Capítulo 13: Narcisos

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Capítulo 13: Narcisos

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Se apoyó contra la pared en un gesto de indiferencia, con sus brazos cruzados mientras la planta de su pie izquierdo se posaba en el muro. Sus orbes azules, tan claros como el cielo, recorrieron las calles iluminadas por las farolas y algunos coches que pasaban por ahí, aunque eran bastante escasos.

Concretamente, se fijó en un joven de cabello platino que cruzaba la calle sin siquiera darse cuenta que estaba atravesando la calzada, era improbable que lo supiera teniendo los ojos cerrados, al parecer enfadado y refunfuñando.

De esa manera, tampoco podía ver que un vehículo se aproximaba, sin intención de detenerse, en su dirección, dando algunas curvas. Seguramente, el conductor estaría ebrio.

Eso era un accidente con letras de neón.

Dada su lejanía, era imposible que pudiera hacer algo para ayudar a ese chico —el cual, viéndolo con detenimiento, le sonaba— y advertirle ya lo había hecho otra persona cuya voz no había sido escuchada, o quizá había sido ignorada.

Sí, hubiera sido una tragedia de no ser por la escena que se desarrolló tan velozmente que, de haber parpadeado, seguramente no hubiera visto como una pequeña y menuda figura se abalanzaba hacia la posible víctima, empujándole hacia adelante en un peligroso acto de heroicidad que hubiera acabado en tragedia doble de haber tardado el salvador un segundo más.

Ambos se incorporaron, y aunque el rescatado parecía alterado debido al golpe, pareció darse cuenta de que había podido morir en aquel lugar. Oh, ya recordaba por qué le sonaba tanto. Era parecido a ese pelirrojo herbívoro, bien podría ser su hermano. De hecho, alguna vez creía haberle oído que tenía un familiar menor que él.

El héroe de la historia le sorprendió, pues era aquel castaño que habría guiado hacia poco más de dos meses. No lo creía capaz de tirarse y arriesgar su vida por la de alguien que quizá ni conocía, se veía más bien como un muchacho temeroso que apreciaba su integridad física.

Pero ahí estaba, calmando al que habría salvado milagrosamente —el cual se había incluso arrodillado para agradecérselo— con una sonrisa nerviosa en su rostro. No podría oír la conversación, pero sabía que estaría diciendo que no era nada.

Le molestaba ver a ese chico, el cual se habría presentado como Tsuna la anterior vez, aunque en realidad no tenía nada contra él. Tan solo era que últimamente rondaba la ciudad con frecuencia, y añadiendo que su hermano parecía haber empezado a querer socializar precisamente con ese chico —algo sin duda extraño, pero cierto—, era imposible evitar pensar en él.

Era endemoniadamente igual, y ya no solo en el aspecto. Si no hubiera sido porque era muy incrédulo para ese tipo de cosas, hubiera asegurado que era la reencarnación de aquel chico que murió hacia casi seis años.

De aquel que no podía ni pensar en su nombre sin que le diera un sentimiento de impotencia del que trató —y sigue tratando— de escapar. No hacia falta mencionar que todo había sido en balde y que detestaba sentirse así.

Por eso trataba de pensar lo menos posible en él, y le iba medianamente bien, hasta que ese castaño apareció como si fuera su fantasma, con un aspecto y personalidad terriblemente parecido, siendo el reflejo de algo que desapareció hacía demasiado tiempo.

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