Capítulo 64

574 71 84
                                    

Después de toda la extraña pero, a mis ojos, bonita escena, Miguel y Juan acaban sentándose en nuestra mesa. Aunque, eso sí, Juan nos manda cada dos por tres miradas de odio a Perxitaa y a mí, lo que me lleva a pensar que sospecha de que no me haya deshecho del vídeo.

En fin, tampoco dice nada respecto a eso, así que decido no darle más importancia y simplemente esquivo sus miradas.

La comida consiste en unos filetes empanados acompañados con patatas fritas. No es nada del otro mundo, pero al menos es comestible, no como lo que nos sirvieron en el restaurante del otro día.

Mientras comemos no sucede nada importante, solo tratamos de encontrar un tema del que hablar en común, donde podamos participar todos.

Aunque, como suele ocurrir en estos casos... las conversaciones se desvían hacia lo que a cada persona le gusta, por lo que termina habiendo varios grupos hablando de cosas completamente diferentes.

Yo, por mi parte, acabo charlando con Joaquín y Dani. Con esos dos solo tienes dos opciones: o reírte con ellos, o pensar que son retrasados. Yo me decanto por la primera. Al fin y al cabo, cuando estoy con ellos yo mismo me rebajo a su nivel y termino actuando de forma estúpida a veces. Pero es divertido.

De repente, siento una pequeña vibración en mi bolsillo y me dispongo a mirar qué notificación ha llegado a mi móvil.

Me sorprende ver un mensaje de Raúl, puesto que sea lo que sea lo que me quiere decir, puede hacerlo directamente. Estamos sentados justo al lado.

-¿Sería muy humillante si te digo una cosa? - Leo en la pantalla de mi teléfono.

Alzo una ceja, extrañado. ¿De qué puede estar hablando? ¿Humillante? ¿En qué sentido?

Miro en su dirección y me lo encuentro hablando animadamente con Carlos y Juan. Opto por responderle por medio de un mensaje; si él lo prefiere así, será por algo.

-Depende... ¿qué cosa? ¿Y qué necesidad hay de decirlo por aquí?

Llevo mi mirada de nuevo hacia él, y veo cómo desatiende un momento la conversación para centrarse en su móvil.

Intento observar qué escribe, pero él se percata de ello y lo hace de forma que no pueda ver su pantalla. Resoplo por ello y una ligera sonrisa se muestra en su rostro.

Cuando él deja el móvil y regresa a la conversación, es cuando yo cojo mi propio teléfono al notar el aviso del mensaje.

Por un momento dudé si debía esperar un poco antes de leerlo aunque sea para que no parezca que solo estoy pendiente de lo que él tenga que decir... Pero a la mierda el orgullo, lo cierto es que me supera la curiosidad por saber qué le ocurre.

-¡Resultaría vergonzoso decirlo frente a los demás! E incluso solo a ti... Es algo que no puedo decir cara a cara.

-Bien, Raúl, tranquilízate y habla... ¿a quién has asesinado esta vez y dónde está el cadáver?

Puedo notar de reojo cómo sonríe más ampliamente al leer mi mensaje y se apresura a responder. Ahora mismo las conversaciones en las que estábamos cada uno han perdido todo el interés y han pasado a un segundo plano.

-Si vas a decir esas tonterías mejor ni me molesto...

-No me vengas ahora como si te hubieras indignado... Recuerda que estamos al lado y puedo ver tus reacciones. No sirve fingir, admite que te ha hecho gracia.

-Bueno... Quizás un poco.

-¿A que no era tan difícil? Pero ahora en serio... ¿qué ibas a decirme?

-Que... No, es que no puedo. Te vas a reír de mí por cursi.

-Oh, conque una cursilada, ¿eh? Pues ahora quiero oírlo.

-Promete que no te reirás...

-¿En serio? Pareces un niño pequeño.

-Tú promételo.

-De acuerdo, prometido.

-Bien... Pues era solo que... Todavía no ha terminado este viaje y ya te estoy echando de menos...

No puedo evitarlo y, aunque he prometido lo contrario, una pequeña risa se escapa de mis labios. Pero es una risa sin ninguna maldad, más bien producida por lo tierno que podía llegar a ser Raúl.

Me giro hacia él y puedo contemplar su ceño fruncido, probablemente a causa de que yo haya faltado a mi palabra.

Sin embargo, le hago caso omiso y me acerco hasta él para unir nuestros labios, conmovido por sus palabras.

Me corresponde aun estando algo sorprendido, y cuando el beso termina, me acerco a su oído para susurrarle algo.

-No puedo culparte... Yo me siento exactamente igual. Pero habérmelo dicho, tonto. Yo soy igual de cursi cuando estoy contigo.

-Yo ni siquiera sabía qué era la cursilería antes de ti y ahora mírame... Prométeme que esto no se terminará al acabar la excursión.

-Te lo prometo.

-¿Tu palabra valdrá lo mismo que la de hace un momento?

-No, esto va muy en serio...

-¿Y cómo puedes estar tan seguro?

-Porque tú eres lo único de lo que estoy seguro.

Wisplay ~ Una Excursión ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora