#06 Selección Natural

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—No... n-no estoy para juegos —dijo Curtis, intentando retomar la calma—, ¿por qué sigue acosándonos?

En el número 246, al este de la calle 48 en Turtle Bay, Curtis había buscado la paz junto a su esposa e hijo tras volver de la guerra.

Oficialmente fue enviado a Iraq como apoyo médico, pero para los altos mandos era un secreto a voces que la zona de seguridad era también un área de experimentación, donde se buscaba mejorar a los soldados de diversas maneras.
Era primordial generar un potenciador del desarrollo humano, de manera que se solidificara la supremacía de los aliados sobre los nativos.

El nombre en clave de la operación fue: Proyecto Selección Natural.
Curtis, con su doble doctorado en bioquímica y biología —además de su fama internacional como genio—, encabezaba el proyecto.

No obstante, un 26 de Octubre, hace ya 13 años, el repentino ataque de los insurgentes lo sacó de su laboratorio en la Zona Verde.
Arriesgando su propia vida, alertó al subsecretario de defensa Wolfowich, para después salir a brindar atención a los heridos, recibiendo casi de lleno un proyectil que, si bien no le quitó la vida, sí le despojó de su brazo derecho.

El Dr. Curtis Connors y otras 16 personas resultaron gravemente heridas aquel día.
Además, se sufrió la muerte de un coronel que prestaba sus servicios en ese lugar, cuyo nombre ni siquiera pasó a la historia.

Por otra parte, el subsecretario se encontraba ileso.
Más tarde declaró que aquella situación había sido inevitable, porque "Iraq nadaba en un mar de petróleo que no podía desperdiciarse".

Petróleo.
17 heridos y un coronel muerto por petróleo.
Además de innumerables pérdidas humanas a lo largo de los años.

Cuando lo enviaron a casa debido a sus heridas—y más aún el año siguiente con el nacimiento de su hijo Billy—, Curtis creyó que finalmente iba a encontrar la paz, pero unos años después, el individuo que ahora aguardaba en la línea, había comenzado a acosarlo por todos los medios posibles.

Y le aterraba.

—¡Respuesta equivocada!— rugió la voz del otro lado de la línea.

Connors se estremeció en una mezcla de terror y rabia, sin atreverse aún a colgar. Sin embargo, el hombre cambió a un tono meloso antes de proseguir.
—Curtis... Curt, querido, estoy de buen humor, así que pasaré por alto tu falta de respeto.
—Aún n-ni siquiera t-tengo idea de lo que quiere de... de mí, ¡siempre habla con... con acertijos!

La tartamudez lo acompañaba al volver a casa.
Con el tiempo y terapia había logrado controlarla con algo de esfuerzo, pero cuando aquel hombre se hacía presente con una carta, una llamada o cualquier cosa que se le ocurriera, le era imposible formular una frase completa sin interrumpirse.

—Tengo la clave, Curtis —prosiguió la voz—, el eslabón perdido.

Ese no era otro acertijo y Curtis lo sabía.

—¿Habla de... de Selección N-natural?
—Hagamos un trato, Curt, viejo amigo. Tú decides: ¿dulce o truco?
—¿D-dónde nos vemos?

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