Capítulo 10

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Un sonido incesante proveniente de la puerta me saca de mi sueño. Unos rayos de sol se colaban entre las cortinas, parece que ya era de día.

Me levanto perezosamente y me dirijo a la puerta. Al abrir me encuentro con la tutora, quien sin preguntar entra a la habitación.

-Vengo a comprobar que estéis en vuestras habitaciones, como advertí - Dice adentrándose por el pasillo.

-¿No te fías de mí? - Tras decir esto, se me escapa un bostezo.

-Sinceramente, de ti era del que menos me fiaba - Vaya, mi tutora es más directa que una flecha - Pero parece que mis dudas eran infundadas. ¿Habéis dormido en una misma habitación sin mataros?

-Sí, aunque tampoco es que hayamos hablado mucho.

-Por mí mientras no os acabéis peleando me da igual... - Dice suspirando - Cuando la directora me dio el reparto de habitaciones y vi que estabáis juntos sentí un escalofrío. Ya me cuesta teneros sentados cerca en clase. Pero me alegro de que por ahora os vaya bien. Intenta que siga así por el resto del viaje, ¿de acuerdo?

-No puedo prometer nada - Respondo negando ligeramente con la cabeza.

-Ya te ocupas tú de despertarle, ¿vale? - Ahora que me fijo Raúl sigue dormido. ¡Menudo sueño más profundo tiene! Con el escándalo que había montado la profesora - Estad abajo en media hora.

Antes de que me diera tiempo a responderle nada ya se había marchado.

Me acerco sigilosamente hacia la cama en la que está Raúl. La verdad es que dormido tiene un punto tierno... Normalmente se muestra algo arisco o gruñón, pero así se ve muy relajado.

Le sacudo un poco el brazo, pero no reacciona. Decido agitar con más fuerza.

-Raúl, despierta. Hay que ir a desayunar.

-Por favor... Unos minutos más - Pide con los ojos aún cerrados y torciendo un poco el rostro. Tiene la voz algo ronca, no puedo reprimir una sonrisita ante esto.

-No, tienes que levantarte ya - Exijo mientras tiro de la sábana para destaparle.

Pero claro, ¿cómo iba a imaginarme que Raúl se había acostado con tan solo un bóxer puesto?

Sin darme cuenta mi mirada recorre su cuerpo de arriba a abajo. Tenía unos pectorales y abdominales marcados, pero no exageradamente. Solo lo justo. Mi mirada se detiene en su ombligo, y se dispone a bajar más mostrándome el borde de su bóxer...

-¿Isma? - Me nombra bostezando sonoramente. En ese momento me percato de lo que estaba haciendo y mi vista se desplaza posándose en su cara, que se ve muy somnolienta. Le sonrío con nerviosismo. Por favor, tierra trágame - ¿Qué miras?

Raúl dirige su mirada hacia su cuerpo. Casi al instante su cara adormilada cambia a una mucho más despierta. Abre los ojos como platos y se sienta en la cama, mirándome confundido.

-Pe-pero... ¿Qué estabas mirando? - Pregunta a la vez que se tapa de nuevo con la sábana hasta la altura de la cintura. Me mira esperando una respuesta, y en sus mejillas puedo notar su vergüenza.

-Y-yo no e-estaba mirando nada... - Tartamudeo. Mierda, así nunca podría sonar convincente - ¡¿No tienes pijama o qué?!

-¡¿Y tú no tienes otra cosa que hacer que espiar a gente dormida?! - Espeta.

-¡Yo no te estaba espiando! Solo quería avisarte de que hay que bajar a desayunar. Pero si tú no quieres ir, yo no pienso esperarte - Contesto dirigiéndome a la puerta.

-¿Y piensas ir en pijama? - Pregunta sarcástico.

Mierda... Esto ya me estaba empezando a sacar de quicio. Y pensar que ayer me estaba cayendo bien.

-¡Estabas mejor dormido! De verdad, no sé ni para qué me molesto... - Mascullo mientras voy hacia el vestidor.

En cuanto me cambio, guardo el pijama y me dirijo al baño. Me lavo la cara para despejarme, aunque la discusión con Raúl ya me había dejado más que despierto.

Salgo de la habitación sin volver a hablar con Raúl y me encamino a la habitación de Joaquín.

La verdad es que más que enfadado con Raúl... estoy avergonzando de mí mismo. No había podido evitar observarle, a pesar de no admitírselo.

No sé qué pasaba por mi mente en ese momento... Bueno, en realidad sí: nada. No estaba pensando. Simplemente actué casi por instinto. Y eso es lo que más me preocupa.

No sabía qué hacer ni pensar en una situación así, y su habitual desprecio hacia mí no hace las cosas más fáciles.

Justo cuando llego a la habitación de Joaquín se abre la puerta y él sale junto a Perxitaa. Quiero decir, junto a Jaume. Joder, me va a costar acostumbrarme. Pero supongo que llamarle por su nombre es lo más correcto.

-¿Sabes si Raúl sigue cabreado conmigo? - Me pregunta Jaume en cuanto me ve.

-Se acaba de pelear conmigo, así que supongo que de lo tuyo ya ni se acordará, Perx... Jaume - Le digo.

-¿Jaume? - Repite poniendo mala cara - Por favor, solo mi madre me llama así... ¿Te lo ha dicho Raúl?

-Sí, bueno, en realidad te nombró así y yo le pregunté quién era, por lo que me lo explicó - Aclaro.

-Pues sí que está enfadado para llamarme así... - Dice mostrando algo de preocupación.

-En realidad creo que le disgusta estar peleado contigo... Lo que pasa es que su orgullo no le permite perdonarte así como así, ¿no crees? Si te disculpas te perdonará - Aseguro dándole mi opinión.

-Sí, lo más probable es que tengas razón. Voy a ir a pedirle disculpas, ¡nos vemos luego! - Exclama Perxitaa y se marcha por donde yo había venido.

-¿Bajamos ya? - Me pregunta Joaquín. Yo asiento porque lo cierto es que no me apetece nada encontrarme con Raúl. Por ahora lo mejor será que vayamos cada uno por nuestra parte.

Una vez en el buffet cogemos nuestro desayuno y nos sentamos.

Mientras yo estaba degustando mi tostada con mantequilla, junto a unas ensaimadas y un zumo de naranja, algo me llama la atención a lo lejos.

No era otra cosa que Raúl. Está sentado con Perxitaa, por lo que probablemente yo tenía razón y le había perdonado.

Pero lo que captó mi atención no era eso, sino otro detalle: Raúl se estaba tomando un par de magdalenas junto con un vaso de leche.

Magdalenas.

Magdalenas... ¿Pero él no las odiaba?

Wisplay ~ Una Excursión ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora