A buena y sin engaño, para mi quiero el provecho y para ti el daño.

1K 92 13
                                    

El día había llegado, Stoick casi no había podido dormir por su fracaso de noche de bodas, a diferencia de Valeska, que durmió plácidamente en la cama hasta que despertó como si nada hubiera pasado.

— ¡Oh, no! —exclamó adolorida cuando vio a su pobre y desdichado marido viéndola fijamente desde el sofá. —Stoick, no puedo creerlo... me quedé dormida, en ¡nuestra noche de bodas!

—Buen día amor. —Saludó el hombre tratando de sonreír, una parte de él estaba molesto, aunque no podía enojarse con la carita de borrego a medio morir que le ponía su esposa. — No te preocupes, tenemos toda una vida para hacerlo.

— ¿Y por qué no empezamos ahora? —insinuó lujuriosamente.

Sólo esa pequeña línea fue suficiente para que Stoick se lanzara a su mujer para besarla apasionadamente, se excitó más cuando la escuchó gemir, aunque de repente sus placenteros gemidos fueron reemplazados por un quejumbroso sonido.

— ¡Voy a vomitar!

Valeska empujó a Stoick para salir como rayo hacia el baño y empezar a expulsar todo el licor, los chocolates, bombones, mariscos, en fin, todo lo que había comido la noche anterior. Mientras tanto Stoick se asqueaba al escuchar como su mujer devolvía aproximadamente $500 dólares en comida.

— ¡No tardo Stoick! —avisó la mujer sin dejar de vomitar. —Se pasa me pasa en un ratito.

—¡Ah, no no no! No te preocupes tú sigue...—Exclamó espantado, escucharla vomitar no era exactamente placentero en ese momento. —Mejor... continuamos en la noche... tengo que ir a la oficina por unos papeles antes de ir a la luna de miel y también tengo una sorpresa para ti.

—Ok amor... entonces déjame darte un beso de despedida. —Pidió la mujer entre asquerosos gorgoteos.

—No, así déjalo... ¡Me voy!

Stoick corrió por su vida, sólo esperaba que su mujer se lavara muy bien la boca, supuso que era de las partes del matrimonio a lo que se debía de acostumbrar.

.

.

Llegó desanimado al trabajo, hasta agotado estaba y eso que no había tenido relaciones, sólo aquella sensación de querer hacer suya a una mujer, había esperado mucho tiempo, no se le hacía justo. Sus empleados al verlo tan "cansado" se burlaron y entre bromas exclamaron que "Valeska lo había dejado agotado"

"Si supieran" —bufó el hombre, regañando a todos por andar de indiscretos.

Cansado de los comentarios, entró al único lugar en donde había paz. Su oficina.

—Oh, muy buen día Sr. Vast...

Bueno, no estaba del todo solo, su asistente personal Aslaug, lo recibió con un "caluroso" abrazo, era una chica bonita, de 20 años y estudiante administrativa; de ojos azules, cabello castaño largo, y no sólo eso... sus piernas, uno de los motivos principales de contratación, así como su firme trasero y pechos y claro, porque era inteligente.

—Felicidades. —dijo la chica besando delicadamente su mejilla. —Me dijeron que la boda estuvo estupenda.

—Eh... sí claro... Aslaug... que mal que... no pudiste ir. —dijo lentamente Stoick, pues apreció que su asistente estrenaba un mini vestido color gris que mostraba casi en su totalidad sus hermosas piernas que combinaban perfectamente con sus altos tacones.

—Sr. Vast, hay mucho por hacer antes de que se vaya... enseguida le traeré la papelería. —Indicó profesionalmente la chica.

Este sin poder parpadear tomó asiento detrás de su escritorio, hasta que se golpeó mentalmente por estar viendo lujuriosamente a otra mujer, y no sólo una mujer si no su sexy asistente. Para cuando volvió a la realidad Aslaug ya había llegado con unos papeles los cuales muy, muy personalmente entregó.

ESTAFA Y PREJUICIO (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora