Caras vemos corazones no sabemos

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Estafa y prejuicio.

Capítulo 9: Caras vemos corazones no sabemos

Para Valka no pasaba desapercibido que algo pasaba con su pequeña hija; las semanas habían pasado y Astrid tenía una conducta extraña, ya no exigía como antes, seguía siendo gruñona como siempre, aunque moderadamente, incluso en su forma de vestir cambió. De usar esos atrevidos vestidos, los cambió por pequeños shorts y blusas holgadas, aunque siempre con su bikini por debajo de estas; sus altos tacones habían sido reemplazados por cómodos tenis o zapatos bajos, el cabello que tanto le gustaba presumir lacio y suelto últimamente lo llevaba trenzado; y cada vez que preguntaba si estaba adoptando una nueva moda siempre le respondía que le daba flojera cambiarse o así se sentía más cómoda, una respuesta poco creíble para ella, su madre, que la conocía desde que la tenía en el útero.

Sin embargo, el tener que salir con Mildew le daba poca oportunidad de averiguar a detalle, el viejo la citaba todos los días a un nuevo lugar; y sus esfuerzos estaban surtiendo efecto, pues el millonario tuvo su primera atención para con ella y le pagó otra larga estadía en el hotel que ya no se le podía engañar con la lesión de la rubia.

—Hoy saldré con Mildew, por fin me mostrará su casa... es decir mansión.

—Vaya madre, me sorprendes y eso que ha pasado un mes.

—Te dije que aún era buena. —presumió Valka dándole un pellizco a su hija que estaba muy entretenida ¡¿Leyendo?! ¡¿Un libro de astronomía?!

— ¡Ouh!... ¿qué te pasa?

— ¿Y eso? —preguntó quitándole el libro.

— ¿Qué? ¿Qué no puedo leer? —replicó Astrid arrebatándole el libro. —Me pareció interesante.

—Sólo que se me hace extraño que no estés leyendo esas revistas tipo Cosmopolitan.

—Tu comentario me hace sentir como si fuera una rubia idiota, y madre, no lo soy...

—Astrid, nadie te está diciendo tonta... ¿qué te pasa hija?

—¡Nada, madre! ¡Me sofoca que cuestiones todos mis movimientos! ¡Eso es todo!

—Está bien, está bien... —dijo la rendida mujer. —Sólo te recuerdo que vamos avanzando, muy pronto empezaremos a planear como vas a entrar en la vida de Mildew.

—¡Qué asco!... sólo de pensar que debo besarlo. —contestó Astrid con repulsión.

Aquel comentario no era nuevo para Valka, a su hija seguía disgustándole físicamente el viejo, y era comprensible, el sentimiento era mutuo.

—Bien me voy, y recuerda, sigue cojeando si quieres servicio al cuarto, no quisiera abusar tan rápido de la amabilidad de Mildew.

— ¡Dah, está bien! —dijo Astrid con su típica rudeza.

En cuanto su madre salió, resopló molesta y cerró ruidosamente el libro que Hiccup le había prestado, aunque rápidamente lo abrazó contra su pecho.

—Estúpido Hiccup. —sonrió. — ¿Por qué tienes que ser tan raro?

Dejó el libro a un lado de la cama y de puntitas fue a la puerta, la abrió y miró hacia ambos extremos para cerciorarse de que su madre se hubiera ido; una conducta que había adoptado desde semanas atrás.

Se cambió rápidamente con sus ya típicos shorts y blusas ligeras, cubriendo su bikini color azul, se puso unos tennis convers, se trenzó el cabello y salió de la habitación para ir a otra de sus tantas citas con su objetivo, aquel chico que la hacía sentir hermosa no importando como se viera, inteligente con cualquier estúpido comentario que dijera y muy querida.

ESTAFA Y PREJUICIO (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora