11 de octubre del 2003:
Has despertado entre las sábanas, gozaba de la dicha de tenerte a mi lado y aspirar tu dulce aroma.
—Buenos días —me saludas con una tierna sonrisa.
—Buenos días, cariño —te respondo.
Te escabulles entre la blanca tela para darte un baño y disfruto de la increíble vista de verte caminar. Coloco algo de música en nuestro equipo para hacer de tu ducha, una mucho más amena. Te alistas tan hermosa como siempre. No pude evitar el hecho de decirte algún halago y que me regales una de esas medias sonrisas de las que me había enamorado.
Cocinas algo para el desayuno, disfruto cada bocado como si fuera el último. Realmente tienes un gran talento para la cocina, cariño.
Sujetándote de mi mano, salimos a dar un pequeño paseo en las calles de Sheffield. Sé cuánto amas esta ciudad cariño, tanto como yo te amo y prometo estar aquí, junto contigo hasta el final de mis dias.
Eres una mujer enigmática, pienso mientras te adelantas señalándome cada cosa que te parece graciosa en el camino. Definitivamente no tienes idea de cuanto te amo mujer, y cuanto temo perderte.
Adoro el brillo de tus ojos cuando me preguntas:
—¿Me quieres?
Claro que te quiero, ¿por qué dudas ingrata? ¿no es suficiente todo lo que te escribo?. Te veo en cada instante, te encuentro en cada letra, en cada pincelada y en cada palpitar que me regala la vida, que ha dejado de ser mía para convertirse en tu agonía.
—¡Te amo!—exclamo, lanzándome a tus brazos.
Te quiero es poco cariño. Aunque suene cliché, y sé cuánto odias eso. Y es que no te quiero como tu quieres que lo haga, te amo cariño, y no hay quien lo deshaga.