Mi dulce Ángel:

465 43 4
                                    


Mi hermosa Ángel:

Cuando supe que seria padre me alegré mucho, ¡No sabes cuanto mi niña! Era mi primera vez, mi primera experiencia con esto. Tuve mucho miedo, no te lo voy  a negar mi niña, pero eso quedo atrás el día que te tuve en mis brazos, eras tan pequeñita. Recuerdo que tomaste mi dedo y no lo soltaste. Ese día sentí que conocí el amor. Te amé desde el día que supe que vendrías a nuestras vidas.

Cuando llegaste a casa, eras el centro de atención. Agradecí tanto a Dios por ti, mi niña. Le agradezco incansablemente  a Dios por haberte conocido, por haberme permitido ser tu padre, por tenerte en mis brazos, por amarte tanto.

El día que vi que algo andaba mal me alarme muchísimo, miedo corrió por mis venas, Ángel. Enseguida supe que eso no era nada bueno. No te estabas desarrollando como los otros niños, no empezaste a hablar cuando debías y caminaste ya cuando eras muy grande, pero eso hizo que te amara aun cada día más. Fui de clínica en clínica, de médico en médico buscando el problema. Cuando supimos lo que sucedía, mi mundo y toda esa armadura contra el dolor se vino abajo.

Recordé a mi madre, Ángel, que tú no la conociste. Sentí que todo terminaría así, pero hoy estás con ella, ya la conoces y eso llena de paz mi corazón; porque ahora sé que eres feliz. Verdaderamente feliz, sin dolor ni más sufrimiento.

Luego vino lo peor. Me dolía cada vez que te hacían tantos exámenes, pero eso hizo que mi amor por ti creciera cada día más. Me dolía cuando nos prohibían verte porque estabas muy grave, pero hizo que mi amor creciera más por ti. Me dolía cuando Clariza dejaba de creer, pero eso hizo que mi amor creciera más por ti. Me dolió cuando tu hermoso y delicado cuerpecito se torcía conforme pasaban los días, pero eso solo hizo que mi amor por ti creciera aun cada vez más. Me dolió el alma cuando ya no pudiste ver más y buscabas entre la nada cuando te llamaba y te decía que te amaba y tu hermoso rostro se iluminaba con una sonrisa, pero eso solo hizo que tu estuvieras más grabada en mi alma y mi corazón. Sin duda alguna me dolió cuando ese día balbuceabas tratando de hablar, porque tu cuerpo te lo impedía, pero eso solo hizo que mi amor por ti creciera. Indiscutiblemente me dolió cuando ese tubo estaba en tu estómago porque no podías digerir muy bien los alimentos, pero eso solo hizo que me aferrara más a Dios y te amara con más intensidad.

Pero te amé mi querida Ángel, el día que a través de ti conocí a Dios otra vez. Te amé Ángel, el día que supe que debías volver a tu creador. Te amé Ángel, te amé y te amo como nunca en mi vida he amado a nadie; ¿Sabes por qué mi Ángel? Te amé porque me enseñaste el amor, porque antes de ti no había comprendido lo que era amar con el corazón, te amé porque tu trajiste amor a mi vida. Te amé Ángel, porque Dios me dijo que me amaba cuando él me dio el privilegio de ser tu padre. Te amé Ángel, porque cuando viniste supe, realmente supe desde el inicio que tú traerías felicidad a mi vida.

Fue por tu venida mi dulce Ángel que conocí verdaderamente a Dios, fue por tu venida que pude volver a él; y eso es algo de lo que siempre estaré agradecido contigo, mi hermosa niña.

¡Gracias por mostrarme el amor de Dios!

Luego que te fuiste aquí hubo mucho sufrimiento, pero ahora estoy feliz. Feliz porque estas libre, porque ya no sufres más, estoy feliz porque estas con quien te creó, estoy feliz porque ahora sé que eres un verdadero Ángel. Y espero con tantas ansias poder reunirme algún día contigo. Espero en Dios con mucha paciencia, pero a la vez impaciente, el día que venga por nosotros y nos permita a tu madre y  a mi verte una vez más.

Fuiste una guerrera, desde el inicio lo fuiste, mi niña. Cuando nos dijeron que no podíamos ser padres, pero tu llegaste; cuando no podías hablar, pero tú lo intentabas; cuando no podías caminar, hasta que lo lograste; cuando resistías días en el hospital, pero tú siempre sonreías cuando nos veías; cuando no entendías, pero tú confíabas en Dios.

Desde  que supe que vendrías, sabia que serias una gran bendición para mí, mi dulce Ángel ¡Y vaya que lo fuiste!

Con amor, papá.

Ángel - Jossadry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora