Mil Latidos , Una Sola Piel

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M: Crhistina Perry - "A Thousand Year"
Dedicada a yulirodril

Recargo el peso de su cuerpo sobre el rellano de la puerta, afirmo su espalda ancha y cruzó los brazos firmes delante del pecho, levantando su ceja izquierda dejando al descubierto una mueca de confusión en su rostro cansado.

Los ojos le molestaron, el escozor que nacía en su lagrimal era producto del mal dormir y las ganas plausibles de llorar que se manifestaban.

"Los hombres no lloran, ni demuestran debilidad" fue el arquetipo de instrucción con que se le educó, hacerlo es falta de carácter, a él sencillamente no le importó. Sus lágrimas eran suaves gotas salinas que iban soltando los recuerdos, se deslizaban por su rostro y se perdían entre los vellos negros de la barba espesa, no sentía vergüenza por mostrar lo que su alma guardaba, estar allí tan cerca quebraba sus reservas.

Simplemente era un hombre enamorado que deseaba con fervor recargar su cuerpo cansado en el regazo de ella. Las horas de vuelo, el peso de los años separados, el miedo por sentir le agobiaban ... ahí en el lecho de Helena nacía el refugio, la paz, era el lugar donde morirían sus tribulaciones.

Lucía le miro conmovida, a su edad ya nada le sorprendía. Sus cabellos plateados marcaban los años vividos, sus ojos habían sido testigos pasivos de tantas situaciones que, a veces, creyó perdida la capacidad de inmutarse frente a algo en esta vida. Recordó el semblante de dolor oculto en los ojos de Helena, le creyó pérdida, D sólo amortiguo el frío que habitaba en su alma.

Ahora Andros le devolvia con su llanto aquella sensación olvidada, el acto más sublime de todos lo presenciaba allí, se daba él mismo, le entregaba el alma limpia y sin prisas a Helena, por amor.

Seco la ultima lágrima que descendía, sintiendo con ello su pecho liviano, fortalecido. Éstas se habían llevado en su trayecto los años de angustia y soledad, el dolor, el vacío de no tenerla, necesitaba olvidar aquellas amargas sensaciones y arrancar de cuajo a la peor de todas " estar inconcluso", verse como un ente que tránsita sin rumbo, desorientado por falta de guía.

Escondía recriminacion por su actuar, fue un cobarde al apaciguar los recuerdos de su presencia, creyendo adormecerlos, fingió olvido y se engaño a sí mismo diciendo que ella estaría bien en los brazos de otro hombre, aquél le haría feliz y él aceptaría vivir en su felicidad, hacer aquello era lo justo, le había dejado ir.

Se maldijo, dejar ir no es igual a dejar volar, sus alas estaban encadenadas a los grilletes del tiempo y de su corazón, él arrancó sus plumas y se vistió con ellas, las resguardo bajo su almohada y las hizo su abrigo en las noches de insomnio y soledad. Las cargaba consigo y se las devolvería una a una adhiriendolas a su espalda con el consuelo sanador de sus besos.

Vendo así sus ojos y continuó avanzado año a año en tinieblas oscuras, cegado por el orgullo herido y por la ignorancia de la verdad.

La maquina del ímpetud lleno su espíritu, se rodeo de tanto dolor y soledad que el trabajo comunitario le agotaban las fuerzas, arrancaban sus pensamientos hacia ella permitiendo sentir consuelo. El Dios que se elevaba en los cielos le obsequiaba la oración y el selibato como sus alicientes, sin ellos pensó se volvería loco cuándo la llama que ardía en su interior flameaba con mayor fuerza.

Con paso sigiloso, recortó la distancia que les separaba. Por cada avanzado se despojada del velo de miedo silencioso que escondía y sin prevenirlo las magras dudas golpearon su pecho ¿ quizás ya no le amaba?, ¿ quizás sólo era su imaginación la que veía con inocencia que todo sería igual?. Cesó su avance al llegar a una mano de distancia; le tenía tan cerca que el perfume emanado de la piel tersa de ella despertó aquellos sentidos dormidos.

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