1. La fiesta.

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Él estaba ahí, en aquel polideportivo que tanto le gustaba jugar. Vestía un uniforme blanco el cual se le veía muy bien con sus tacos azules. Franklin, mi crush desde hace nueve años, es un apasionado por el fútbol de unos veinte y tantos años.

—¿Qué miras?—pregunta Melany, mi mejor amiga.

—Solo me concentro en el juego—Mentira. ¡Por supuesto que mentía! Solo asisto cada fin de semana para verlo a él.

Al finalizar el partido, un grupo de muchachos se acercaron hacia donde nos encontramos Melany y yo.

—Hola—exclamó uno de ellos—. Mi nombre es Tony, mucho gusto—sonrió amablemente—. Ellos son Antony y Max—ambos repitieron el mismo acto que Tony había hecho.

—Paula—le devolví la sonrisa.

—Y yo soy Melany—dijo levantándose de su asiento. Tony movió la cabeza en señal de saludo.

Nos quedamos conversando un rato más hasta que...
—¡Franklin!—gritó Tony al observar que Franklin iba saliendo del polideportivo—. Ven acá.
Franklin torció los ojos y se dirigió hacia dónde nos encontrábamos sentados.

—¿Qué quieres?—preguntó Franklin un poco serio.

—¿Nos vamos juntos? Recuerda que estamos invitados a una fiesta.

—La fiesta es hasta las siete de la noche, ¿sabes qué hora es?—dijo mirando su celular.

—Pensé que tal vez Paula y su amiga nos pero podrían acompañar—Max miró a Tony.

—Como sea, pasa por mí a las ocho—se dirigió a la salida de aquella cancha.

Nunca lo había visto ser tan... ¿Grosero? No, él no es así.
Giré mi muñeca izquierda para ver la hora en mi reloj.

—Me tengo que ir—me levanté y me despedí de todos—. Melany, ¿te vas a quedar?—asintió.

Tomé camino hacia la salida, tenía que ir a mi casa ya que mi mamá debía de estarme esperando.

—Paula—me tomó de la muñeca. Deseé que fuera Franklin hasta que recordé que ya se había ido. Me volteé.

—¡Oh, Tony! ¿Qué pasa?

—¿Vas a la fiesta?—me miró directamente a los ojos, lo cual me puso nerviosa sin razón alguna.

—Yo... Tengo que culminar algunos trabajos pendientes y...—¡Vamos! Tengo que pensar en una excusa creíble.

—¡Venga, no seas mala! Acompáñanos a la fiesta. No es algo tan grande.

—Tony, yo...—suspiré.

—Paso por ti a las ocho—miré hacia el cielo y me reí. Sí quería ir pero... me daban nervios de solo pensar que Franklin estaría allí.

Me dirigí hacia el aparcamiento, allí había dejado mi bicicleta.

—¡Te veo a las ocho!—gritó alguien que por supuesto debía de ser Tony.

Al llegar a casa me dispuse a buscar algo qué ponerme. Saqué un par de vestidos, unas faldas y demás cosas.

Escuché que tocaron la puerta.
—¡Adelante!—me coloqué un vestido blanco por encima de mi ropa.

All i want is give you all of me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora