#02 El Increíble Harry Osborn

330 27 17
                                    


—Pete, ¿con quién rayos hablas?

Absorto en sus pensamientos, Peter Parker no notó el impresionante auto nuevo que estaba frente a su casa, ni al pelirrojo despreocupado que holgazaneaba junto a él.

—¡Ah! Harry, yo...  —dudó antes de continuar—.   El espectáculo de Spider-man, sí. Acabo de escuchar en televisión que no va a presentarse más. A tía May le gusta poner el noticiero y... tú sabes, lo escuché.

Harry era el mejor amigo de Peter, aunque nadie entendía cómo el heredero de industrias Oscorp y el mayor nerd de Nueva York, podían ser tan cercanos.

Sin embargo, tenía mucho sentido: tal vez suene falso, pero ser rico no es fácil.
Y el joven Osborn era rico. Ofensivamente rico. Esto causaba que los demás en la escuela vieran a Harry con recelo y envidia.

A su manera, podría decirse que era tan rechazado como Peter, aunque nada tímido. Cualquiera que llegara a conocer realmente a Harry, querría ser su amigo, lo que permitía que el rico heredero se olvidara de los problemas y las envidias en fiestas y viajes.

Sí, dijimos que ser rico no es fácil, pero vaya que facilita algunas cosas.
Sin embargo, cuando Harry necesitaba un amigo —uno de verdad—, ese era Peter Parker.

—Pues ya era hora, ¿no crees? Tanto alboroto por un cirquero enmascarado que... —se interrumpió de pronto, captando algo que lo desconcertó—. Pete ¿qué haces con esa mochila? No pensarás ir a la escuela.
Algunos tenemos que pensar en el futuro, Harry Osborn —respondió Peter, imitando un tono de voz y un gesto de Tía May que ambos conocían bastante.
—¿El futuro, Pete? Vale. Yo te hablaré del futuro. ¿Ves este auto?
—¡Sería difícil no ver algo así, Harry! —respondió, poniendo los ojos en blanco con fingido fastidio, dejando salir después una risa socarrona.
—Bien, como verás —prosiguió, lanzando su chamarra en la cara de Peter en "venganza" por el comentario—, este no es un auto DeLorean, pero creo que puede llevarte al futuro.
—Supongo que ya no estamos hablando de la escuela...
—Pete, ¡me ofendes! En estos años, ¿cuántas veces he intentado salvarte de ese horrible lugar? Tu casa me queda de camino a la escuela, y aún así nunca he cooperado con que pases el día —apartó la vista dramáticamente y agregó fingiendo un escalofrío:— estudiando.
—¡Mi héroe! Y siempre pensé que no venías por mí debido a tu clara incapacidad para levantarte temprano. De hecho, aún no sé por qué estás aquí, exponiéndote al sol como un ser humano normal, Conde Osborn. ¿Qué estás planeando?

El rostro de Harry se tornó serio en un segundo.
—Pete... —se quitó las gafas de sol y sus oscuros ojos verdes se perdieron en algún punto inexistente del espacio antes de continuar— Pete, cuando mi madre murió yo...

Eso era.
Harry conocía el dolor de Peter por experiencia propia.
Por eso había madrugado y estaba ahí, ocultando las ojeras, tratando de contagiar a su amigo con el característico buen humor que llevaba a todas las fiestas.
Era un gran amigo. Su mejor amigo.

—Lo que quiero decir —siguió—, es que fue bueno que no te encerraras en casa, de verdad, pero esconderte en un tubo de ensayo sería igual de malo.

De pronto volvió a colocarse los lentes oscuros con un ademán exagerado, como quitando importancia a lo que acababa de pasar y volvió a sonreír como siempre.

—Así que, mon'ami, déjame llevarte a un día de diversión extrema patrocinado por nuestro admirable benefactor, el señor Norman Osborn... Y tranquilo, que la diversión será al estilo Peter Parker.

Era lunes.
Los lunes hay escuela.
Peter Parker jamás faltaba a la escuela.
Además, los lunes no son días de "diversión extrema" y, en todo caso, él apenas y se divertía en general, sin importar el día de la semana.

Sin embargo, si Harry Osborn tenía un talento, ese era el de meter a Peter en problemas, así que en un momento nuestro amigable vecino estaba acomodándose en el asiento trasero del auto, dándole los buenos días a Bernard.

En todos estos años, Peter había pasado mucho tiempo con Harry y, si algo sabía de los Osborn, es que no hay demasiadas oportunidades para la convivencia familiar, así que Bernard —quien trabajaba para la familia desde antes de que él  y su amigo nacieran— era más que un viejo conocido: era lo más cercano a un pariente de Harry que Peter hubiera visto hasta entonces. Eso sin contar las fotografías del señor Osborn, que eran bastante comunes en publicaciones tanto científicas como sociales.

«Y ahora falto a clases —pensó.— Esto de ser un "chico normal" va bastante bien.»

Lo que no podía sospechar, es que era precisamente este momento, esta decisión, la que desencadenaría la verdadera misión de Spider-man, ¡y las aventuras que ni siquiera él podía imaginar!

El Increíble Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora