#03 Error increíble

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Ahora todo estaba de cabeza. ¿Cómo había llegado a eso?

Hasta este momento, Peter Parker había teniendo un día bastante bueno.
Desde que subió al coche de Harry y pusieron su música favorita, todo fue de bueno a mejor.

Cantaron a todo pulmón por la autopista —muy a pesar de Bernard, que intentaba conducir entre los gritos—, pasaron a ver lo nuevo de la tienda de dibujo, y dieron una vuelta por el centro comercial, haciendo la tradicional escala para atragantarse con la pizza del señor Azis.

Aún así, de acuerdo al decir de su amigo, lo mejor estaba por venir.
—Pete, apenas son las tres de la tarde, tenemos un largo día por delante. Además —agregó, señalando un imponente edificio al final del camino—, ya estamos llegando.

Desde su construcción, industrias Oscorp había impactado a la población, pero no por su tamaño —no en la ciudad de los rascacielos—, sino por su diseño.
Con el tiempo, además, habían adquirido amplios terrenos, logrando un impresionante complejo de laboratorios, oficinas y otras construcciones.

—¿Estás bromeando? Harry, ¡esto es Oscorp!
—¡Vaya! ¿En serio? Todas las veces que mi padre me ha traído arrastrando hablando de "mi destino", creí que era algún tipo de casino descolorido.
—Eres un payaso, ¿qué hacemos aquí? Tú odias Oscorp tanto como la escuela.
—Sí, eso es posible... pero tú amas estas cosas y hoy es tu día. Además, si te portas bien, podemos subir a la oficina del Jefe.
—¡Wow! ¿Qué? Harry, yo.... ¡wow!
—Vaya elocuencia, Pete. ¡Con ese discurso seguro lo impresionas!

Peter le dirigió una mirada de falsa molestia y abrió la boca para responder, pero Harry siguió hablando con una sonrisa.
—Anda, baja del auto, ahí está el ascensor. Sólo sube al tercer piso, nuestros guías nos deben estar esperando. Yo voy por una soda y te alcanzo. Nos van a dar un recorrido nerdoide y necesito algo que me mantenga despierto.

En la emoción del momento, sin embargo, nuestro héroe seleccionó el tercer nivel del sótano, su cabeza enredada con la idea de conocer al genio detrás de Oscorp, el filántropo, experto en nanotecnología, fanático de la bioquímica y de las ciencias en general, Norman Osborn.

Cuando las puertas del ascensor se hubieron abierto, no hubo comité de bienvenida.
O el humor de Harry se había vuelto bastante oscuro, o quedaba claro que el joven Parker estaba en el piso equivocado: frente a sus ojos, un hombre en ropas de laboratorio había sido atado a una columna, un impresionante corte atravesándole el rostro, la bata blanca teñida de sangre, las luces yendo y viniendo.

—Ayuda —pronunció la figura con dificultad—. Por Dios, bájame...

Petrificado al principio, Peter no podía más que contemplar la sangrienta imagen, escuchando a lo lejos la suplicante voz que le llegaba apenas como un murmullo apagado.
Un profundo sonido metálico resonó al final del pasillo y todo se aclaró en su mente, finalmente tomando control de su cuerpo.

—Debo irme, yo... le prometo que llamaré a alguien, lo siento.
—Por favor, hijo —tosió—, ¡no me dejes así! No... no me...

Se quedó de pie en el ascensor, deteniendo la puerta, viendo al hombre de blanco y rojo suplicando por ayuda, y volvió a pensar: ¿y si hubiera?
¿Si hubiera estado ahí para salvar a Tío Ben?
¿Si alguien más hubiera visto lo que sucedió aquella horrible noche?
¿Si esa persona hubiera salido corriendo como él estaba a punto de hacerlo ahora?

Tío Ben ya no estaba. Ese hombre, ahora inconsciente, sí estaba ahí.
Él también estaba ahí, y esta vez... esta vez haría la diferencia.

—No puedo ser Spider-Man. Pero tampoco puedo evitarlo... ¡Rayos! Me educaste demasiado bien, Benjamin Parker.

Salió del ascensor y las puertas se cerraron tras él, las lámparas del corredor zumbando ferozmente, y un cosquilleo detrás de su cabeza diciéndole que algo verdaderamente malo venía hacia él.

El Increíble Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora