Capitulo 2

990 51 11
                                    

Alfonso rió nervioso y se quitó el cinturón de seguridad, alejándose de su "amiga" o mejor dicho la amiga de su futura esposa.

—Estás muy borracha. Haré de cuenta que no me dijiste nada — Bajó del auto y fue a abrirle la puerta a Any, le tomó la mano y la ayudó a bajar. Luego de cerrar bien el auto y de ponerle la alarma, acompañó a la azafata hasta la puerta del edificio.

—No... no estoy tan borracha — Rió la castaña y se acercó a Alfonso. —No tendrás que tocarme... solo donarme un poco de semen. Eso es todo — Explicó. —Eres el único amigo hombre que tengo y que conozco tan bien — Añadió.

—Any... nos conocemos hace apenas diez meses.

—Pero te conozco lo suficiente, serías un buen donante. Eres guapo, inteligente, tienes instinto paternal con Camila... Eres perfecto — Habló desesperada.

—Esto es una locura. ¿Por qué crees que yo te donaría esperma?

—No, ni siquiera sé si lo harás. Solo... tenía que decírtelo. Y no tan estoy borracha, estoy segura que mañana me acordaré de todo lo que te... dije — Afirmó.

—Mejor ve a descansar, el alcohol te está haciendo hablar de más — Éste se acercó y le acarició el brazo, para luego dejarla allí e irse en busca de un taxi para volver a la casa que compartía con Paula, su futura esposa.

Any largó un suspiro de alivio y buscó sus llaves. Estaba un poco tomada, bueno tal vez demasiado tomada, pero aún conservaba un poco de lucidez.

Alfonso no pudo dormir en toda la noche. ¿Cómo era posible que a Anahí se le ocurriera semejante cosa? Bueno, si ella quería ser madre soltera él no era quien para impedírselo... pero que le haya dicho que él sería el donante perfecto, eso lo desconcertó.
Para Poncho, Any era una de las mujeres más bellas que había conocido. De hecho, cuando la conoció por primera vez no puede negar que lo atrajo mucho... pero como a cualquier hombre lo atraería una mujer hermosa como lo era ella.
Trató de quitarse aquella idea de Anahí de la cabeza y trató de dormir un poco por lo menos. Respecto a su novia, aquella que dormía a su lado, no iba a contárselo. Sabía que Paula no lo iba a tomar tan bien.

La que sí se durmió apenas apoyó la cabeza en la almohada fue Anahí. Se sentía mareada, por eso tuvo que darse un baño antes de acostarse.
Durmió de corrido hasta el otro día, que Maite y su padre se aparecieron en su departamento.

—¡Princesa! — La saludó Salvador Perroni con un abrazo, elevándola en el aire. —¿Cómo has estado? ¿Qué tal esos viajes?

—Lindo, pero ya extrañaba. Los extrañaba — Dijo con una sonrisa abrazando a aquél hombre que, desde los 16 años era como un padre. Maite sonrió cuando su padre la abrazó también.

—Te echamos mucho de menos. ¿Verdad hija? — Preguntó el hombre mayor a su hija.

—Así es, así que esperemos no te nos vayas pronto — Dijo la morena. Any los guió a la sala y sirvió un poco de café.

—No me iré — Aseguró con la taza en sus manos —Por lo que tengo decidido hacer, será mejor que me quede en México unos meses. Tengo dinero ahorrado así que puedo darme el gusto de tomarme un descanso — Explicó la castaña.

—Hija, sabes que puedes contar con nosotros. No te hará falta el dinero — Señaló el doctor.

—No me hace falta el dinero, Salvador. Lo que sí necesito de ti es... lo que Maite te ha comentado — El hombre asintió.

—¿Estás segura de eso Any? ¿Seguro quieres que ocurra así? — Any asintió, nunca había estado más segura.

—Si Salvador, completamente segura — Salvador la miró asintiendo y se acercó más a su hija adoptiva.

—Eres mayor como para decidir que hacer con tu vida, y respetaré tu decisión. Prometí ayudarte y apoyarte en todo lo que decidieras en tu vida... y siempre lo cumpliré. Si es lo que deseas, cuenta conmigo princesa — La castaña lo abrazó agradecida. Por fin alguien que no le reclamaba y aceptaba su decisión.

