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03º:|Muerte.|

Las lágrimas cubrieron sus mejillas, mientras caminaba sin rumbo alguno por las oscuras calles de Seúl. Sus sentidos absortos por la bebida, su equilibrio deficiente cuando su panorama giraba tan rápido que su razón se perdía en medio de su ebriedad.

Había huido, como un idiota, como un cobarde. Después de que su padre golpeara de manera locamente desconsiderada a su hermana frente a sus propios ojos, dejándola al punto de la inconsciencia, para después desaparecer nuevamente, maldiciendo la hora en que nacieron y gritando a los cuatro vientos lo despreciable que eran aquellos chicos para él.

Ahogó cada una de las palabras MinWoo dejando pasar el desprecio de su propio padre en cada trago que le daba a aquella botella de tequila, mientras su coraje era aún más presentable conforme los efectos comenzaban a controlarle. Caminó torpemente, chocando de vez en cuando con las paredes.

Podía verlo ahí, sus ojos oscuros, sus insultos, cada uno de sus golpes sintiéndolos vivos en su herida piel, pero la cual no estaba tan jodida como la de su hermana mayor. Sé sentía tan poco hombre, tan idiota, como un estorbo; porque eso se consideraba, una persona más que sólo se convertía en una carga, en una razón más para que su hermana no pudiese ser feliz, porque si ella no lo había abandonado era por la única razón de que se lo había prometido a mamá antes de morir. JiSoo estaba atada a Taehyung por una promesa y todo caía sobre ella por la fidelidad total a la mujer que les había hecho felices durante sus primeros años de vida antes de su muerte.

Dio otro gran trago de la bebida, sintiendo su garganta acostumbrándose al ardor que esta provocaba cuando la ingería, no había nada comparado con esa sensación necesaria de querer olvidar, de perder las riendas del control y la consciencia, y por un momento dejar de recordar la realidad en la que estaba condenado a vivir.

Gritó fuertemente, cuando lo único que pudo recordar fueron los ojos apagados de su madre mirándole fijamente con una sonrisa cálida y a duras penas perceptible, mientras besaba su frente con sus labios quebrados y resecos, carentes de color. Sólo podía escuchar su voz en su cabeza diciéndole "serás un gran hombre".

Definitivamente si ella lo viese en ese momento e incluso antes, siendo un cobarde y en ese preciso instante siguiendo el inicio de los pasos de su padre, ella jamás hubiese creído el él se convertiría en un hombre. No estaba ni cerca de serlo según su propio criterio, se sentía tan dócil, tan malditamente miserable, que las esperanzas en sí mismo las había perdido. No tenía ni un poco de fe en él, no podía creer ni un poco en que fuese lo suficientemente capaz de ser el hijo que su madre hubiese deseado. La había defraudado.

Observó a lo lejos, entre su vista distorsionada y su poca coherencia, las luces de su casa encendidas. Sabía que JiSoo estaría ahí, esperándolo y probablemente cuestionando las razones por las que decidió llegar en ese estado.

Observó la botella que sostenía en su mano, teniendo tan sólo una cuarta parte del contenido, decidió beber todo el líquido restante rápidamente, saboreando por última vez el asqueroso sabor, pero sintiendo el efecto inmediatamente. Caminó torpemente e instintivamente el frío que se coló por su cuerpo le estremeció, sintiendo su ebriedad aún más fuerte ante el cambio de temperatura.

Agradable forma de celebrar su cumpleaños, terminando en el reflejo de su padre, siendo igual de imbécil que él. Una casa separaba su destino, sus pies se arrastraron en el cemento de la acera y justo cuando estuvo en la puerta, en el momento en que elevó una de sus manos para abrir, escuchó los sollozos desesperados y resonantes de su hermana.

Algo en su corazón se exaltó, no eran de esa clase de sollozos que ella soltaba cuando lloraba o cuando era golpeada, parecía una tortura, una ayuda indirecta. De pronto su ebriedad disminuyó, pero cuando el efecto del alcohol desapareció parcialmente, el coraje tomó su lugar, aumentando su rencor y su valor.