13 de febrero del 2000
Notas mi mirada tímida analizandote al detalle y enfocas tus grandes ojos negros en mi, trato de desviar mi vista para que no te des cuenta pero es tarde, ya te estas acercandote hacia mi. Había un sitio desocupado al lado mio, y lo abordas para cuestionarme:
—¿Entiendes el tema?
—No le preste tanta atención—balcuceo, atontado con tu belleza.
—¿Qué es eso que dibujas?—cureoseas señalando mi cuaderno.
—No es nada en especial, sólo unos garabatos.
—¿Estás seguro?
—Claro que sí, son mis dibujos—respondo, riendo de nerviosismo.
Tu mirada era una de las cosas que me tenía encantado constantemente, me encantaría ver a través de ella y percibir cómo es que ves la vida.
Luego de observarme con duda durante unos segundos, giras tu mirada de nuevo hacia el profesor y colocas una mano en tu perfecta quijada. Yo te analizaba como de costumbre: Pestañas como sombrillas, cabello corto y ligeramente ondulado, piel pálida y ojos casi negros, te recordaba de memoria. Estoy casi seguro que te describiriá al detalle si me piden que lo haga porque asesinaste alguien y no saben tu identidad, pero, no te preocupes cariño, no te delataría, trataría de equivocarme en alguno de tus rasgos sabiendo que te conozco completamente.
—¿Quieres ir por algo de tomar hoy?—te pregunto con mucha valentía, había esperado este momento durante mucho tiempo.
—Claro, ¿A donde?—respondes, un viento de alivio aterrizo en mi mente, ¡Habías aceptado! Era suficiente, iría contigo a donde sea.
—No lo sé, pensé en algún bar.
—¿Conoces el Rusty?
—Sí, queda muy cerca.
—Te espero ahí a las 9:00.
—¿No quieres que pase por ti?
—No, gracias, está bien si nos encontramos allá.
Sonrio en forma de afirmación y vuelves tu mirada hacia la pizarra mientras juegas con una lapicera.