Capitulo 5

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Fue imposible que Anahí contuviera el nudo en su garganta. El aire le faltaba si lo sostenía, así que no pudo hacer más que largar un llanto que sorprendió a Paula. ¿Por qué lloraba? ¿Le dolía enterarse que Alfonso la había utilizado? ¿A caso ella no lo había utilizado a él también para salirse embarazada? Estaban a mano, pero no dejaba de afectarle.

—¿Any? ¿Qué tienes? — Preguntó Paula conmovida. Any lloraba sin consuelo.

—Na... nada — Trató de controlar el llanto pero era inevitable. —Es que estoy sensible, y me acordé de algo... Pau, necesito respirar ¿puedes dejarme sola? Lo siento, iré a verte a la agencia y hablaremos mejor, pero ahora necesito estar sola — Pidió.

—No puedo dejarte así. ¿Qué sucede Any? — Preguntó acariciándole la espalda para tranquilizarla —El embarazo te puso sensible ¿verdad? — Any se agarró de eso y afirmó —Bien, si necesitas estar sola para asumir esto... te dejaré sola. Felicidades amiga — Any lloró más fuerte ante esa palabra: 'amiga' —Any ¿Neta quieres estar sola? Estás mal.

—Lo necesito — Pidió secando sus lágrimas. Paula le dio una última mirada y asintió.

—Bien. Llámame si necesitas algo — Dicho esto se retiró dejando a la azafata sola.

A los diez minutos de haberse ido Paula, el timbre volvió a sonar. Any, que se había recostado en el sofá, miró hacia la puerta pero no tenía fuerzas para levantarse e ir a abrir.

—¡¿Quién?! — Preguntó desde el sillón. Verdaderamente las fuerzas no le salían, quería quedarse recostada allí todo el día.

—Alfonso — Any se incorporó rápidamente y clavó la mirada en la puerta de madera.

—¡Alfonso, quiero estar sola! — Gritó desde el mismo lugar.

—Any, no me iré. Me preocupas — Respondió desde el otro lado de la puerta.

—Estoy bien. ¡Quiero estar sola!

—¡Bien! ¡Me quedaré aquí hasta que no quieras estar más sola! — Respondió Poncho, entonces Any suspiró.

—¡Te cansarás de esperar!

—¡Créeme que no Anahí! ¡Aquí me quedaré! — Anahí bufó y se recostó nuevamente en el sofá. No le abriría, quería estar sola... y si era necesario lo dejaba allí hasta que se cansara de esperar.
El cansancio se hizo presente, y hasta se olvidó que Alfonso estaba afuera cuando se durmió. Una hora después despertó confundida, reaccionó cuando recordó que Poncho le había dicho que no se iría. ¿Estaría aún fuera de la casa? Tal vez ya se había ido, había pasado una hora entera y quizá se cansó de esperar.
Decidió investigar si así había sido, y cuando abrió la puerta se encontró a Alfonso aún allí, sentado en el piso con la mirada hacia el ascensor.

—¿Alfonso? — Éste la miró y se incorporó —¡Caray no pensé que...!

—Te dije que iba a esperar — Dijo parándose frente a la azafata.

—Dios... te dije que quería estar sola, más no me imaginé que ibas a esperar tanto — Lo invitó a pasar —¿Por qué no te fuiste? — Preguntó con un mohín.

—Te vi mal, vi salir a Paula y supuse que querías estar sola... pero no podía irme — Explicó.

—Estoy bien — Aseguró. —Ven. ¿Quieres tomar algo? ¿Comer? — Poncho negó.

—No Any, solo quería asegurarme de que estabas bien — Anahí desvió la mirada hacia la mano de Alfonso —Lo compré para ti — Dijo él alzando la bolsa de color amarillo claro —Bueno, no precisamente para ti — Sonrió de lado. Any miró a Poncho a los ojos, luego volvió la vista a la bolsa y la tomó.

Dádiva de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora