Parte 15 Eve

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Estoy viendo un lado interesante de Solo. No es el chico tímido de mi habitación en el hospital, que se ha quedado sin palabras por las payasadas de Aislin. Está totalmente controlado, empujando fríamente mi silla de ruedas a través de las áreas de mantenimiento, las instalaciones de cocina en desuso y oscuros laboratorios.

A medida que avanzamos, hace un comentario silencioso. Cosas como "Este cuarto probablemente no sea utilizado nunca, así que apagué las cámaras de seguridad... la cámara en esta parte de la escalera está dañada... Puedo borrar la cinta después, nadie lo notara... El científico que trabaja en esta parte es un paranoico así que no se dará cuenta... No hay infrarrojo así que, mientras no encendamos la luz..."

Lo que comienzo a pensar como "Escapar de Spiker '' implica unas sesenta diferentes, pasos distintos, todo dentro de la mente de Solo. El edificio es enorme, pero él lo tiene memorizado−cada puerta, cuarto y ángulo de las cámaras.

Llegamos a una serie de escaleras.―¿Cómo vamos a bajarlas?―pregunto.

―Te cargo. Luego vuelvo arriba por tu silla de ruedas.

―No creo.

―¿Quieres salir o no?

―No luces tan fuerte―le digo, pero es mentira. Luce bastante fuerte.

Otro mensaje de Aislin: «Maddox en problmas»

La ortografía no es una de las cosas favoritas de Aislin.

―Inclínate hacia adelante―dice Solo.

Lo hago, y su mano va a mi espalda. Siento su mano sobre el broche de mi sujetador.

―Voy a levantar La Pierna.

―Tengo miedo de que duela.

―No dolerá―dice, me pregunto qué lo hace estar tan seguro. Su palma se desliza debajo mis muslos y con apenas un gruñido me levanta y saca de la silla. Mi cara está cerca de su cara, lo suficientemente cerca como para que su pelo roce mi mejilla y nariz, y tenga que luchar contra el impulso de estornudar.

Me pregunto a mí misma que comí en el almuerzo. Me pregunto por qué no me molesté en ponerme desodorante esta mañana.

Me pregunto si ese es el olor de su champú o de él. De cualquier forma, me gusta. De hecho, lo que sea, y no estoy diciendo que lo sepa, lo encuentro extrañamente fascinante.

Me baja por las escaleras, se arrodilla, me pone antes de la escalera siguiente, y sube corriendo en busca de mi silla de ruedas.

No me doy vuelta para mirarlo subir, porque eso significaría que estaría evaluando su trasero. Que es algo que nunca haría.

Pero sus jeans le quedan justos. No son holgados para Solo.

Insisto en subirme a la silla por mí misma. Es más sencillo de lo que creía que sería. Volvemos a marchar, y unos minutos más tarde estamos en el garaje subterráneo.

Solo toca mis hombros.―Tenemos que tener cuidado aquí,―advierte.

Esperamos justo adentro de una puerta empotrada en una esquina del iluminado espacio de más y más concreto.

―¿Tienes un auto?―pregunto.

―Tengo una docena de autos―responde.― Por extraño que parezca todos son iguales.

Apunta a una especie de corral de autos donde hay cerca de una decena de autos electrónicos estacionados. Cada uno tiene el logotipo de Spiker al costado. Solo ve el reloj en su celular. Mira arriba y pocos minutos después un guardia se acerca. Oímos los pasos. Viniendo, luego yéndose, después desapareciendo por completo.

Eve & AdamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora