Una luz en el bosque

Capítulo 18 " Muñeca de plástico"

Los ojos de Arceus se tornaron tan negros como la espesura de la noche más tenebrosa de todas. Por su parte, la peli morada miraba al ser de forma desafiante. Tal vez su locura y el hecho de que su poca cordura había escapado junto a Malamar la hacían actuar de tal modo. Serena de desangraba a cada segundo y Korrina parecía estar más cercana a su propia muerte que a otra cosa.

― ¿Sentencia? ― Terció Ash sin dejar de ver al Pokémon.

― Así es. Según las leyendas de antaño, Arceus sentenciaba a los seres humanos que cometían atroces crímenes ― Dijo Courtney completamente seria ― ¿Han escuchado la leyenda del humano que se enamoró de una Gardevoir? ¿O la de una mujer que se enamoró de Blaziken?

― Esas leyendas son muy famosas ― Dijo Clemont ― Se supone que en todas Arceus, de una u otra forma, sentenció a esos humanos.

― Exactamente ― Dijo la castaña ― Y eso es lo que estamos a punto de ver, una nueva sentencia.

El Dios Pokémon comenzó a mirar a la mujer cada vez con más odio. En su mente ya estaba ideando mil y un planes para acabar con su existencia. Ya encontraba un acto aberrante lo que algunos "entrenadores" le hacían a sus Pokémon, pero ¿Humanos contra humanos? ¿Por qué tenían que matarse cuando muy en el fondo eran hermanos?

― Lo que has hecho hoy no tiene perdón ― Resonó una voz ronca de forma fuerte y clara en las mentes de todos los presentes.

Arceus había cambiado su habilidad para transmitir lo que pensaba en las mentes de los demás por medio de la telepatía.

― Tú no sabes nada estúpido ― Dijo Anabel riendo desquiciadamente ― Tú no eres más que una simple herramienta, como los demás Pokémon. Tú no sabes nada.

― ¿QUÉ FUE LO QUE DIGISTE? ― La voz del Pokémon sonó bastante molesta.

Con una de sus patas tomó a la mujer y la observó fijamente mientras ejercía un poco de fuerza en ella.

― Lo que escuchaste. Eso fue lo que dije. Tú jamás sabrás lo que se siente estar enamorada. Yo lo estoy de Ash Ketchum, pero él eligió a otra.

― De verdad Anabel está demente ― Susurró Ash como un simple espectador.

― Creo que la que nunca sabrá lo que es amar de verdad al punto de darlo todo, hasta su propia vida, eres tú ― El Pokémon cada vez comenzó a ejercer más y más fuerza en la mujer.

En ese momento la sentencia comenzó. Alrededor de nuestros héroes comenzaron a aparecer miles de ojos amarillos y brillantes que mostraban los molestos que estaban. Cabe resaltar que el ciento y el color del cielo habían empeorado. Incluso, en los noticieros y ciudades cercanas se estaba hablando de un posible "Final de los Tiempos".

― Creo que esto es el fin ― Dijo Lara soltando ligeras lágrimas.

― Claro que es el fin, pero para ella ― Dijo Clemont, mostrándose lo más fuerte que pudo en ese momento.

En aquel instante, campanas celestiales comenzaron a sonar por todo el lugar. El cielo era iluminado por ligeros relámpagos que se dejaban caer con fuerza. Anabel sabía de cierta forma lo que vendría a continuación y haría todo lo posible por disfrutarlo. Lo primero que pasó fue la risa desquiciada de la peli morada y luego la mirada de confianza del Dios Pokémon.

― ¿QUÉ HAGO CON ELLA? ― Fueron las palabras de Arceus que se escucharon en cada mente de humanos y Pokémon por igual en ese bosque.

La decisión fue unánime. Como si se tratara del Coliseo Romano, los Pokémon allí presentes levantaron sus patas y de forma sincronizada las bajaron, en señal de que Anabel, el Cerebro de la Frontera, era culpable de lo que el mismo Arceus la acusaba: Un acto imperdonable.