Capítulo 5

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Exactamente hoy era domingo, doce de Abril, y estaba más que nervioso.

¡Vamos!
¿Quién iría a una casa cuando estas enojado con el dueño?
Estaba enojado con Dios. Ese era suficiente motivo para no querer pisar ese lugar.

¡Qué necio e ignorante fuiste, Santiago!  Pienso ahora que veo y repaso estas líneas ahora que puede ver todo tan claro. Cuando cierro mis ojos es como si pasara por mi mente una película por todo lo que tuve que vivir, sonrío ante la perfecta obra que Dios hizo en mi vida, cómo me perfeccionaba y aún lo sigue haciendo, cómo me atraía discretamente hacia él; haciéndome ver que él no era el culpable de la muerte de mi mamá, diciéndome que me amaba y era por medio de Ángel que me haría regresar a él.
Ahora entiendo lo que decían de Dios. Ahora entiendo que él es demasiado caballeroso para acercarte a él a la fuerza. Él solamente te muestra su camino, lo hizo conmigo y yo sin darme cuenta, desde que había nacido Ángel, había iniciado a caminar en el.

— ¿Amor, listo? — Preguntó Clariza con una enorme sonrisa en su perfecto rostro. Yo en cambio le dediqué una mirada de reproche — ¡Ey! Todo saldrá bien. Te amo, lo sabes ¿verdad? — Dijo risueña. Yo reí depositando un beso en sus labios.

— Entonces vámonos antes que me arrepienta.

Al subir al auto no me había dado cuenta de que Ángel lucía realmente hermosa. En verdad llegué a creer que era un verdadero Ángel. Vestía un vestidito blanco, con sus zapatitos y sus calcetines de vuelito, su cintillo, me parecía chistoso verla con él. Mi hija era realmente hermosa y definitivamente la cuidaría de los chicos cuando creciera. Creo que desde ya preferiría que fuera monja.

¡Pero que padre tan egoísta!

Suspire y Sonreí al verla.

¡Era mi niña!

¡Mi Ángel!

¡Mi vida!

— Todo estará bien, amor —  Dijo Clariza una vez mas. Ella sabía que esto no era nada fácil para mí, pero ella siempre daba lo mejor de sí para hacerme ver que no estaba sólo.

Cuando llegamos, mil recuerdos vinieron a mi mente: aquí fue donde mi mamá me presentó también, fue aquí donde conocí a Dios, fue aquí donde mi mamá quería que estuviera, fue aquí donde me casé con mi esposa, aquí. Fue aquí donde mi madre le había pedido a Dios que la sanara, y él, como respuesta la había abandonado, él se olvidó de mi madre. Por esa, y mil razones mas odiaba este lugar.

Entramos a la iglesia y todos saludaron a mi esposa, yo iba cargando a Ángel; odiaba andarla en coche, prefería llevarla en mis brazos.

Al inicio, muchos se sorprendieron al verme, sus rostros los delataban, pero muy pronto empezaron a sonreírme y saludarme con un apretón de manos, sin hacer ninguna pregunta referente a cómo me sentía por la muerte de mi madre, cosa que agradecí.

No hicieron falta los que me pidieron cargar a Ángel.

Y luego, como algo inevitable, el servicio había iniciado.

Era el tiempo del mensaje, el pastor predicaba del amor de Dios y cómo él muchas veces actúa de una manera inesperada; injusta tal vez para el entendimiento humano.

Hoy sonrío cuando cuando recuerdo ese mensaje, ese día que lo escuché lo odié, incluso odié al pastor porque creía que lo decía por mí, cosa que no era. Estaba tan sumido en mi ignorancia y resentimiento que no pude comprender que una vez más el mismo Dios me estaba hablando y previniéndome a lo que vendría. En realidad no odie al pastor, lo que odié fue saber que cada palabra que salía de su boca era cierta. Odie reconocer que yo estaba mal y que era un completo ingenuo al decir que estaba enojado con Dios.

Ángel - Jossadry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora