12. El misterio del ave dorada

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—Debo de estar cansado por todo lo que viví hoy seguramente —dijo Vincent para sí mismo mientras se dirigía a toda velocidad a su departamento.

Cuándo llegó a su departamento fue a bañarse inmediatamente. Una vez ya bañado sacó dos panes además de queso y mantequilla de su nevera, con un cuchillo mediano dividió los panes en dos, después les unto mantequilla con el cuchillo, le agregó queso y al final procedió a comérselos.

Luego se acostó en su cama, pasaron las horas pero él no podía dormir ya que tenía muchos sueños extraños que más bien para él eran pesadillas.

La pesadilla consistía en ver la sombra de un hombre extraño el cual nunca había visto pero que lo perseguía constantemente.

—No huyas Vincent —decía el hombre misterioso del sueño de Vincent.

Vincent simplemente huía, no sabía porque lo hacía ya que normalmente no huía de las personas así por así pero aquella sombra le infundía un miedo terrible en él a pesar de tener tantos poderes para defenderse.

—No huyas de tu destino —le decía el hombre mientras no dejaba de perseguirlo.

Vincent se detuvo para enfrentarlo.

—¿Quién eres? —preguntó Vincent mirando de pies a cabeza al hombre pero no podía observar su rostro, él rostro del hombre estaba totalmente tapado por un humo negro.—¿Qué quieres?

—Yo soy tú y quiero que enfrentes tu verdadero destino... —contestó el hombre mientras se acercaba a Vincent más y más.

Vincent no se podía mover, estaba completamente inmóvil.

—¡Piénsalo...! —le dijo el hombre mientras agarraba con fuerza los hombros de Vincent.

Vincent forcejeaba pero aun así no podía moverse.

En ese momento Vincent despertó todo sudoroso y rápidamente volteó a ver la ventana que estaba a la derecha de su cama. Al mirar por su ventana se pudo dar cuenta de aquél pajarito brillante que él perseguía estaba al otro lado de la ventana.

Vincent corrió hacía la ventana para observar más de cerca al ave pero cuándo Vincent llegó él pajarito nuevamente se había ido.

—¡Maldito pajarraco! —gritó molesto Vincent— ¿Qué quieres?

Luego revisó su teléfono celular para ver la hora, el cuál era en realidad un teléfono robado.

—¿Qué las tres y media de la madrugada? — dijo él haciendo una mueca.

Bostezó y nuevamente se fue a dormir.




Al día siguiente, en la ciudad de Guayaquil el sol brillaba con fuerza, provocando que los grados centígrados aumentaran, algo normal en la ciudad.

—Aun no entiendo la verdadera razón —empezó a hablar el guerrero del caos más allegado a Carlos— ¿Por qué nos retiramos cuándo pudimos acabar para siempre con la SDCA, señor?

—¡Ay Rigo no seas apresurado! —exclamó Calavera Mortal sobando su cabello— Pronto lo sabrás, pronto todos lo sabrán.

Calavera Mortal sonreía con malicia.

—Señor aquí estoy, ¿para qué me necesitaba? —preguntó un hombre de aspecto científico bien peinado, delgado y con una bata.

—¡Oh mi científico favorito! Kren te quería preguntar algo —respondió Calavera haciendo una pausa—¿Con esa pequeña dosis de ese líquido especial qué preparaste será suficiente para que el plan funcione? —continuó y preguntó.

Fénix: El LegendarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora