Desperté justamente a las siete am y no es que lo haya hecho a propósito, de hecho, ni quiero sacar un pie de la cama, está tan cómoda, tan suavecita... pero debo levantarme sí o sí, ayer no fui a clases y hoy debo ir para ponerme al día. No lo hago por gusto, pero dicen que el flojo trabaja dos veces y yo mientras menos trabajos del instituto tenga, más feliz soy.
Ya duchada y vestida, arrastré mis pies hasta el segundo piso, donde están ubicadas las habitaciones, y entré a la mía que era igual o un pelín más espaciosa que el tamaño del comedor, solo que esta estaba decorada a gusto personal, con una pared cubierta de un empapelado de Nueva York, específicamente el puente de Brooklyn. Una pecera enorme, y ahora que le veo... ¿seguirán vivos los peces? Me acerqué hasta estar lo suficientemente cerca y golpeé suavemente el cristal, comprobando que siguen vivos cuando estos se alejan rápidamente al verme, aprovechando que estaba cerca les eché de comer.
Cuando miro el sofá blanco las ganas de relajarme un minutito más me asaltan, pero cuando me encuentro con mi cama sin tender las ganas de salir de allí son más grandes. Pero de alguna manera, estando ya en la puerta, mi mente me hace mirar hacia atrás hasta chocar con la imagen de mi madre allí.
— Deséame suerte, mamá.
Cuanto me gustaría decirle que estoy orgullosa de ella, que es mi ídolo y que la amo un montón, que extraño las tardes cuando nos sentábamos juntas para que me enseñara matemáticas, o aquellas noches que me contaba la historia de las matemáticas, donde terminaba dormida por el aburrimiento, pero nunca le dije nada, siempre la escuché con toda la atención del mundo.
— Isa —escucho la voz demandante de mi padre detrás de mí
Vuelvo atrás y asomo mi cabeza por la puerta de la cocina.
— ¿Sí?
— ¿Acaso no te enseñé a dar los buenos días? —pregunta sin cambiar el tono mientras baja y dobla el periódico hasta dejarlo en la mesa, dejando al descubierto su ceja alzada.
Sonreí avergonzada y me acerqué hasta él para saludarle
— Buenos días, papa —deposité un beso en su mejilla y volviendo a ponerme recta agité las llaves —Voy tarde.
Una sonrisa divertida se posa en sus labios
— Buena suerte, hija.
Asentí sonriendo y salí de allí casi corriendo.
Bajé de mi auto luego de haber estacionado en el instituto, y no ha pasado ni un minuto cuando la voz chillona de mi mejor amiga la escucho a lo lejos, casi como un mosquito... que cada vez se va acercando más.
— ¿Qué tienes los oídos de adorno o qué, Isabela Contti? —No me deja responder cuando ya está arrastrándome hacia un grupito de personas, en su mayoría chicas — ¡Vamos, chica, mueve esos piecitos!
— No entiendo porque me estás por sacar el brazo, agradecería una explicación-
— ¡Hay un chico nuevo!
— ¿Y eso qué? —cuestioné con confusión mirándole con el ceño fruncido a pesar de solo ver su cabello y no rostro.
— ¿Cómo que "y eso qué"? ¡Isa, hace dos años que no llegaban nuevos!, ¡Y no así de guapos! Estoy segura que debe ser modelo o algo por ahí, porque en serio es muy, muy, muy guapo —Habló con entusiasmo mientras yo me las ingeniaba para poder escapar de su fuerte agarre.
— ¿Sabes? Aprecio que mi brazo se mantenga en su lugar-
— Es tan alto, aah —suspira dramáticamente parando de repente, haciéndome repetir su acción de golpe para no chocar con ella — ¡Y su sonrisa, uf dios! Es como si las perlas más bonitas del océano estuvieran en su boca.
— Las perlas son redondas, como bolitas, las dientes no-
— Irá en último año como nosotras quizá. ¿Te imaginas que lo tengamos de compañero en la misma aula?
— Hablas tanto del nuevo que estoy segura de que ha de ser un idiota —bromeé, hasta que alcé la vista y me lo encontré.
¿Y cómo no reconocerlo si su sonrisa fue lo primero que me aceleró el corazón?
—...es lindo, ¿a que sí? —Sus dedos pinchan mi vientre haciendo volver al presente — ¡Eeeh! Pero si te has quedado embobada mirándole.
— ¿E-eh? ¡N-no!
— Ven, vamos a hablarle —y vuelve a tirar de mí.
Joder.
— ¡No, no! —Chillé sintiendo mi rostro sonrojado porque me había pillado mirándole como una loca — ¡que no Marissa! ¡Te arrancaré las pestañas, lo juro! —no dio resultado porque igual me cogió de la manga y siguió tirando hasta que nos adentramos al grupito.
Sabía que debía quedarme unos minutos más en cama y faltar a clases, ¡lo sabía!
—... Entonces Austin... dijiste que estabas soltero, ¿cierto? —preguntó una chica y la verdad es que no tengo ni las ganas de ver quien hizo esa pregunta, solo quiero salir de allí.
— Uhm no... No recuerdo haber comentado algo así —y ríe.
Eso es estúpido, ¿de qué ríe?, ¿Por qué se ríen?, ¿Por qué Marissa también está riendo?
Me es inevitable poner los ojos en blanco mientras los escucho
— Oh, oh ¿estás bien? —y si no fuese por el chillido de mi amiga y el pellizco en mi brazo, no me hubiese dado cuenta de que ahora toda la atención estaba puesta en mí.
— ¿Qué? —casi escupí la pregunta. ¡Los nervios! No fue mi intención.
— Que pregunto que si estás bien, de repente vi quetus ojos se pusieron en blanco y creí que te sentías mal o algo- ¡Oh! —Exclamasorprendido como si hubiese dejado un pollo en el horno hace dos horas y acaba de recordarlo — ¿Acaso no eres la suicida esa del otro día?
— ¿Disculpa? —no, no, ahora si quise literalmente escupir la pregunta —A ver, ¿y tú de que vas?, ¿Qué te hace llamarme suicida, pedazo de Mierda andante?
Todos exclaman a coro un "IH", también mi amiga.
— Isa —regaña sin separar sus dientes.
Pero a diferencia de lo que todos probablemente creían que pasaría, el idiota carcajea. Se ríe como si acabase de contarle el mejor chiste de la historia. Él es un chiste.
— Lo siento, disculpa a mi amiga, no siempre es así, quizá tiene hambre o se levantó con el pie izquierdo hoy—escucho decir a Marissa y ahora la sorpresa me la llevo yo.
¿Se está haciendo la niña bonita con la mierda andante?
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La Hija De Un Sicario VERSIÓN WATTPAD (YA EN AMAZON)
Teen FictionCriada por el sicario mas temible y peligroso de Italia. Persona que le dicen, persona que mata sin remordimiento y sin piedad. Ahora ella, tiene dieciocho años y será la futura sicaria de la familia Contti , por lo tanto tiene que hacer una vida se...