M: Brandi Carlile - " Story"
Tomo su viejo bolso color café, símbolo de la simpleza heredada de sus padres, lo dispuso en un rincón del escritorio, abriendo uno de sus bolsillos para sacar el estuche de sus lentes del interior, los llevo hasta el puente de su nariz larga y delineada, para luego depositar sus manos grandes de venas marcadas y falanges hábiles sobre el teclado ; inspiró hondo, se persigno y rezo una plegaria a Dios, el paso a dar no era en contra de su fe o convicción, era simplemente lo que su corazón dictaba ir en contra del latir que lo volvía invencible, seria negar lo que profesaba su alma.
Un impulso eléctrico emanado de su cerebro dirigió al conjunto de terminaciones nerviosas abriendo estás un camino llano hacia sus dedos, redactarian con la verdad por delante el documento que solicitaba su dispensa eclesiástica. Él ya no serviría a la orden, dejaría su condición de sacerdote para ser un laico más, otra alma necesitada de la misericordia del Altísimo para su Salvación.
Aquél eco que susurraba en lo hondo de su corazón le hablaba sobre la mujer de viento, aquélla que se permeaba por cada punto inconexo de su alma, abarcando su raíz, convirtiéndose en su punto de partida, el nudo ciego en su vida y del cuál no pretendía jamás desatarse. El eco ya no retumbaba sólo en su pecho, tomo coraje, acrecentando su voz convirtiéndose en un grito, en el clamor de su carne y su sentir... todo comenzaba en ella y concluía allí, Helena era su principio y fin .
En Alemania se prometió ver las señales, aquéllos pequeños destellos imperceptibles al ojo común, no obstante, para quién tiene el corazón astillado son amagos de fuego, suspiros que elevan el pecho con esperanza. Con devoción pidió al Cielo que fueran la pruebas tangibles a los ojos de su alma, el amor hibernado allí reconocería la mecha conductora despertándose, el coraje lo revestiria para luchar por ella.
Él era el ladrón del corazón de Helena por siempre, estaba hecho para ella, pensó sin culpas que las manos de Dios los esculpio siempre siendo uno.
Andros sabia que ella lo amaba, quizás más de lo que profesaba o demostraba con palabras; aún imperaba el silencio a la respuesta de un "te amo" que él sostenía diciéndole cada día. Lograba sentir como el corazón furioso de Helena maldecía en silencio el acallar de sus palabras, esperaba paciente por la rebeldía de éste, se repetía a si mismo que lo más preciado no es simple se revela como el amanecer, único, irrepetible y lleno de matices.
Detuvo el mecanografiar de sus dedos, una idea rondaba como sombra insidiosa revoloteando sobre viejos pensamientos, " el sentido de pertenencia", Helena le preguntaba constantemente sobre aquello el guardo silencio a la interrogante, por miedo a descubrir un amor que tambaleaba en la soledad. Diez años atrás, cuando viajo con destino a Alemania su cuerpo y mente adaptaron sus deseos de amar por sobrevivir, proteger a quien amaba paso a ser su prioridad, ser parte de la Iglesia lo blindaba, acepto entonces su destino sin chistar, débil y sumiso; la salida era una señalada en letras rojas, igual que el color carmesí derramada por las víctimas en contra del régimen militar.
La claridad se presentó sincera, él ya no pertenecía a la Iglesia ni a sí mismo, le pertenecía a la mujer que llamaba "mía", la dama blanca de su fortaleza, aquélla que reinaba con solo una mirada, sus ojos color miel lo alimentaban, permitían que su voluntad navegará en la ilusión más hermosa de todas "sentirse enamorado", amado desde sus manías hasta sus detalles dejando de lado la absurda pretensión de ser perfecto, jugar a serlo era moldear un amor imperfecto.
Dio clic al símbolo de impresión y en un repicar que duró segundos su libertad comenzaba a dar pasos firmes; la promesa que le hizo a Teo el día posterior a su llegada sería cumplida a cabalidad. Aquella mañana se puso de pie contrariado, la felicidad lo embriagaba de pies a cabeza, su espíritu rejuvenecido se llenaba de una vitalidad extinta, dormir a su lado era alcanzar ver el cielo con los ojos abiertos, se cercioro que Teo comprendiera el alcance de sus intenciones Helena no se volvería su amante, ni un desliz pasajero, aquello sería perderse el respeto mutuo, denigrando su condición de mujer a la de objeto sexual, ello no pasaría, en tanto,el transitara por está tierra. El estatus que ocupaba en su vida iba más allá de las mezquinas caricias furtivas que los amantes se propinaban en secreto silencioso, él sería su refugio, fuerza y contención y el regazo de ella la cuna que anidaria la caricia de vida.
ESTÁS LEYENDO
Más Allá de las Letras
Romance"Olvidar es todo un acto de clemencia, para torpes que no olvidan sus amores" Andros se vio a si mismo al leer las palabras del email... Ella lo necesitaba de vuelta. Aquellas defensas construidas caían como piezas de tablero de dominó, el engañ...