Capítulo 15: Telón

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Capítulo 15: Telón

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«Abrió los ojos, y se dio cuenta de que nuevamente lo veía todo como una tercera persona. La noche todavía estaba instalada en la ciudad, era por la madrugada, y observaba a su versión pequeña de unos diez años correr tras su hermano, más joven también, ¿catorce, quince tal vez? Teniendo en cuenta de que el mayor cumplía en enero, y no sabía exactamente la fecha de aquel recuerdo, no lo tenía del todo claro.

Empezó a seguirle, pero el pequeño Tsuna perdió al rubio por unos momentos debido a un tropezón con uno de los charcos de lluvia. Fueron unos instantes en los que se puso de los nervios, empezando a caminar sin rumbo fijo hasta que unos gritos lo alertaron.

Era la voz de Ieyasu, no había duda.

—¡Eso es mentira! ¡No puede ser verdad! —exclamaba, y siguiendo el sonido se dieron cuenta de que tan solo estaban dos callejones más allá de su posición.

Parecía hablar con alguien que no estaba tan alterado como el rubio, pues no lograban escucharlo hasta que llegaron.

La escena que vieron ambos castaños, asomando tímidamente la cabeza, no era precisamente la mejor. Unos hombres con la cara totalmente cubierta, al menos seis, apuntaban a su hermano con armas de fuego. Este no parecía inmutarse, y de espaldas a ellos discutía con el que parecía ser el líder, el único que dejaba su rostro al descubierto.

—Tú lo acabas de ver.

Parecía disfrutar con la expresión de sufrimiento que el chico debía tener.

—No es cierto... Nunca lo haría...

Se derrumbó en el suelo, derrotado más por las palabras que por los golpes que tenía. Parecía herido, pero más lo estaban quienes le atacaron. Seguramente se habría defendido hasta ese momento en el que sus fuerzas parecían haberle abandonado.

—Es una lástima, pero tienes que darnos lo que queremos —anunció sin rastro de conmoción en aquella rasposa voz—. O morirás aquí mismo.

—Me da igual. Me harás un favor... —¿se estaba rindiendo? ¡No podía hacer eso!

—¡Hermano! —el pequeño Tsuna parecía haber pensado lo mismo, y salió a intentar salvar al rubio, colándose en el círculo que le rodeaba sin pensarlo mucho—. ¡Levanta! ¡Tengo hambre! ¡Y frío! ¡Quiero ir a casa!

—¡Tsuna!

Se incorporó como un resorte al escucharle, y dando media vuelta fue directamente a cogerle en brazos, escapándose de aquel redondel tan peligroso.

Sin embargo, tuvo un error. En un callejón sin salida, ponerse en el lado que cortaba la pared teniendo en frente seis hombres armados tapando su única vía de escape era dar lugar a una situación bastante mala.

—Este niño debe ser alguien importante para ti

Vio como Ieyasu abrazaba fuertemente a su versión más pequeña, y miraba con rabia al hombre.

—Él no tiene nada que ver en todo esto, ni siquiera debería estar aquí —aclaró, pero al tipo poco parecía importarle.

—Bien, ya que te da igual morir tú, decide —apuntó a la cabeza del menor de los hermanos—. La vida del niño o el dinero.

—¡Ya te he dicho que no lo tengo! ¿Qué parte no entiendes?

Dejó al pequeño en el suelo, quien ya tenía los ojos llenos de lágrimas. Algo normal debido a la situación en la que estaban.

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