—¿Me explicas el procedimiento? Maite me ha explicado un poco pero... ¿Cómo obtengo el esperma?

—Es fácil Any — Rió Maite.

—Mira Any, para no invadir tu privacidad, esto te lo puedes hacer tú sola. Te doy este tubo y esta jeringa — Explicó sacando los objetos de su maletín —El hombre solo tiene que cargar esto con su semen, nada más. El esperma del hombre se inyecta mediante una jeringa en tu tracto reproductivo, de modo similar a lo que ocurre en una relación sexual, sólo que con un método artificial. Eso si hija, busca a alguien que no tenga enfermedades u otros problemas, alguien que conozcas — Any suspiró. No era nada difícil. Lo difícil sería conseguir al donante.

—¿Y eso es todo? — Salvador asintió.

—Eso es todo. Será una intervención casera, pero no correrás peligro. Hija ¿Cuándo es tu día fértil? Tendríamos que aprovechar esos días, sino es difícil que funcione.

—En una semana — Respondió. ¿Era capaz de conseguir un donante en una semana? ¿O tendría que esperar un mes más?

—Bien. Eso es todo. Si tienes alguna duda me lo preguntas ¿si?

—Gracias. No sabes cuánto deseé esto, y no quería pasar por una fría clínica donde no sé quién será el donante... Muchas gracias — Expresó abrazando a aquel gran hombre. Maite miraba sonriente a un lado.

—Me hubiese gustado que mi nieto fuera concebido de otra forma, pero te aseguro Any que a ese niño no le faltará nada. Sobre todo tendrá amor, que es lo que importa — Añadió Salvador abrazando a la azafata. Maite se emocionó.

—Ay caray, todavía no te embarazas y ya siento la precipitación de ser tía — Habló Maite sumándose al abrazo. Sin duda ese niño tendría suficiente con ellos tres, no precisaría un padre en su vida.

Cuando Salvador se fue, Maite se quedó con su amiga. Estuvo meses alejada de ella, necesitaban ponerse al día y estar juntas.

—Mai... me metí en un problemón — Habló la azafata abrazando un almohadón del sofá.

—¡¿Te acostaste con alguien?! — Any le tiró con el cojín a su amiga y negó.

—¡No wey! Peor que eso — Se quejó. —No sé como haré para mirar a Alfonso a los ojos — Maite abrió la boca sorprendida.

—¿Qué hiciste?

—Le dije. Eso de que él es el hombre perfecto para ser mi donante. Ay Mai, estaba tomada pero me acuerdo. No pensé antes de decírselo. Me quiero morir, no volveré a salir de aquí — Dijo echándose en el sillón y tapando su cara con el cojín.

—Ay Any no es nada grave, piensa que ya te sacaste un peso de encima en decírselo. ¿Qué te dijo? — La tranquilizó la morena.

—Pues prácticamente que el alcohol me hacía hablar estu.pideces.

—¡¿Así?! — Preguntó aún más sorprendida Maite.

—Dije "prácticamente" no "exactamente". No sé Mai... No debí decírselo así — Se quejó arrepentida. —No sé como lo miraré a los ojos. Además tengo que conseguir un donante en una semana... no sé que haré.

—Tendrás que comenzar a tener citas, amiga. No te queda otra — Habló Maite.

—¡No es fácil Mai! Nadie dona así porque si su esperma — Se quedó pensativa unos segundos. —Espera, espera — Sonrió recordando algo —¡Christian! — Maite casi se atragantó.

—¡¿Qué?!

—Él me ayudará. Mai, él es gay... no tendrá problema. Además es un buen amigo y... me ayudará.

—Any — Habló la morena —Sabes que Christian desea mucho ser padre, y quizás te ayude pero... él querrá hacerse cargo del niño.

—Bueno, en ese caso mejor. Ambos tenemos lo que queremos sin preocupación, él es gay, yo hetero... no habrá problemas. Tendremos un hijo sin tocarnos — Rió de un modo que Maite se asustó —¡Caray como no había pensado en él!

—Me das miedo Any. Pero ¿Christian cumple tus expectativas de padre perfecto? — Preguntó la morena.

—En absoluto Mai. Hablaré hoy mismo con él, iré a verlo — Dijo incorporándose.

—En ese caso yo me voy, tengo que terminar de hacer unos planos — Dijo tomando su bolso. —Salúdame a Christian, y si acepta ser tu donante luego de meses de no verte, tienes suerte.

—Aguafiestas — Se quejó Any sonriente.

—No sé por qué no lo haces de forma natural. Any, es una manera muy frívola eso de la jeringa y eso. Pero allá tú — Añadió. —Suerte.

—Gracias Mai, gracias por apoyarme — Dijo en tono irónico. Su amiga primero le decía que la apoyaba y luego le decía esas cosas.

—Ay Any — Rodó los ojos —Neta, suerte. Ya me voy — Abrió la puerta para irse mientras Any la miraba a su lado, y cuando lo hizo se encontró con la imagen de un hombre allí.

Alfonso.

Any se sintió desfallecer, sus mejillas se pusieron rojas y todo comenzaba a darle vueltas. Miró a Mai pidiéndole con la mirada que no la dejara sola, pero en cambio la morena sonrió y se despidió.

—Tengo mucho trabajo. Nos vemos. Pasa Alfonso — Poncho ingresó y Maite cerró la puerta luego de salir.

Any no pudo emitir ni siquiera un mínimo sonido con la boca. Estaba dura, anclada al piso de la sala con la mirada fija en los ojos de Alfonso.

—¿Podemos hablar? — Preguntó el chico. Any sintió sus mejillas mucho más rojas y asintió.

—Claro ¿Quieres algo? ¿Agua, café, zumo? — Pero Alfonso negó, quería hacer eso lo más rápido posible.

—No. Estoy bien Any, gracias — Hubo un silencio incómodo que Any se encargó de romper.

—Siéntate — Alfonso lo hizo. —Si es respecto a lo que te dije anoche, lo siento, no quise ofenderte. Estaba un poco tomada y... como dijiste, hablé de más. Lo siento, en serio. No quiero perder la amistad que tenemos, ni que te sientas incómodo conmigo — Habló la castaña sin parar ni darle tiempo a Poncho a decir algo. —Haz de cuenta que no te dije nada, olvídalo ¿si? Porque si Paula se entera... perderé su amistad.

—Any... — La frenó —Mira, me desconcertó lo que me planteaste... Me pareció absurdo que quieras hacer algo así, siendo tú una chica hermosa y joven con una vida por delante — Any no pudo mirarlo a los ojos, otro más a quien le parecía una idea pésima. —Y si estoy aquí es porque quiero ayudarte.

—¿Ayudarme?— Preguntó.

—Me pasé toda la noche pensando en esto, ni siquiera pude dormir. Sabes que te quiero, quiero esta amistad que tenemos... y si puedo ayudarte, lo haré. Pero Paula no puede saber de esto — Any asintió feliz, no le diría a Paula, en absoluto.

—No te preocupes, no lo haré. No quiero perder su amistad, porque sé que esto no le gustará.

—Créeme que no le gustará — Anunció.

—No sabrá, en cuanto pregunte quien fue el donante algo le inventaré — Aseguró con un brillo en sus ojos. Alfonso sonrió y la miró. Jamás la había visto así de reluciente.

—Bien. Cuando quieras podemos hacerlo — Habló Alfonso suspirando.

—La semana que viene en mi día fértil. ¿Puede ser? — Él asintió, entonces Any se acercó a los objetos que Salvador le había dado —Tienes que llenar esto con tu esperma, luego yo me encargaré de lo demás — Poncho miró el tubo.

—Bien. Entonces la semana que viene — Any sonrió satisfecha, extasiada, feliz. Estaba contenta, por fin había encontrado el donante perfecto para darle vida a su hijo. —¿Qué pasará si quedas embarazada? — Preguntó volviendo la mirada a ella.

—No tienes por qué preocuparte, apenas confirme el embarazo me iré. No sabrás de mí, no arruinaré tu vida ni tu futuro matrimonio. Y Paula no se enterará nunca que fuiste tú el donante.

Alfonso asintió conforme. Ayudaría a la amiga de su amiga, le daría lo que ella tanto deseaba porque la quería, y prefería ser él el donante antes que Anahí se sometiera al esperma de cualquier otro hombre.

Una semana después.

La azafata esperaba ansiosa la llegada de Alfonso, y también un poco preocupada. No había tenido contacto con Poncho más que para decirle el día que tenía que ir a su departamento para realizar el proceso... y ahora no estaba segura si Poncho aparecería. ¿Y si la había ilusionado? ¿Si lo pensó mejor y desistió de la idea de ayudarla porque le parecía algo realmente espantoso? Anahí tenía muchas dudas, pero solo le quedaba esperar a que el prometido de su amiga apareciera por esa puerta para comenzar con el asunto.
Recibió la llamada de Alfonso que iria a la noche dado a que ese día, Camila, la hija de Paula, tenía una obra y él no podía fallarle. Entonces Anahí confirmó que Poncho vendría, y esperó esta vez más paciente su llegada.
Luego de darse una ducha, limpió su casa, acomodó todo su closet dado a que ese día no tenía nada que hacer, preparó la cena, cenó mirando una película y cuando se estaba durmiendo, sonó el timbre de su casa. Eran apenas las diez de la noche.

—Hola Any, siento la hora. Estuve con Camila — Se disculpó el hombre.

—No te preocupes, mientras sea hoy no hay problema. Hoy es mi día 14, el más fértil. Podríamos probar mañana, pero no habría tantas posibilidades como hoy y... tendríamos q hacerlo de nuevo — Explicó un tanto nerviosa pero a la vez ansiosa.

—Está bien hoy. Dime entonces — Any asintió y lo llevó al baño de su habitación.

—Tienes que llenar este tubo de vidrio. Simplemente eso ¿podrás hacerlo? — Alfonso rió y pensó. No sería fácil sin tener una motivación para largar su semilla, pero no quería incomodar a Anahí.

—Claro. Solo... dame tiempo — Pidió.

—El que quieras. Esperaré afuera — Entonces Any cerró la puerta y Alfonso suspiró, luego miró el tubo. En una clínica le extraerían el semen con un dispositivo de succión, pero en este caso tenía que hacer algo para volcar su secreción allí... y había solo una forma.

Cuando Alfonso salió del baño hacia la habitación, Any se incorporó y miró sus manos. No llevaba el frasco ¿A caso se había arrepentido?

—Ha ocurrido un problema — Any lo miró esperando saber el problema.

—Se cayó el tubo y se rompió, en medio de... ya sabes — Any sintió frustración, bronca... todo junto.

—No puede ser — Se quejó al borde de las lágrimas —¿Por qué tiene que pasarme todo a mí? — Una lágrima se hizo presente en sus ojos pero la secó antes de que cayera por su mejilla.

—Any fue mi culpa. ¿No tienes otro tubo? — Any negó.

—Salvador me dio solo ese, y él está de viaje ahora... y no sé si se compran en las farmacias o qué. Pero, si así fuera, no funcionará otro día. Mi día fértil es hoy Poncho — Alfonso se sintió culpable al ver a la azafata tan afectada. —Ya. Puedes irte si quieres. Podríamos intentarlo en un mes — Poncho dudó, pero al final se acercó un poco más a Anahí.

—Lo haremos hoy Any — Aseguró.

—¿Cómo Alfonso? No tenemos el frasco, tiene que ser un tubo esterilizado y... no sé. ¿Hay una farmacia por aquí? — Alfonso miró a Any y luego la cama.

—Hay una manera de hacerlo sin el tubo — Hizo un gesto mirando la cama de Anahí, y luego la miró a ella —De manera natural — indicó. Y Any no supo que pensar, ella quería un hijo... y no quería esperar otro mes para hacer el proceso porque, en ese mes Alfonso podría arrepentirse. Entonces ¿Era mejor arriesgarse a que en un mes Alfonso desistiera de ser el donante o hacerlo ahora, encargando a ese niño como Dios lo manda?

Dádiva de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora