Capítulo 14: Nunca más

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Capítulo 14: Nunca más

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—Atún... ¡Atún! —el grito de su hermano le sacó de sus pensamientos, y levantó la vista del plato para mirarle con curiosidad—. ¿Se puede saber en qué piensas tanto? ¡Estás en las nubes!

—No pienso en nada, solo tengo... sueño —se excusó con la mayor naturalidad posible, tomando un poco de su vaso de agua.

—Pues parece que tienes sueño todos los días, porque siempre estás en tu mundo —se cruzó de brazos—. Aunque es normal, porque no duermes.

—Ya hemos discutido eso... —suspiró—. No puedo dormir sabiendo que hay alguien invisible rondando por aquí...

Le había dado una mala excusa, diciendo que últimamente tenía un extraño insomnio por las noches debido al "fantasma". Una mentira más de las muchas que ya le había soltado, se dijo con cierta amargura.

Pero estaban a mano, ¿verdad?

—Pues sea quien sea debes imaginarte que es una chica muy guapa —comentó tras un silencio que había preocupado al menor—. ¿Por qué si no te sonrojarías?

—¿Sonrojarme? —se sorprendió.

—Sí, pareces un tonto enamorado —sonrió—. Suspiras, miras la hora a cada rato y te pones como un tomate cuando piensas en sabe Dios quién, incluso cuando miras un simple café te pones en fase soñadora.

—¡N-no hago todo eso! —se ruborizó, levantándose de su silla mientras golpeaba la mesa con las dos manos, azorado.

—Claro, como tú digas —se burló—. Dime, ¿quién es? Pareces llevarte bien con los hermanos de Daemon... ¿Es esa chica tímida? Porque si es el otro que tiene pinta de sádico, déjame decirte que no...

—¡Claro que no! ¡Somos amigos! —interrumpió—. ¡No me gusta nadie! —añadió al ver las intenciones de seguir hablando.

—Eso lo tendrá que decir un experto —comentó divertido.

—¿Experto? —repitió con un parpadeo, sorprendido.

—Si dejaras de pensar en tu amor, lo sabrías —picó—. Tienes revisión médica, ¿te acuerdas?

—¿Ya han pasado seis meses? —dijo sin pensar. La última vez que se hizo la revisión fue una semana antes de su escape, ¿en serio había pasado medio año de eso?

—Sí, el tiempo corre deprisa... —centró su atención en el rubio ante su tono melancólico, con la mirada fija en el vacio.

Era una expresión que no le había visto antes, pues siempre solía ser alegre o molesta, en pocos casos enfadada y menos nostálgica.

Le llamó varias veces, pero seguía perdido en su mundo, como si aquella frase hubiera sido el desencadenante del comienzo de una ensoñación. Tuvo que pasarle la mano frente a su rostro repetidas veces para que reaccionara.

—¿Ahora quién es el que está en su mundo? —sonrió, y recibió un golpe por su comentario. Se quejó, pero en realidad no le dolió—. Supongo que a las siete, ¿no? —recibió un asentimiento—. Aun sigo preguntándome por qué me tengo que hacer la dichosa revisión cada seis meses si siempre me dice lo mismo.

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