Capítulo 12 ( VERSIÓN WATTPAD)

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Me despierto y no exactamente porque mis horas de sueño hayan acabado o, como lo pintan en las novelas, con un molesto rayo dándome en la cara. No, desperté porque los cabellos de mi amiga comenzaban a meterse en mi nariz cada vez que respiraba. Gruñí molesta, intenté volver a dormir pero ya me fue imposible, maldije el momento en el que le permití dormir conmigo y me levanté directo al baño.

Cepillé mis dientes mirando mi demacrado reflejo preguntándome cómo lo harán aquellas chicas que se ven tan jodidamente bien por las mañanas mientras que yo pareciera que me he peleado con el peine y finalmente me lavo la cara.

—Marissa, venga, venga, mueve esas nalgas —dije en voz lo suficientemente alta como para interrumpir su sueño —¡Marissa, que muevas el culo!.

—Cinco minutos más —pidió aun media dormida moviéndose entre las sábanas.

Miré mi reloj de muñeca y vi que faltaban dos minutos para que fuesen las 2 pm.

—Ok, a los 2 te despierto, ¿vale?.

—Sí, mamá.

Bajé a la cocina dispuesta a preparar mi especialidad: leche y cereales. Pero al ver la caja de cereales vacía y el mal olor de la nevera que parecía provenir de la leche, decidí hacer lo más consciente que haría cualquier humano.

—¡MARISSA, CORRE, CORRE! —grité volviendo a mi habitación —¡CORRE, MARISSA, CORRE! —seguí mientras comenzaba a tirar de su brazo. Ella, medio asustada medio adormilada, se puso de pie y corrió al primer piso tambaleándose, yendo directamente a la puerta principal —¡Por acá, Marrisa, por acá! —chillé desde la escalera apuntando la cocina. Corrió hasta adentrarse conmigo pisándole los talones.

—¡¿Qué ocurre?! ¡¿Dónde está el fuego?!.

Mantengo mi boca abierta sin saber que decir mientras sigo apuntando el tazón y la caja de cereales.

Y mis tripas se hicieron notar

—Eh, aquí —dije apuntando mi panza.

Le tomó varios segundos despertar completamente y procesar todo lo que había ocurrido. ¿Y cómo lo sé? Porque comenzó a golpearme.

—En ningún momento dije que había fuego —me excuse encogiendome de hombros. Tenía razón, ¿cierto?.

—Isa eres una idiota. Acepto que seas una subnormal pero joder al menos podrías haber intentando despertarme como una persona normal lo haría.

—Sí, bueno, tengo hambre, no hay cereales y no quiero morir a causa de una leche en mal estado, ¿me cocinas? —pregunté con voz aguda, parpadeando exageradamente rápido.

—¿Qué? —suelta mirándome enojada o confundida, o enojada y confundida —Eres millonaria, prácticamente tienes una mansión y personas trabajando a tu disposición, ¿por qué yo?.

La miré en silencio unos segundos hasta que sonreí avergonzada
—A veces lo olvido.

—Señoritas, despertaron —dijo alguien adentrándose a la cocina.

Oh, ¡justo a tiempo!

—¡Rosi! ¿Me cocina algo rico?.

—Despertó muy con ganas de jodernos el día, ¿podrá aguantarlo, Rosi?.

—La he criado desde que tiene memoria —contestó —Puedo con ella.

—A veces creo que ustedes conspiran contra mí.

Y me senté escuchando de fondo la risa de Rosi y el suspiro resignando de mi amiga.

(***)


—¿Estás lista?.

—¿Para qué? —cuestioné divertida sabiendo que se molestaría.

—¿Me estás jodiendo, Isa?

—Sí —reí abriendo la puerta del baño dejando ver mi cuerpo cubierto por unas botas militares negras, un pantalón de cuero que le hacia juego a las botas, un croptop blanco con tiras que amoldaban mi figura y una chaqueta también de cuero.

Tomé mi bolso y metí las llaves dentro, me agarré del brazo de mi amiga y comenzamos a caminar rumbo a la fiesta.

—¡Oh! —chillé parando de golpe, asustandola.

—¡¿Qué ocurre?!

Revisé mi bolso y me di cuenta que ahí seguían las llaves, mi billetera, maquillaje de emergencia y una pequeña navaja oculta entre el estuche del maquillaje.

—Nada, nada, vamos.

Esperamos más de cinco minutos en donde el frío nos hacia temblar al mismo tiempo que Marissa me preguntaba cada dos por tres si realmente había llamado por un taxi y en donde, a pesar de que si lo había hecho, comencé a dudar si lo había hecho hasta que llegó.

Bueno, a olvidar un poco toda esta mierda y ser una chica normal. Sí, por esta noche seré una chica normal

—Si sigues riendo sola, el conductor terminará llevándonos a un hospital psiquiátrico.

La Hija De Un Sicario VERSIÓN WATTPAD (YA EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora