Capítulo 5: Ayuda inesperada

2.3K 249 24
                                    

Capítulo 5: Ayuda inesperada

.
.
.

Sintió una sacudida en su hombro, haciéndole salir de su pacífico sueño que realmente necesitaba.

—Eh, que ya hemos llegado —la voz de su hermano hizo que entreabriera los ojos ligeramente y le mirara con cara de "cinco minutos más".

Poco después recordó dónde estaba y a lo que se refería el mayor, por lo que hizo el esfuerzo de despertar tras refregarse los párpados.

—Esta noche más te vale dormir temprano —advirtió el rubio, mientras ambos bajaban del vehículo.

Sus palabras casi sacan una sonrisa irónica al menor, recordando que posiblemente estuviera en peligro de muerte si se quedaba dormido y faltaba al encuentro con Reborn.

No parecía ser del tipo de personas cuya virtud eran la paciencia y la misericordia, precisamente.

—Lo tendré en cuenta —bostezó, y se obligó a mantenerse despierto.

—Hubiera sido mejor si te quedabas en casa, pero como eres tan terco… —suspiró, tocando la puerta de la esplendorosa mansión en la que se encontraban.

El castaño bufó, molesto. Tenía sueño y, para mejorarlo, aquel encuentro tenía toda la pinta de ser tedioso.

Según lo poco que había escuchado a su hermano decir en el trayecto, era altamente probable —por no decir seguro— que se encontraran con los tres hermanos de la familia.

Y lo peor era que había una chica, la menor de ellos.

Detestaba a las niñas mimadas y vanidosas, que no hacían más que presumir de todo lo que tenían y tratar de echarle el guante al rubio. Era algo que solía ver en las fiestas de alta categoría a las que asistía algunas veces, y era peor cuando visitaba con el mayor aquellas familias cuya heredera era una pretenciosa, lo cual se solía dar en el cien por ciento de las veces.

Los chicos no se quedaban muy atrás pero, cuando se trataba de féminas, eran insoportables. Solo agradecía que no le estuvieran hablando a él. Le cargaba la tarea de lidiar con ellas al rubio, para algo debía servir que fuera su hermano mayor.

Al cabo de medio minuto, el portón fue abierto y pudieron acceder a la vivienda, siendo guiados por un mayordomo hasta una amplia sala que parecía estar hechas para las reuniones.

Sentados en un largo sillón les esperaba sus anfitriones, y ambos hicieron una leve reverencia en lo que ellos se incorporaban. El castaño les analizó con la mirada.

Como bien había dicho su hermano, eran tres. Evitó el reírse como pudo, pues sus peinados eran claramente graciosos.

Había visto muchos tipos de arreglos a lo largo de sus quince años, y tuvo que aprender a no carcajearse delante de quienes los llevaban para no ofenderles. Pensaba que lo había visto todo, hasta que se encontró con peinados que recordaban a frutas.

Y eso era lo que tenía en frente.

El que parecía ser el mayor tenía el cabello azul en forma de melón, el mediano tenía su color azul más oscuro, y en forma de piña. La menor, que agachaba la mirada, tenía el cabello violeta y también recordaba a una piña.

ConnaîtreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora