Atrapada en el pasado

Capítulo XXI

No había apartado la mirada desde que la "Layla" de sus recuerdos empezó a matar a todo ser vivo que se cruzase por su camino. Los gritos de la gente hacían que su corazón palpitase de forma frenética y tan solo estaba viendo el pasaje de sus recuerdos.

Cerró los ojos dejando que el recuerdo cambiase, avanzando el tiempo unos minutos.

La calle central había sido destruida, se podía respirar el fuego fusionado con el nauseabundo olor a la sangre que desprendían todos aquellos cadáveres que dejaba a su paso.

Tomó aire y por primera vez decidió adentrase en sus recuerdos, nada cambiaría, pero quería verlo, ver su cara de cerca, comprobar sus facciones y así determinar esos sentimientos confusos que no la dejaban conciliar el sueño. Sabía dónde encontrarse por lo que caminó por aquella calle destruida, él suelo había sido agrietado, las casas no fueron capaces resistir el poder del ángel caído y ella se dijo así misma que no debía mirar al suelo, charcos de sangre se hicieron presentes en su camino y cuerpos desmembrados ocupaban la zona, no debía mirar...bajo ningún concepto debía bajar la mirada, porque sabía cómo reaccionaría.

Tomó aire, y escaló los escombros sobre los que Layla del pasado estaba subida, los había convertido en su torre desde donde podía ver a toda Magonolia huyendo espantada, escondiéndose para que su vida no fuese arrebatada. Se fijó que entre los escombros que habían formado la torre, la cual realmente era una pequeña montaña de escombros, no solo había edificaciones destruidas varios cuerpos se encontraban ahí, lo notó cuando con su pie pisó en el pecho de un adulto que fue aplastado. A prisa llevó una mano a su boca.

No debía hacerlo.

Debía aguantar.

Finalmente subió, y se encontró con su otro yo separando la cabeza, de un joven que suplicaba por su vida, del cuerpo del muchacho para acto seguido lanzarlo al vacío como si su juguete ya se hubiese roto.

—Vaya...lo recuerdo tal y como fue...

Obviamente aquello no era más que un pasaje de sus recuerdos por lo cual, la Layla a la que le hablaba no la estaba escuchando, se volteó observando el resultado, la ciudad comenzaba a caerse a pedazos, los magos habían salido del gremio y la miraban con horror, se había convertido en un monstruo.

—Oye...—El ángel de oscuridad se giró como si la hubiese escuchado y al fin pudo ver su cara, la expresión que puso en aquel instante— este es el recuerdo por el que no merezco seguir viva, porque tengo miedo, de ti, de mí, de nosotras...

Un grito conocido la hizo darse la vuelta hacia el gremio, había escuchado su nombre, su verdadero nombre, se acostumbró tanto a ser llamada Layla que escucharlo de la boca de su mejor amigo hizo que algo cálido brotase en su interior.

—Tienes que detenerte, no dejes que ese poder te controle, por favor escúchame.

Todo el gremio estaba presente, pero él y solo él fue quien tuvo el valor de dar un paso al frente y tratar de detenerla. Los adultos tragaron saliva, eran conscientes de que ella algún día se transformaría en ese monstruo, lo que ninguno de ellos esperó es que la chica desarrollase una doble personalidad que quisiera matarles a todos.

—Están equivocados...—Layla se miró así misma su expresión no cambió en lo absoluto, era la misma que hace unos minutos— el poder no me controlaba, yo lo controlaba a él.

—Por favor...escúchame —Suplicó el chico, todos sabían que si alguien la detendría sería él....

O eso pensaban.

Layla decidió volver a su lugar de espectadora, fuera del recuerdo, no podía ver lo que ocurriría a continuación pues sabía que ahora atacaría a Raidon con la misma sonrisa con la que decapitó a aquel niño, con la misma sonrisa con la que mató a aquellas personas. Sí, aquella era su expresión, desde que obtuvo aquel poder no había dejado de sonreír, lo amaba...el sabor de la muerte...lo amaba...