Capítulo 8 ( VERSIÓN WATTPAD)

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Mi padre no es un mafioso, aunque lo parece y para algunos lo conocen como tal, no lo es, solo es un sicario tan poderoso y temido como cualquier mafioso reconocido. Yo soy la siguiente generación de una familia de sicarios, joder, aunque mi padre me da los trabajos más fáciles, eso... Eso me jode tan a bien. Uno menos en el mundo, más dinero para mi, y así vamos. Quizás cerca de los cinco millones tengo en el banco, claramente que mi padre mucho más, pero no soy reconocida por la chica que ahorra del mundo.

Entro a la casa que heredó de su abuela por la puerta de esta, como si fuera un familiar o amiga para no levantar sospechas, todo normal hasta que en un descuido mio la chica me toma por atrás y ahí todo cambia de mal a más que mal.

Me mantiene asfixiada con su brazo en mi cuello, pero es débil, por lo cuál apenas voy hacia atrás haciéndola chocar fuertemente contra la pared, esta me suelta para recuperarse, no pierdo tiempo y busco desesperadamente mi arma, tardando lo suficiente para que la hija de Agostti corriese por su vida a algún lugar de la casa, corro detrás de ella, siguiéndola hasta que entró al baño y fue cuando disparé directo a su cabeza. Un charco de sangre al rededor de ella me confirma que está mas que muerta.

— Dulces sueños, my lady—Reí bajito, sintiéndome llena al haber completado mi trabajo a la perfección.

Guardé mi arma y corrí a las afueras de la casa antes de que los vecinos llamasen a la policía,-se me había olvidado ponerle el seguro al disparar y si a mi casi me revienta los oídos, los vecinos pudieron escuchar-, salí por la puerta y una vez dentro del auto volví a reír sacando mi móvil.

—Soy Isa, todo salió bien, ya vuelvo a casa —le dejé un mensaje de voz ya que me salio el contestador y encendí el motor del coche.

Mi destino era volver a casa pero se me antojó horrible unos chocolate, asi que pasé a mi tienda favorita, aquella tienda que visité tantas veces con mi madre de pequeña.

Me baje del coche dejándolo en el parquin de la tienda, pensé que cosas habrá, si nuevos chocolates o algo jodidamente rico para satisfacer mi antojo. Entré mirando todo detalladamente y me fui al pasillo de los chocolates con leche y chocolate blanco, mirando las galletas, bombones, que buena pinta tenia todo, me da igual me cogí cada cosa de uno, también me cogi kinder, barras de chocolate y uf que delicia, es como volver a la infancia. Me fui de ese pasillo a otro a mirar que mas, me doy cuenta que había cambiado un poco y había revistas, estuve mirando y de pronto, salgo de mi mundo de ensoñación de chocolates al oír unas risas tan familiares.

¿Acaso es...? No, no, ella no haría esto.

Me gire levemente y de reojo miré como Austin y Marissa iban juntos por la tienda riendo como si fuesen los mejores amigos de la vida. Esa zorra no me cuenta nada, joder. Rápidamente cogí una revista poniéndomela en la cara y seguí observando como pasaban por detrás de mi sin notarme.

Ahora cuando se vayan me voy corriendo de aquí, se ve qué habían quedado después de clase pero ¿por qué no me había contado nada?

Una vez se fueron para otro pasillo dejé la revista y me fui a la caja, pagando por todo mientras el chico metía todo en una bolsa, le sonreí mientras sacaba el dinero.

— Quédese con el cambio —Salí de allí corriendo y fui a mi coche, abriéndolo y metí la bolsa en él maletero.

—¡Eh! Chica, perdona —Miro a todas partes y bajo la puerta del maletero, el chico recién estaba saliendo de la tienda.

—¿Me dices a mi? —pregunté mirando al chico de la tienda mientras me apuntaba con mi dedo índice.

— Sí —ríe — Se te ha quedado la cartera —me sorprendí al ver que era cierto y que la traía en una de sus manos e instantáneamente me puse roja.

—Muchas gracias —Mire al fondo y ellos salían venían a mi dirección, miro al chico—¡Oh, mierda bésame!

—¿Qué?¿Por qué? —Le dije que me bese como no lo hizo él, lo hice yo. Lo empujé contra el coche y aunque tardó en corresponder, lo hizo.

—Lo siento, tenía que hacerlo —Miro al chico sonriendo el cual estaba un tanto sonrojado y sorprendido —No me mires así — Lo volví a besar un poco más, estaba buenísimo. Así nos pasamos unos minutos más— Esto que no se vuelva a repetir

—Ya, ya —me respondió entre risas y con una sonrisa coqueta dijo: —cuando quieras, guapa, y por cierto... No besas nada mal.

A la próxima vengo a comérmelo a él, sonreí y me fui de allí queriendo llegar ya a casa.

Un momento... ¿Qué había hecho?

La Hija De Un Sicario VERSIÓN WATTPAD (YA EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora