17. Mi koala.

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—¿Alguna vez te he dicho que eres muy hermosa?­—­colocó sus manos en mis mejillas.

—No, cariño—negué. Él me hizo pequeñas caricias en las mejillas, yo cerré los ojos al sentir su calor recorriendo mi cara.

Seguidamente, me besó. Me hizo sentir como en las nubes, sentí una clase de electricidad recorriendo todo mi cuerpo.

A continuación, coloqué mis manos en su cuello. Él me levantó y me colocó en sus piernas. Seguíamos besándonos, los minutos parecían volar. Me saqué los zapatos para rodear su cintura con mis piernas, aferrándome más a él. Sus zapatos salieron volando por los aires. Él levantó mi blusa, despojándome de ella; yo repetí la misma acción. Dejé de besarlo para mirar su abdomen que estaba completamente marcado, pasando mis manos por su abdomen sentí cada parte de él.

Seguimos besándonos, ésta vez fue un poco más intenso. Nuestras manos recorrían el cuerpo del otro. Bajo de mis piernas sentí un bulto, estaba excitado.

—Princesa, aguarda—exclamó entrecortando el beso—. ¿Estás segura?

Siempre había querido tener un momento así con él, me hacía sentir especial. Pero, por otro lado, quería que fuera un poco más especial, no que sucediera en un sofá. Vamos muy rápido.

—Sinceramente... No—respondí tímida. Pasé mis manos sobre su hermoso cabello.

—Te entiendo, tranquila. Quiero que cuando lo hagamos sea algo especial—traté de quitarme de encima de él, pero él no me lo permitió—. Quédate aquí, no me incomodas para nada.

Nos quedamos así por unos minutos más. Yo me arregosté sobre su pecho y rodeando su cuello con mis brazos acomodé mi cabeza en su hombro derecho.

—Tengo frío—susurré en su oído.

—Yo te caliento, cariño, tú sabes cómo.

—¡Franklin!—exclamé al mismo tiempo que le golpeaba su costilla derecha suavemente.

—Me refería a abrazarte, hacerte un chocolate caliente... ¡Es broma! —rió por lo bajo. Amaba escuchar esa risita.

—Bueno, si quieres me puedes hacer un chocolate caliente...—le hice pequeñas caricias en su pecho.

—Por ti, lo que sea—me iba a sentar en el sofá pero no lo permití.

—Llévame contigo—dije con voz inocente.

Me corrí para que él se pudiera levanta, después me cargó sobre su espalda para dirigirnos a la cocina. Me sentó sobre el desayunador que estaba ubicado en medio de la cocina, a unos cuantos pasos de él.

Al alejarse de mí, se me quedó mirando.

—¿Qué miras?—pregunté cubriéndome mis pechos, me sentía incómoda.

—Sólo admiraba tu belleza, quería incomodarte—admitió, mientras se sobaba la nuca—. ¿Quieres que te alcance tu blusa? ¿Te sientes incómoda estando así?

—Un poco—seguía cubriendo mis pechos con mis brazos—. Pero no importa.

—¿Segura? —asentí repetidamente con mi cabeza.

Él se dirigió al refrigerador para sacar la leche, luego a la despensa, para buscar los demás ingredientes.

Alistó rápidamente el chocolate caliente y me entregó un taza. Se sentó al lado mío.

—Mmm... Está delicioso—alagué. Hizo una clase de gesto, presumiendo sus habilidades para hacer chocolate caliente.

—Algo que no sabes de mí, es que soy muy buen cocinero.

All i want is give you all of me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora