación de la gatita, la última de ellas fue de enojo puro.

-Y yo estaba tan distraída y ocupada para dejar pasar la caja de arena y el estambre -dijo mamá- ¿Y en dónde estuvieron esos días? ¿Aquí?

-Mi departamento, tenía otro aparte -contestó Ruggero.

-Es el colmo -ella se levantó de golpe y se alejó unos pasos cubriéndose el rostro con las manos.

Sí, ya sabía yo que iba a reaccionar así. Quería echar a patadas a Ruggero antes de que dijera algo más.

-Karol sabía que no estaba bien, nada de lo que hice...

-¡¿Me puedes decir por qué lo hiciste?! -preguntó mamá exaltada.

-Me gusta su hija.

En mi mente ya estaba redactando mi testamento y componiendo un epitafio.

-Me gusta Karol. Es algo con lo que he lidiado todo este tiempo desde que nos conocemos. No tengo idea de cómo pasó. El punto es que Karol insistió para decirme que no era correcto mentirle a Cande y a usted, pero tenía miedo de decirle la verdad a usted porque... -resopló- Pero a Cande... Lo pensé por un minuto y terminé diciéndole la verdad, que Karol estaba en mi departamento y que me gustaba. Toda esa noche Cande y yo discutimos, lo mío con ella ya no funcionaba... Usted ¡Usted la conoce! Y no diga que no.

Mamá se recargó en la pared y cruzó los brazos, su respiración era agitada.

-Esa noche estaba yo rabioso. De mi parte ya había acabado con nuestra relación pero ella seguía aferrándose y preferí abandonarla. Necesitaba calmarme, olvidar los argumentos absurdos de Candelaria y tomé la peor decisión de todas. Me fui a un bar de Jazz y me bebí casi una botella de... De ya no me acuerdo qué era.

Subí los pies al sofá y pegué mis rodillas a mi pecho, oculté la cara porque no tenía valor de escuchar su versión de lo que venía a continuación.

-Sólo recuerdo que Agustín me hizo compañía en la barra del bar y me llevó a mi departamento -apreté mis ojos con fuerza, comenzaban a picarme- yo no lo recuerdo, lo juro, pero Karol asegura que... Que me porté como un cerdo con ella.

La pequeña KarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora