Quinto viernes.- Primera pelea

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Llegue a la puerta del edificio cinco minutos antes que ella, y para refugiarme un momento del frío decidí esperar adentro.
Si este era nuestro quinto viernes caminando juntos, entonces ya llevaba al menos un mes de conocerla, quizá nuestra interacción ha sido muy limitada pero un mes conociendo a alguien sin saber ni su nombre suena bastante incorrecto. Decidí que quizá debía hablar un poco el día de hoy para hacerle algunas preguntas.

-Hey- le dije cuando la vi mientras le abría la puerta para que saliera

-Hola- me contestó con poco animo. No le pregunté que pasaba, mirarla confusamente fue suficiente para que empezara a hablar. -estoy un poco enferma.

No le pregunte que tenía, olvide también las preguntas que iba a hacerle, cuando descubriera esas cosas esperaba que me las dijera con su vibrante animo.
Me di cuenta de que se veía más esponjosa de lo normal, parecía traer al menos otros tres suéteres encima. De repente vi una sonrisa traviesa asomar por sus labios, no sabía a dónde estaba yendo esto pero sabía que no sería conveniente para mi.

-Tu podrías haberme librado de la enfermedad- dijo, haciendo ojos tristes.

-No soy psíquico- le dije, sonando un poco más rudo de lo que esperaba.

-No estoy hablando de que la predijeras para mí, pero no hubiera pasado si hubieras estado conmigo.

Sabía que esta chica me tenía algo de confianza, quizá creía que mi presencia la protegía y por eso caminaba conmigo en las mañanas, pero creer que mi presencia podría salvarla de un virus parecía algo demasiado inocente hasta para alguien que se vestía de forma tan infantil y podría confundirse con una bola andando con tanto suéter.
No tuve que esperar mucho para que continuara con su historia.

-¿Recuerdas el miércoles pasado que el sol salió? Pues de nuevo cometí el error de salir sin abrigo suficiente, si hubieras estado conmigo sé que hubieras cuidado de mi y ahora estaría bien. Si caminaras conmigo cada mañana yo estaría siempre a salvo. Solo tendrías que levantarte una hora antes cada día.

Y tras su último comentario me sentí un poco molesto, quizá me había encariñado un poco con ella, era obvio, también me habría encariñado con un perro que llevará un mes siguiéndome, pero esa no era razón para que pensara que era yo el responsable de llevarla a la escuela o quedarse sin abrigo para cubrirla; y muchos menos para que hablara como si dispusiese de mi tiempo y dormir una hora menos cada día no fuera nada.
Debió ver en mi rostro lo mucho que me habían molestado sus palabras porque guardo silencio al menos unos tres minutos y me dijo haciendo los ojos de perro de nuevo

-No vas a empezar a caminar conmigo ¿verdad?

-Ni siquiera lo haría si fuera agradable hablar contigo los viernes.

Me arrepentí de decir eso en cuanto vi su expresión herida, pensé que iba a empezar a gritarme pero quizá la enfermedad no la dejaba con suficiente energía. Camino en silencio hasta llegar al escuela y una vez ahí se fue directamente hacia la derecha sin su "habitual" despedida.

Following herDonde viven las historias. Descúbrelo ahora