Regreso

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Dairel había dibujado una puerta con su sangre en la pared, cuando lo atravesamos llegamos al castillo del norte más específicamente en la sala. En esta estaban Hilary, Danisha y varias personas que no conocía, sus rostros decía que no tenían más de 23 años, pero estando en el castillo de los vampiros dudaba que tuvieran menos de 100 años.

-Lucen atroz- dijo Danisha clavando su mirada en mi- excepto tu Dairel, luces radiante como siempre- su voz no mostraba muchos ánimos.

-No los molestes Danisha- escuche la voz de Hilary

-Fernando ya sabes que tienes que hacer- Dairel camino y se sentó con las demás personas del cuarto.

Fernando salió del lugar mientras me cargaba. Me llevo a un cuarto que tenía sobre un mueble un hermoso vestido negro de los que se usaban siglos atrás.

-Es hermoso- solo pude decir

-Lo diseñe para el cumpleaños número 500 de Leyali, pero murió antes de eso, así que sus hermanas decidieron que debías usarlo hoy- Fernando me llevo hasta el baño y me dejo sobre el piso- ahora bañarte.

Fernando salió del baño y cerró la puerta. Me desvestí y me metí dentro de la regadera. El piso se manchó inmediatamente de sangre, por toda la que tenía sobre mi cuerpo. Me bañe y salí del cuarto para cambiarme. Me coloque unos pantalones cortos y una camisa.

Me tire sobre la cama y caí profundamente dormida.

-Zafiro- escuche una voz llamándome y no fue hasta que abrí los ojo que me di cuenta de que era Hilary- ¿Cómo amaneciste?- su voz se escucha suave.

Me senté rápidamente y me di cuenta de que no estábamos solas, en la habitación había barias mujeres vestida de sirvientas y una mujer de cabello castaño que le llegaba por araba de los hombros.

-Levántate Zafiro, es hora de que te bañes- la voz de la castaña era amigable.

Me levante y me dirigí al baño. La bañera estaba llena de pétalos de rosa y olía espectacular. Me quite la ropa y me sumergí dentro de la bañera. Al terminar de bañarme mi cuerpo olía a rosas. Me seque con la toalla y me puse mi ropa interior. Salí del baño y en la habitación seguían Hilar, la chica de cabello castaño y dos mujeres de la servidumbre.

Rápidamente las mujeres de la servidumbre me ayudaron a colocar el vestido y al terminar se alejaron un poco de mí.

-Fernando tiene un verdadero talento- dijo Hilary con admiración.

-Siéntate- la castaña me señalo una silla que estaba en la habitación y la obedecí- Te peinare, cuando era niña siempre peinaba a Leyali- Ella se acercó a mí y empezó a peinar mi cabello.

-Ven y mírate en el espejo, la voz de Hilary sonó muy entusiasma da así que hice lo quien me dijo.

Mire mi vestido y me quedaba realmente hermoso, ese vertido hacia que sintiera que había viajado en el tiempo. Mire mi cabello y tenía dos trenzas una a cada lado de mi cabeza, pero aun así dejando mi cabello suelto y ondulado en la puntas.

Me di la vuelta para ver mi espalda atreves del espejo y me sorprendí al ver que el vestido dejaba mi espalda al descubierto.

-No creí que en tiempos tan antiguos las mujeres podrían dejar su espalda al descubierto- fije mi mirada en Hilary esperando a que dijera algo.

-No se permitía entre los humanos- Hilary se acercó a mí- ese tipo de vestido fue diseñado especialmente para que Leyali pudiera sentirse cómoda-

-¿A qué te refieres con eso?-

-Después lo sabrás- respondió la castaña- salgamos de aquí que ya es hora-

Salimos de la habitación hasta llegar a un amplio salón en donde se encontraban 6 hombres que había visto el día anterior, entre ellos estaba Dairel y aparte se encontraba Danisha. Se encontraban hablando entre sí.

Bienvenida a la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora