Fiesta

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-Acércate- susurro a Fernando

Fernando siempre me ayudaba a vestirme, los vestidos que utilizaba en mi otra vida eran difíciles de ponerse sola. Estaba Utilizando un viejo vestido del siglo XVI, también diseñado por Fernando.

Hoy se estaba realizando una fiesta en honor a mi regreso. Será una fiesta temática, el tema era el siglo XVI por motivo de que había muerto en esa época.
Cuando termine de cambiarme Fernando se alejó un poco de mí y recorrió mi cuerpo lentamente con su mirada.

-Hermosa- susurro y yo le sonreí.

La puerta de mi cuarto se abre entrando una chica con un vestido color azul pastel y blanco. La reconocí inmediatamente.

La chica era morena, de ascendencia africana de parte de su madre, mientras que su cabello era lacio, largo hasta la cintura y unos ojos grises penetrantes que había heredado de su padre.

La conocía a la perfección. Se llamaba Malaika, ella era la única chica que no era de mi familia, a las cuando considere una amiga. Las demás solo eran personas con las que se podía pasar un rato.

Sin decir nada Malaika se abalanza sobre mí y me abraza. Yo le correspondía el abrazo y ella me susurro un:

-Te extrañe- Malaika se separó de mí, mirándome de arriba abajo -Parece que ya estás lista para salir-

-Es bueno volver-

-Hola Malaika- Fernando le sonríe a la morena.

-Un placer verte otra vez Fernando-

-Malaika como has sido las cosas entre los reyes desde que no estoy-

-Como siempre han sido- la morena me agarró de la mano y empezó a caminas, yo la seguí - Cada día todo empeora-


Salimos de la habitación hasta llegar al salón donde se realizaría la fiesta. Al llegar a la entrada la música se detuvo y uno de los sirvientes anuncio mi llegada.

-Damas y caballeros, ha llegado la princesa Leyali-

-Alcen todo sus copas- dijo en voz alta mi padre desde el centro del salón- todos brindemos porque mi hija ha regresado con nosotros-

-Brindemos por que la llegada de la séptima pesadilla- reconocí su voz al instante, era el rey Elieseo- como nos informó el ángel Gabriel, será el inicio del fin de nuestra vida aquí- su mirada se fijó en mí, mientras me sonreía con cinismo-

Eliseo tenía la piel blanca, cabello negro y unos ojos color avellana. Su rostro no aparentaba de más de 25.

-Gracias por informarme eso- le sonreí- no sabía lo que había dicho el ángel Gabriel- mire a todos en el salón, todos estaban pendiente a todo lo que decía- parece que ahora todo será más interesante, me pregunto quién será el primer rey o reina en morir- mire a Fernando- será divertido ver morir a estos viejos-

Una carcajada salió a relucir en el silencio, era de mi padre.

-Extrañaba tu aire de superioridad- dijo mi padre.

-Si así le hablas a tus superiores, no quiero ni pensar que le haces a la servidumbre- dijo un chico pelirrojo que nunca antes había visto.

-El brindis ya se alargó mucho- dijo Gael- Salud-

Todos chocaron sus copas y bebieron de ellas.

Me coloque delante de Fernando. Agarre su mano derecha con mi mano derecha, llevando su muñeca a la altura de mi boca, mientras que levente mi muñeca de mi mano izquierda a la altura de sus labios.

-No necesitamos copas para brindar- dije solo para él y me sonrió.

Mordí su muñeca al igual que él la mía y bebimos uno del otro. Solté su mano y le sonreí, el me devolvió la sonrisa y de manera rápida pasa uno de sus pulgares por la comisura de mis labios. Retrocedí ante su toque y el solo me miro divertido.

-Solo te quite un poco de sangre del labio-

La música volvió a sonar, era una sonata de piano.

-Vamos Leyali, tienes que ir a socializar un poco con todos- Malaika agarro mi mano- y ya dejen de actuar como si fueran pareja- yo solo reí ante su comentario.

Malaika me llevo hasta donde estaba su padre. Su padre era el rey Homer.

-Hola pequeña Leyali- Homer me dedico una sonrisa. Sus ojos eran color miel, con piel tigreña y caballo color negro.

-Hola Homer- dije haciendo una pequeña reverencia y Fernando me imito.

-No te imaginas cuanto extraño esto- Homer observo todo el lugar- las fiesta del siglo XVI, ¿quieres acompañarme a jugar a tirar el dardo?-

- Seria todo un placer-

Caminamos hasta el otro extremo de la sala, hasta llegar a una parte donde había un hombre amarrado a una ruleta en la pared, más que jugar al dardo íbamos a torturar a un hombre.

Dos sirvientas se acercaron a nosotros con dos bandejas con 5 dardos cada una. El juego lo consistía en que para ganar había que clavarle un dardo en un ojo al sujeto amarrado y amordazado, mientras este daba vueltas en la ruleta.

Este juego era una buena forma de entretenernos y al mismo tiempo castigar a los vampiros que rompían las reglas.

-La dama primero-

-Gracias- le sonreí y agarre un dardo

Una sirvienta hiso girar la ruleta. Después de unos segundos, lance el dardo y falle, ni siquiera logre clavarla en el hombre.


-Princesa Leyali - Homer agarro un dardo y se preparó para lanzar- cuando revelará los detalles de su muerte-

El hombre amarrado a la ruleta soltó un grito de dolor cuando el dardo quedó clavado en su mejilla. Homer solo hizo un quejido al no lograr darle donde quería.

-Cuando dará los detalles de su muerte- Homer fijo sus ojos en mí.

-Después de morir, mi alma fue recibida por Anubis el encargado de recibir las almas y lo primero que dijo fue ''Nunca digas cómo moriste''- agarre un dardo y rápidamente lo lance al hombre en la ruleta.

El hombre grito al instante en que el dardo quedó clavado en su ojo.

-Fue un placer hablar con usted- hice una pequeña reverencia delante de Homer.


Mire a Fernando y agarre rápidamente su mano. Caminamos a través de las personas que se encontraban charlando, algunos me dedicaban una pequeña sonrisa mientras otros solo ignoraban mi presencia, sabía que todos ellos solo estaban por cortesía en mi fiesta, que más que mi fiesta parecía solo una excusa para tenerlos a todos bajo el mismo techo después de quién sabe cuántos años o siglos todos ellos estuvieron bajo el mismo techo.

Bienvenida a la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora