Cosas Simples...

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M: Birdy - "Wild Horses"


La taza de café quedo a medio beber sobre la mesa de su consulta, el vaho  aun se percibía como hilo blanco difuminado a través del color ocre de las paredes. Observo las carpetas apiladas sobre la mesa, sus pacientes seguían  allí esperando que  retomase su rutina, aquello significaba salir del letargo, de aquel acto penitente auto impuesto; ya no escapaba del agobio de D y su retorcido amor, pero no  reunía las fuerzas necesarias para volver sobre sus pisadas.

Alzo los brazos por sobre su cabeza y los estiro tan alto, como si su meta fuera  tocar el cielo, inspiro hondo dejando que su cerebro se oxigenara , grito alto porque ya era el tiempo justo de dejar de comportarse y sentir, el resto de su vida comenzaba de la mano de Andros, tenia miedo y era lógico, el amor nos retuerce hasta las entrañas hasta convertirnos en dependientes, construimos un mañana cernidos en la promesa de un para siempre. Descanso la vista, cerrando los ojos y con ello encontró el recuerdo de la mirada sincera de sus negros, aquella que develaba la infinita entrega de su alma, como ella una destructora de sueños podía ser la custodia de tal tesoro; su amor era infinito como los granos de arena dispersos por la playa

Sus pensamientos cayeron en la cuenta, por primera  vez, sobre la realidad que la circundaba; sin ser consciente  construyo el embalse perfecto para ir depositando los fantasmas de las cosas inconclusas,  su carrera era el escape para que D no consumiera todo su oxigeno, para mantener el contacto con los amigos, aunque éstos  siempre sostenían una distancia apropiada por miedo a sus reacciones, se cobijo entre sus brazos porque tenia miedo de volar sola, de luchar por aquello que amaba, de gritar alto que el dolor se comía su alma con cada inhalación. Esa era su realidad,  era una mujer quebrada, adolorida y mancillada en sus emociones, pero no estaba muerta , transformándose en sobreviviente y como tal debía aprender a reconstruirse; colgó el delantal blanco, tomo sus cosas con aquella sensación de dolor punzante en el pecho para levantarse y andar sin cojeras cerraría las puertas del pasado, era tiempo de volver allí.

Viro a la pista izquierda para salir de  la autopista, el trafico de media tarde solía ser mas expedito y la ubicación de su antigua residencia obviaba aquel ritmo acelerado de la carretera principal. Cuando vio el primer  atisbo de la construcción, su pecho se aprisiono,  recordó la emoción dibujada en el rostro de D , sus ojos brillantes y expectantes de su reacción, aquel día cuando le mostró la propiedad cayo en la cuenta que jamás la dejaría ir que aquel mundo construido seria la prisión para un corazón que no sabia amar, en respuesta solo pudo dibujar una mueca forzada de felicidad. Era una cobarde y una mentirosa sin redención,  el latir de su corazón despavorido se estaba enterrando cada vez más a fondo en la arena movediza de las mentiras, no lo amaba y era incapaz de decir la verdad, aunque  le quemara la piel y el alma con respirar. Él cerro su mano sobre la de ella y la guió con paso tranquilo al interior de la construcción, una vez dentro se perdieron para siempre sin mirar atrás.

Tomo el volante del auto con ambas manos, aferrándose al circulo de cuero con  aquella fuerza que habitaba en su cuerpo, tratando imperiosamente  de retener con aquel gesto la fe en su entereza y en su decisión. Necesitaba  iluminar el dolor de su interior, las tinieblas del no querer ya no le servían para guiar sus pasos y la luz solo nacería si  dejaba descansar al pasado ; se lo debía asimisma y al nuevo comienzo que se planteaba con Andros, dejar a los que partieron descansar,  no se levantarían de su tumba para reclamar lo que no lograron concretar. 

Al llegar al gran portón de metal rojo, pudo percibir pequeños cambios en la construcción, mejoras que habían quedado pendientes después de la partida de D. Presiono el botón del comando y  la reja se abrió de par en par dándole paso al ingreso de la propiedad, detuvo el auto en la entrada, apago el motor y se quedo al interior de éste, sin dejar de soltar el volante. Inspiro hondo, cerro los ojos y suplico a las fuerzas de Altísimo que no la dejaran caer, que por una vez su suelo no se abriera por la mitad tragándose aquello que amaba, - Se Valiente - se repitió una y otra vez.

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