5. Mañana

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Los días siguientes no merecen demasiadas menciones, puesto que no ocurrió nada interesante salvo lo que os imagináis: la denuncia se hizo efectiva finalmente, y por ello, Nathaniel faltó algunos días a clase dado que tenía que dar su testimonio y enfrentarse a una serie de trámites para, digamos, separarse de sus padres. En resumidas cuentas, la solución por la que optaron todas las partes, según me comentó Nath, es llevar a cabo una emancipación, vamos, que él se marchaba de la vivienda de sus padres para vivir por su cuenta, eso sí, con los gastos sufragados por ellos a modo de "multa" por lo acontecido. A pesar de que parecía que habíamos roto la barrera existente entre nosotros, había cosas que no había llegado a contarme, por ejemplo, cómo estaba Ámber, o si había habido alguna repercusión de importancia en cuanto a la situación laboral de su padre. Silencio. Pero si él prefería no comentar nada, no iba a ser yo la que se sacase a base de insistir.

En fin, en pocos días había notado un cambio apabullante en Nathaniel. Lo primero que me llamó la atención fue el hecho de que se cortó el pelo, algo muy sutil, como quien decide cortarse las puntas porque se le han estropeado. Si bien, he de decir que resultaba bastante bastante favorecedor: se le veía más la cara, ya no se ocultaba bajo un flequillo largo de más, su rostro parecía más anguloso, más... maduro, sí, y más atractivo también. Otro de los cambios que tuvo lugar se refería a la ropa, Nath dejó de lado su clásica camisa y corbata (aunque a veces se lo veía con camisa, pero de diferentes colores, dejando de lado la seriedad propia del blanco), para empezar a vestir de forma más cómoda, menos rígida. En fin ¿qué puedo decir? Semejante transformación era una maravilla para los ojos. Aunque me temo que no era la única persona consciente de ello.

No entendía muy bien que pasaba por la cabeza de Melody. Bueno, es cierto que después de todo lo que había pasado, Nath y yo nos habíamos unido bastante (admito que menos de lo que realmente me gustaría) y ella sabía mi papel en lo ocurrido... en fin, que estaba celosa, terriblemente celosa, celosísima. Osea, no me gusta hablar así de los demás, pero sus actos rozaban el ridículo: nos interrumpía cuando estábamos solos, siempre me acompañaba o me atendía ella en la sala de delegados... había desarrollado unas técnicas que desconocía, pero vaya, había conseguido su objetivo, Nath y yo teníamos raras ocasiones para saber el uno del otro.

Y lo peor es que yo estaba empezando a preocuparme. No por nada, quiero decir, no había ningún indicio evidente de que fueran a salir juntos (o eso quería pensar yo), pero sentía cierta... Nathaniel me había besado ¿eso no quiere decir algo? Se supone que no es la clase de persona que va por ahí intercambiando saliva por las buenas, que yo sepa... Ese beso seguí copando mis pensamientos, mucho más de lo que me gustaba, pero claro, en plena montaña rusa de emociones ¿cómo iba yo a sacar el tema? La mudanza, el papeleo, el hecho de ser el hombre de la casa... bastante tenía ya con lo suyo como para que yo le fuera con lo mío. A pesar de que me dijo que se arrepentía... no, a ver, eso fue en otras circunstancias. Cálmate, vamos a dejar el tema, vamos a dejar de pensar en él al menos por un rato.

Imposible.

Nath estaba en la puerta del instituto, esperándome. Y no es que me lo esté inventando, quiero decir, me saludaba con la mano mientras se aceraba con una enorme sonrisa que me dejo un poco atónita. ¡Cierra la boca, por lo que más quieras!

- ¡Buenos días!

Eso sí que era entusiasmo mañanero.

- Buenos días, Nath.

- Tengo algo que contarte. - Otra vez esa sonrisa ¿acaso quería matarme? - Ven, vamos, rápido.

Me agarró de la muñeca llevándome al patio, a un rinconcito un poco apartado, a las puertas del edificio. Esa herramienta de camuflaje me estaba descolocando. ¿Melody? Miré en busca de un indicio castaño, pero nada.

Nunca me dejes ir [Corazón de melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora